Bolsonaro hoy: a la defensiva, deprimido y sin asimilar su derrota
Ante el triunfo de Lula da Silva y frente al ataque de las sedes del poder en Brasilia por sus seguidores, el expresidente se refugia en los Estados Unidos y su perfil político se desarma
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Luego de tres semanas de un silencio casi total, apareció Bolsonaro. Con un tuit, intentó tomar distancia del asalto a todas las sedes del poder de Brasil y así diferenciarse de miles de seguidores que hoy se manifestaron en contra del nuevo gobierno de Lula da Silva. “A lo largo de mi mandato siempre he estado dentro de las cuatro líneas de la Constitución, respetando y defendiendo las leyes, la democracia, la transparencia y nuestra sagrada libertad”, escribió.
Además, apuntó contra el actual jefe del Ejecutivo de Brasil quien lo acusó de estar detrás del armado de la movilización: “Repudio las acusaciones, sin pruebas, que me atribuyó el actual jefe del Ejecutivo de Brasil”, añadió.
Hasta ahora, y desde que perdió las elecciones, en octubre pasado, la vida de Bolsonaro fluctuaba entre el silencio y la tristeza. Hace unos días se lo vio paseando solo por un supermercado en Florida, con las manos en los bolsillos, tranquilo. Hoy, luego de que cientos de sus seguidores invadieran la sede del Congreso Nacional, así como las sedes del Tribunal Supremo y el palacio de Planalto, hizo un comentario en Telegram reivindicando su gestión.
🇧🇷 | Jair Bolsonaro fue visto en un Publix de Orlando, Florida:pic.twitter.com/O0NTqZlIk0
— Emmanuel Rincón (@EmmaRincon) January 4, 2023
Cuando Jair Bolsonaro ganó las elecciones en octubre del 2018 con el 55%, se convirtió en el líder de la derecha brasileña y en un nuevo líder global con imagen de “hombre duro”, como Donald Trump. Su discurso se basó en un constante ataque a la izquierda, y una visión política-económica próxima a gobiernos de derecha conservadora. “Todos juntos vamos a cambiar el destino de Brasil”, escribió en su página de Facebook cuando ganó los comicios. “No podemos seguir coqueteando con el socialismo, con el comunismo, el populismo o el extremismo de izquierda”.
Pero desde que perdió las elecciones, el 30 de octubre pasado, por una diferencia de 1,8 puntos frente a Luiz Inacio Lula da Silva, su armadura de “hombre duro” trastabilló ante el manto de la depresión y el silencio. Aún no reconoció su derrota ni tampoco tuvo el gesto democrático de felicitar a Lula. De hecho, en la descripción de su cuenta de Twitter se sigue catalogando como “Presidente da República Federativa do Brasil”.
“Llevo prácticamente 40 días en silencio. Duele, duele en el alma. Siempre he sido una persona feliz entre ustedes, hasta arriesgando mi vida entre la gente”, dijo el ex mandatario ante seguidores frente al palacio de la Alvorada, el mes pasado. Desde entonces, la figura de Bolsonaro comenzó a alejarse de la realidad brasileña; la prensa ahondó sobre su posible depresión como causa del largo silencio.
“Algunos hablan de mi silencio. Si yo saliera y diera los ‘buenos días’, todo sería tergiversado, distorsionado”, se justificó Bolsonaro durante la charla que mantuvo con sus seguidores frente al palacio de la Alvorada.
Este estilo triste y nostálgico se vio plasmado en su agenda política: hace un mes que prácticamente canceló todas sus actividades públicas. Su última y única aparición había sido en dos ceremonias distintas en Rio de Janeiro. Luego se subió a un avión con destino a Orlando y desde entonces no se sabe nada de él, ni de su futuro político.
- Aplicação de recursos públicos e contratação de investimentos privados asseguram modernização da logística nacional de transporte em todo o Brasil e geram 2 milhões de novos empregos nos próximos anos.
— Jair M. Bolsonaro 2️⃣2️⃣ (@jairbolsonaro) January 8, 2023
Lo único que hace es reivindicar aspectos de su gobierno. En su canal de Telegram, minutos después de los disturbios, escribió: “Además de la política de transferencia de renta, el Gobierno de Jair Bolsonaro redujo impuestos a la canasta básica y al gas de cocina, entre miles de otras iniciativas que beneficiarán a todos, especialmente a los más necesitados”.
Las dudas sobre su futuro político se elevan. Varios de sus aliados buscan puentes de diálogo con el nuevo gobierno, característica consolidada en un país con 32 partidos políticos activos, de los cuales 22 tienen asiento en el Congreso.
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