Antonio Guterres: "El clima político actual refleja la división en la sociedad"
Cuando Antonio Guterres, expremier de Portugal y exalto comisionado para los refugiados, asumió, en 2017, como secretario general de las Naciones Unidas ( ONU ) se dispuso a hacer que la paridad de género en los altos cargos del organismo fueran, por primera vez, una realidad. Por eso, elogió al presidente Mauricio Macri lo que definió como "el papel de la Argentina al hacer de la igualdad y el empoderamiento de las mujeres un tema transversal" de este gobierno. En una entrevista por mail con LA NACION, Guterres, que llegará a media semana al país para participar de la reunión del G-20 , se mostró particularmente alarmado por dos temas: por los "devastadores costos de la inacción" de los gobiernos contra el cambio climático y por "el aumento del miedo, la intolerancia y la desconfianza en muchos países", fenómeno que refleja las divisiones.
-Usted ha descripto la lucha contra el cambio climático como uno de los problemas definitorios de nuestro tiempo. ¿Es realista esperar que los líderes se unan en torno a este tema en la Cumbre del G-20?
-La verdadera pregunta es si sería realista para los líderes ignorar el cambio climático, particularmente a la luz del reciente informe emitido por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). Los beneficios de la acción climática son enormes, mientras que los costos de la inacción para las personas y las economías son devastadores. El cambio climático es un problema con impactos globales y, por lo tanto, requiere una solución global. Ninguna nación puede enfrentarlo sola y todas las naciones experimentarán sus impactos adversos de una manera u otra. Solo el G-20 representa tres cuartas partes de las emisiones globales de gases de efecto invernadero y, con el necesario liderazgo político, sus miembros tienen los medios para inclinar la curva de emisiones. Solo a través de la acción colectiva podremos adaptarnos al cambio climático y mitigar sus efectos. Y no solo es necesaria la acción de los líderes mundiales. Los gobiernos, las empresas, el sector financiero y la sociedad civil deben desempeñar todos un papel importante en la lucha contra el cambio climático. Por lo tanto, no solo es realista, sino que es la única manera de avanzar.
-¿Cree que los líderes mundiales son conscientes de la urgencia del tema?
-¿Cómo podrían no serlo? Pienso que ningún líder podría haber pasado por alto los hallazgos del informe más reciente del IPCC. Este documento confirma la necesidad de asumir un fuerte compromiso con los objetivos del Acuerdo de París de limitar el calentamiento global muy por debajo de 2°C y continuar los esfuerzos hacia 1,5°C. El IPCC proyecta que un aumento de 2°C en la temperatura promedio global conduciría a peores impactos climáticos globales y regionales que un aumento de 1,5°C; y si bien es posible limitar el calentamiento a 1,5°C, esto requerirá que hagamos transiciones sin precedentes en todos los aspectos de la sociedad para lograr cero emisiones netas a mediados de siglo. Justo antes del G-20, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente publicará un informe que revela que nos estamos precipitando de manera apresurada hacia un punto de inflexión peligroso donde el cambio climático podría volverse irreversible.
-¿Puede el Acuerdo de París sobrevivir y ser útil sin un consenso de los líderes mundiales?
-El Acuerdo de París fue consensuado por los gobiernos. Es un convenio flexible por el cual los países establecen sus contribuciones nacionales y pueden revisarlas según sus capacidades. Este instrumento no requiere lo mismo de todos los países, pero sí exige que todos hagan algo. Por supuesto, en muchos países, no son solamente los líderes mundiales y las instituciones gubernamentales quienes están actuando, sino que también las empresas y la sociedad civil están manteniendo el impulso. Pero necesitamos una acción mayor y más ambiciosa. Quiero ser claro: esta oportunidad no se presentará nuevamente. No hay alternativa a este acuerdo. Podemos limitar el calentamiento global a 1,5°C. Pero para hacerlo, necesitamos movilizar los recursos necesarios, lo cual incluye mantener la promesa de movilizar 100.000 millones de dólares al año para los países en desarrollo.
-Las migraciones se convirtieron en otro tema apremiante para el mundo y en un agente de divisiones dentro de las sociedades. ¿Cómo se puede resolver el problema si los líderes no pueden unirse?
