Ankara y EI, de los guiños a la guerra total en varios frentes
ESTAMBUL.- La milicia terrorista Estado Islámico (EI) no suele tardar en reivindicar la autoría de un atentado, pero en Turquía su modo de proceder había sido distinto hasta hace muy poco: el atentado contra turistas alemanes en Estambul de hace un año, el del aeropuerto de la misma ciudad en junio y muchos otros que el gobierno de Ankara atribuyó a la milicia jihadista fueron respondidos únicamente con silencio.
Sin embargo, la reivindicación ayer del atentado de Año Nuevo parece indicar que esa postura que EI mantuvo hasta ahora frente a Turquía forma parte ya del pasado.
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, fue acusado durante mucho tiempo desde Occidente de haber impulsado a grupos islamistas radicales como EI con su actitud de mirar para otro lado.
Los extremistas extranjeros utilizaron durante mucho tiempo territorio turco como zona de tránsito en su camino a Siria, en el que con frecuencia se encontraron con las fronteras abiertas. Además, Ankara observó sin hacer nada cómo el territorio sirio al otro lado de su frontera caía en manos de EI.
Hasta julio de 2015, Turquía incluso negó a Estados Unidos el uso de la base aérea de Incirlik para lanzar ataques contra la milicia terrorista en territorio sirio. E incluso dentro del país las autoridades actuaban de forma contenida, en el mejor de los casos, contra los seguidores de EI, aseguraban los críticos.
El hecho de que los jihadistas no reivindicaran los atentados que le atribuía el gobierno se debía a un intento de no poner demasiado en su contra a la población sunnita conservadora y también a las autoridades turcas, consideran los analistas.
Sin embargo, la situación empezó a cambiar en agosto, cuando poco después de un grave atentado en Ganziantep, en el sudeste del país, las tropas turcas se implicaron activamente en Siria con una operación terrestre en el norte del país.
Y aunque la ofensiva tenía como objetivo impedir a los kurdos proclamar un Estado propio en el norte de Siria, en plena frontera con Turquía, en estos momentos la operación Escudo del Éufrates se dirige sobre todo contra EI, que ya ha sido expulsado de la frontera.
Desde el mes pasado se libran fuertes combates en torno a la ciudad de Al Bab, bajo control de EI, que le han costado a Turquía la mayor parte de las bajas desde el inicio de su intervención.
Poco antes de Navidad, y con los combates en marcha, EI publicó un video para mostrar cómo quemaba vivos a dos soldados turcos capturados en la zona. Casi a diario la fuerza aérea turca ataca ahora a EI en el norte de Siria, en parte mano a mano con Rusia, el nuevo aliado de Ankara.
Y mientras tanto en Turquía también escalaba la violencia. El 3 de noviembre, el líder de EI, Abu Bakr al-Baghdadi, llamó públicamente a perpetrar atentados en el país euroasiático. Un día después, en la metrópolis kurda de Diyarbakir explotó un coche bomba y por primera vez EI asumió la autoría de un atentado en Turquía. Sin embargo, en una especie de macabra competición, lo reclamaron también los Halcones de la Libertad del Kurdistán (TAK), un grupo escindido del proscripto Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK).
La masacre en la disco fue reivindicada ayer por EI. Si el objetivo de EI era dividir aún más a la ya profundamente polarizada sociedad turca, el momento y el lugar del atentado fueron elegidos con acierto. Porque es sobre todo la clase alta secular, cada vez más presionada en Turquía, la que celebra Año Nuevo. Y Reina no es más, a ojos de los conservadores creyentes, que una ciénaga de pecado.
En las redes sociales, algunos usuarios incluso se burlaban de las víctimas, según informaron medios cercanos a la oposición en Turquía. En referencia a la información difundida por algunos medios, negada luego por el gobierno turco, de que el atacante iba disfrazado de Santa Claus, un usuario escribía: "Su Santa Claus no sólo trae regalos", seguido de emoticones sonrientes. El musulmán que participe en ese tipo de festejos de Año Nuevo "merece morir".
Las esferas conservadoras turcas llevan tiempo atacando costumbres occidentales como la Navidad o Nochebuena. Tampoco pareció ayudar mucho el mensaje de la autoridad religiosa Diyanet leído en las mezquitas durante el rezo del viernes, el día antes del atentado, calificando la celebración del Año Nuevo de antiislámica e incompatible con los valores musulmanes.
El líder de Diyanet, Mehmet Görmez, se sintió obligado a emitir un comunicado tras el atentado para dejar claro que un ataque contra una disco no es menos grave que uno contra una mezquita. "No hay ninguna diferencia si este acto barbárico se comete contra un bazar, en una casa de Dios o en un lugar de entretenimiento", aseguró. Una masacre así es incompatible con la "conciencia musulmana", aseguró.
Can Merey
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