Nombramiento del Papa: una monja franciscana ahora es la mujer con más poder del Vaticano
La religiosa italiana Raffaella Petrini fue designada por Francisco nueva secretaria general del Governatorato del Estado de la Ciudad del Vaticano
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ROMA.- Mientras algunas voces denuncian misoginia y reclaman más acciones para que haya igualdad de género en la Iglesia católica -institución desde siempre formada y dominada por hombres y famosa por su machismo-, el papa Francisco dio una señal hoy al nombrar a una mujer, la monja franciscana Raffaella Petrini, como nueva secretaria general del Governatorato del Estado de la Ciudad del Vaticano. Es la primera vez que una mujer llega a este cargo, que es un puesto clave de la administración central del Estado de la Ciudad del Vaticano.
De 52 años, Petrini pasó a ser la mujer más influyente del Vaticano. Será la número dos del obispo español Fernando Vérgez Alzaga, que en octubre pasado dejó de ser secretario general del Governatorato después de más de siete años en el cargo, luego de ser nombrado presidente de la Comisión Pontificia para el Estado de la Ciudad del Vaticano y presidente del Governatorato de la Ciudad del Vaticano.
Vérgez es una de las personas de más confianza de Jorge Bergoglio, a quien conoce desde hace tiempo porque fue durante años secretario del cardenal argentino Eduardo Pironio (1920-1998). En septiembre pasado, cuando lo promovió a jefe máximo del Governatorato, también le confirió al mismo tiempo el título personal de arzobispo. Se espera que Vérgez sea “creado” cardenal en el próximo consistorio de Francisco, el año próximo.
Nacida en Roma en 1969, Petrini se licenció en Ciencias Políticas en la prestigiosa universidad de negocios Luiss de esta capital y se doctoró en la Pontificia Universidad de Santo Tomás de Aquino, donde actualmente es profesora. Trabajaba desde 2005 como oficial de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos –uno de los dicasterio (ministerios) más importantes del Vaticano-, según indicó una biografía que difundió la Sala de Prensa al dar a conocer el nombramiento.
El Papa también nombró hoy como vicesecretario general del Governatorato al abogado Giuseppe Puglisi-Alibrandi, jefe de la Oficina jurídica del Governatorato. Alibrandi nació en Roma el 23 de octubre de 1966, donde se licenció en Derecho en la Universidad La Sapienza de la capital italiana. Desde el año 2014 es funcionario de este Governatorato donde, desde el 2017, se desempeñaba como Jefe de la Oficina jurídica, del Estado Civil, del Registro y del Notariado.
Puesto clave
Ubicado en un gran palazzo en el centro del Vaticano, el Governatorato supervisa a más de 2000 empleados, así como el funcionamiento del día a día del Estado Ciudad del Vaticano, ocupándose de su policía, bomberos, servicio de salud, los museos, el mantenimiento y el personal de oficina.
En un fiel reflejo del cambio enorme que ha hecho el papa Francisco en los últimos años en su intento de equilibrar las cosas, ya hay otras mujeres que ocupan puestos de número dos en departamentos del Vaticano. Pero se ocupan de cuestiones religiosas y sociales y tienen menos personal a su cargo que Petrini.
En enero del año pasado el Papa designó por primera vez en la historia de la Secretaría de Estado a una mujer, la italiana Francesca Di Giovanni, en un puesto de alto nivel, como segunda subsecretaria de la Sección para las Relaciones con los Estados de la Secretaría de Estado (algo así como una segunda vicecanciller), con responsabilidad específica para los temas multilaterales que tienen que ver con organismos intergubernamentales y tratados internacionales.
A lo largo de su pontificado el Papa fue designando a varias mujeres en otros cargos que siempre habían estado en manos de hombres, por ejemplo, desde 2016 al frente de los Museos Vaticanos a la italiana Barbara Jatta y en la vice dirección de la Sala de Prensa a la periodista española Paloma García Ovejero que tras dejar ese cargo a fin de 2018 fue reemplazada por la brasileña Cristiane Murray.
En febrero de este año, designó como subsecretaria del Sínodo de Obispos a la hermana javeriana francesa Nathalie Becquart, que pasó a ser la primera mujer que llega a este cargo y que tendrá derecho a voto, algo que abre posibilidades de que pronto también las demás participantes de sexo femenino puedan hacerlo.
En agosto pasado, Francisco nombró a la religiosa italiana Alessandra Smerilli secretaria interina del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral y delegada de la Comisión vaticana Covid-19. Esta monja salesiana ya era subsecretaria de este dicasterio desde marzo de 2021. Con el objetivo de incluir a más mujeres en la dirección de la Iglesia católica, Francisco incorporó en agosto a la Pontificia Academia de las Ciencias -que dirige el arzobispo argentino Marcelo Sánchez Sorondo- a cinco mujeres científicas, incluidas tres premios Nobel. En 2020 nombró a seis mujeres en el organismo supervisor de todas las actividades económicas del Vaticano. “Designé a estas seis mujeres por su profesionalismo pero también porque pienso que las mujeres en general son mejores administradoras que los hombres”, explicó Francisco en su reciente libro “Soñemos juntos”.
A fin de julio pasado, finalmente, nombró a la teóloga argentina, Emilce Cuda, como nueva Jefa de Oficina de la Pontificia Comisión para América latina (PCAL), organismo de la curia romana creado en 1958 con la función de “aconsejar y ayudar a las Iglesias particulares en América Latina” y “estudiar las cuestiones que se refieren a la vida y progreso de dichas Iglesias”.
Considerada la mujer que mejor conoce el pensamiento del papa del fin del mundo, ya que fue discípula del padre jesuita Juan Carlos Scannone –teórico de la Teología del Pueblo y maestro de Bergoglio- y autora del libro Para leer a Francisco-, Cuda pasó a ser la primera mujer que ocupa semejante cargo ejecutivo.
En su exhortación apostólica “Chritus vivit” (Cristo Vive), de 2019 -un documento que fue fruto del sínodo dedicado a los jóvenes de 2018-, el Papa, que suele elogiar a las mujeres, comenzando por la Virgen María, escribió que “una Iglesia viva puede reaccionar prestando atención a las legítimas reivindicaciones de las mujeres que piden más justicia e igualdad. Puede recordar la historia y reconocer una larga trama de autoritarismo por parte de los varones, de sometimiento, de diversas formas de esclavitud, de abuso y de violencia machista”.
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