-La evidencia y la experiencia muestran que la migración potencia el crecimiento económico, reduce las desigualdades, conecta a diversas sociedades y nos ayuda a hacer frente a las olas demográficas. Desafortunadamente, también es un problema que a menudo ha sido tergiversado y explotado con fines políticos. La migración no regulada y no gestionada ha creado percepciones falsas y negativas sobre los migrantes que se incorporan a una narrativa de xenofobia, intolerancia y racismo. Las redes y las bandas criminales también se han aprovechado de estos movimientos no regulados. La ONU y sus Estados miembros han estado trabajando para abordar este problema y en un par de semanas los países se reunirán en Marrakech para aprobar el Pacto Mundial para las Migraciones de las Naciones Unidas. El Pacto enfatiza que la colaboración es fundamental para abordar la movilidad humana. Su objetivo es hacer frente los factores que promueven la migración irregular y forzada y reducir los riesgos que enfrentan los migrantes al proteger sus derechos humanos.
-¿Alguna vez presenció tantas divisiones entre líderes en la historia reciente?
-Creo que el clima político actual refleja la división en nuestras sociedades. Con gran preocupación he visto el aumento del miedo, la intolerancia y la desconfianza en muchos países. Si uno mira nuestras sociedades, vemos semillas de división. Vemos gente preocupada, asustada, insegura. Algunos porque fueron dejados atrás por el progreso tecnológico. Algunos porque no entienden el movimiento de personas y no entienden la riqueza de la diversidad. Algunos porque son víctimas de los impactos negativos de la globalización. Es importante reconocer que la diversidad es una riqueza y no una amenaza. Pero no será necesariamente armoniosa de una manera espontánea. Para lograr que lo sea, necesitamos tener una fuerte inversión en la cohesión social de las sociedades. Nadie debería quedarse atrás. Este es un punto importante en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de la ONU, con la que todos los Estados miembros se han comprometido. Por lo tanto, creo que hay una enorme responsabilidad para los líderes. Los líderes necesitan estar capacitados para abordar las causas primordiales que están socavando la cohesión de nuestras sociedades y creando condiciones para que estas formas de odio sean cada vez más frecuentes y más negativas en la forma en que se expresan.
-El presidente Donald Trump ha sido bastante crítico con las instituciones internacionales. ¿Cuánto daño les va a producir esa crítica?
-Soy la primera persona en expresar mi frustración con las deficiencias de las instituciones internacionales, que tienen la reputación de ser burocráticas y lentas para adaptarse al cambio. Por eso, desde que asumí como secretario general en enero de 2017, mi misión ha sido simple: hacer que las Naciones Unidas sean más efectivas para servir mejor a las personas para quienes somos una necesidad y una esperanza. El mundo cambia y la ONU debe adaptarse a esos cambios y diseñar nuevos métodos para lidiar con los últimos desafíos. Al final, el multilateralismo no es más que países que se unen, se respetan mutuamente y establecen las formas de cooperación que garantizan la paz y la prosperidad para todos en un planeta sano. Pero no basta con tener leyes y convenciones internacionales, por vitales que sean. Necesitamos nuevas formas de cooperación con otras organizaciones internacionales y regionales: un multilateralismo en red. Y necesitamos vínculos más estrechos con la sociedad civil y otros actores involucrados: un multilateralismo inclusivo.
-¿Le preocupa que el presidente Trump pueda incluso intentar sacar a los Estados Unidos de la ONU?
-Como miembro fundador de la organización y como principal contribuyente financiero, necesitamos tener una profunda relación de colaboración con Estados Unidos. Estados Unidos sigue comprometido con la ONU en temas globales y nacionales específicos. La ONU se beneficia de un fuerte compromiso de Estados Unidos y Estados Unidos ha demostrado aprecio por nuestro trabajo y nuestros esfuerzos de reforma.
-El tema más urgente de América Latina es Venezuela. ¿Cómo se aborda la crisis humanitaria cuando el gobierno no la reconoce? ¿Se ha convertido esa crisis en una especie de statu quo debido a la falta de acción efectiva de otros gobiernos regionales e instituciones internacionales?
-Estoy seriamente preocupado por la situación en Venezuela y el elevado costo que la crisis económica está teniendo en la población. Es crucial que los actores nacionales hagan todos los esfuerzos para buscar el consenso que permita enfrentar los numerosos desafíos del país y defender los principios de derechos humanos. Estoy preocupado por el creciente número y vulnerabilidad de los venezolanos que abandonan el país. Ellos, como todos los demás, necesitan que se respeten sus derechos y su dignidad dondequiera que vayan. Reconozco los esfuerzos realizados por los gobiernos de la región que continúan proveyendo a esas personas la protección y asistencia necesarias de acuerdo con las normas internacionales.
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