América Latina, frente a un superciclo electoral que podría redefinir su rumbo político
Aún bajo los dramáticos efectos sanitarios y sociales de la pandemia del coronavirus, y mientras intenta recuperarse de la peor recesión en un siglo, América Latina tiene otro desafío por delante: un superciclo electoral. Entre febrero y noviembre habrá elecciones presidenciales en Ecuador, Perú, Chile, Nicaragua y Honduras, y legislativas en El Salvador, México y la Argentina.
¿Cómo quedará parada la región? ¿Habrá un nuevo giro hacia la izquierda? ¿El rumbo político podría definirse en las calles, como pasó con la ola de protestas de 2019? ¿Cuánto influirán las consecuencias de la pandemia?
"La gran pregunta no es el retorno a la izquierda o el fortalecimiento de la derecha, que tanto quiere saber la gente, sino si se afianzará el populismo. Hoy la debilidad de los partidos es una tremenda oportunidad para los líderes populistas", dice a LA NACION la experta chilena en opinión pública Marta Lagos. La directora de encuesta de Latinobarómetro pone como ejemplo el caso de Perú, en donde 22 formaciones planean competir por la presidencia, y el de Ecuador, en donde se presentarán 16 partidos.
Para el politólogo español Manuel Alcántara Sáez, experto en América Latina, la región es un claro ejemplo de "democracia fatigada".
"Hay una pérdida de relevancia de los mecanismos representativos. Primero, porque la gente no confía y, segundo, porque no se identifica. Esta debilidad institucional se agudizó el año pasado", señala.
La pandemia fue un verdadero cimbronazo para América Latina, que se convirtió en la región con más casos de Covid-19 en el mundoy sufrió una contracción económica del 8%, con unos 40 millones de personas que entraron en la pobreza. Un terreno fértil para los estallidos sociales, coincidieron los expertos. "Todo indica que puede volver a haber protestas. Hay más desigualdad, la crisis afecta a los sectores bajos o medios bajos y además la pandemia está machacando mucho psicológicamente a la gente, entonces es posible que haya una reacción", advierte Alcántara Sáez. Para Lagos, es muy probable un escenario de protestas "cuando se terminen las ayudas sociales".
"Lo interesante de esta ola de elecciones es si produce o no un cambio de comportamiento en el electorado. Yo creo que la pandemia es como una palmada en la frente, en la que se desnudan los eufemismos. La política, tan propensa a barrer las cosas debajo de la alfombra, ya no puede hacer eso", concluye Lagos.
Ecuador, a la sombra de Correa
El disparo de salida lo darán, el 7 de febrero, las elecciones presidenciales y legislativas en Ecuador. Condenado a ocho años de cárcel por corrupción y exiliado en Bélgica, Rafael Correa no está habilitado para participar en los comicios, pero el nombre del expresidente (2007-2017) sigue en el centro del debate y las elecciones se perfilan como un referéndum sobre él.
En lugar de Correa se presenta su delfín Andrés Arauz, un joven exministro. En las antípodas está el candidato de centroderecha Guillermo Lasso, un exbanquero que tiene su bastión en Guayaquil. Hay otros 14 candidatos. Aunque reina la indecisión, según las encuestas, el escenario más probable es una segunda vuelta en mayo próximo entre Arauz y Lasso.
"La segunda vuelta será una consulta popular sobre los diez años del gobierno de Correa. El expresidente perdió un caudal de seguidores con su salida del país y los casos de corrupción de su gobierno, pero tiene una base firme del 25 o 30%", señala Santiago Basabe, profesor de Ciencias Políticas de Flacso Ecuador.
Cualquiera sea el resultado, ya se habla de una Asamblea dividida, una conflictividad política alta –debido a que el principal objetivo del correísmo es el retorno de su líder– y más polarización.
Perú busca estabilidad política
En medio de un sistema sanitario colapsado, golpeado por la inestabilidad política y debilitado por la caída brusca del PBI –un 11,5% en 2020, según estimaciones–, Perú celebrará elecciones el 11 de abril próximo.
Por ahora, el presidente es el centrista Francisco Sagasti, que logró calmar los ánimos después de la renuncia de Manuel Merino, tras una ola de protestas por su nombramiento. Merino había asumido luego de que Martín Vizcarra fuera destituido por un caso de corrupción. Todo sucedió en una turbulenta semana, en noviembre pasado.
"Hoy la crisis política se canalizó a través las elecciones, pero nada está dicho para el 11 de abril, más aún en un país donde los cambios son muy frecuentes", dice en referencia a otro estallido social, como el de noviembre pasado, Fernando Tuesta, politólogo de la Universidad Católica de Perú.
La crisis de liderazgo derivó en 22 candidaturas presidenciales, que serán definidas el 11 de febrero. Desde hace varios meses lidera las encuestas, con un 17%, el joven conservador George Forsyth, que fue alcalde de Victoria, un distrito popular de Lima, y arquero de fútbol del club Alianza Lima.
Más atrás se encuentran la excandidata presidencial de derecha Keiko Fujimori –hija del expresidente Alberto Fujimori–, con 8% de intención de voto; el centrista Julio Guzmán, con 7%, y la izquierdista Verónika Mendoza, con 7%. Ningún candidato parece despegar en un país hastiado de su clase política. "En la campaña se están articulando discursos populistas. Se habla de mano dura contra de la inseguridad y hay discursos xenófobos en contra de los venezolanos", advierte Tuesta.
Chile, un laboratorio electoral
Chile será un verdadero laboratorio electoral. El 11 de abril se elegirán los 155 miembros encargados de redactar la nueva Constitución, además de alcaldes, concejales y gobernadores. El 4 julio próximo tendrán lugar las primarias y el 21 de noviembre, las elecciones presidenciales, legislativas y para consejeros regionales.
Es decir, no solo habrá un recambio de autoridades, sino también de las reglas de juego, lo que pondrá a prueba la capacidad institucional de Chile para manejar la incertidumbre.
"Hay bastante en juego, en particular en la elección de los constituyentes, porque ellos van a formar parte de la Convención que va a cambiar las reglas. No sabemos cuáles podrían ser los resultados de la Convención ni cómo será la nueva Constitución. El proceso se da en medio de un contexto de pandemia y de estallido social –el país sigue marcado por las protestas de 2019–, lo cual pone a Chile en un lugar de mucha incertidumbre", explica Kenneth Bunker, doctor en Ciencias Políticas de London School of Economics. De todos modos, según el experto, "las instituciones de Chile, aunque crujen, siguen siendo fuertes".
De cara a las elecciones presidenciales, según la última encuesta de la empresa Cadem, el centroderechista Joaquín Lavín lidera la carrera por delante del alcalde de la comuna de Recoleta –un enclave comercial del centro-norte de Santiago–, el comunista Daniel Jaude. "Si tuviéramos que decir hoy, Lavín y Jaude irían a una segunda vuelta, en la cual probablemente ganaría Lavín, porque apela al centro con un discurso más moderado y a Jaude le costará más acceder a este mundo", anticipa Bunker. La misma encuesta le da al actual presidente, Sebastián Piñera, 19% de aprobación, un número bajo, pero que representa un alza de siete puntos comparado con diciembre.
Nicaragua y Honduras, entre sospechas y denuncias
El panorama se ve turbio en Nicaragua y Honduras. El 7 de noviembre habrá elecciones presidenciales en Nicaragua, en donde el presidente Daniel Ortega –que gobierna desde 2007– podría pasarle el poder a su esposa, Rosario Murillo, basándose en un fraude electoral, según denuncia la oposición.
"Primero hay que ver si la oposición es capaz de integrar una plataforma unitaria, porque el régimen de Ortega les pone trabajas o incluso los persigue. Con todos los poderes en manos de Ortega, Nicaragua no vive una situación democrática", resume Alcántara Sáez.
Por su parte, Honduras celebrará el 28 de noviembre elecciones generales con altas probabilidades de que se reediten las características del proceso de 2017, cuando la debilidad de las instituciones electorales quedó en evidencia, advirtió el Instituto Universitario en Democracia, Paz y Seguridad (Iudpas), que depende de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (Unah).
Las elecciones generales de 2017, en las que fue reelegido el actual gobernante Juan Orlando Hernández, aun cuando la Constitución no lo permite, profundizó la crisis política que el país arrastraba desde el golpe de Estado de 2009 al entonces presidente, Manuel Zelaya.
El Salvador, México y la Argentina
Los gobiernos de Nayib Bukele, en El Salvador; de Andrés Manuel López Obrador, en México, y de Alberto Fernández, en la Argentina, tendrán tests de popularidad en febrero, junio, octubre –respectivamente–, con elecciones legislativas de mitad de mandato.
En El Salvador, a pesar de un panorama sombrío en lo social y en lo económico y de episodios que dejan al descubierto el talante autoritario del presidente, Bukele parece indestructible. Según las encuestas, obtendría la mayoría en el Parlamento.
En México, López Obrador vivirá en junio una prueba de fuego con las elecciones más grandes de la historia del país, en las que estarán en juego el control del Congreso, el dominio de casi la mitad de los estados y el futuro de su agenda de reformas. El partido del mandatario, Morena, es el favorito en las encuestas, pero para hacerle frente, la oposición formó la alianza Va por México. El país es uno de los que más sufren el impacto de la pandemia, y esta semana escaló al tercer puesto entre los países con más muertes por Covid-19 (156.579), al superar a la India; solo quedó detrás de Estados Unidos y Brasil.
En la Argentina, con una situación económica delicada que llevó al 41% de la población bajo la línea de la pobreza, la renovación del Congreso también será una prueba de fuego para Alberto Fernández.
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