Amenazas de despidos y hambre: el chavismo endurece la extorsión social para movilizar votantes
CARACAS.– "Tendremos una nueva elección popular este domingo y le diremos al mundo, a través del voto, que somos una patria libre y soberana". Pese a la celebración por adelantado, al presidente venezolano, Nicolás Maduro, y al chavismo no les basta con ganar la mayoría en las elecciones parlamentarias. El principal objetivo de la última semana de campaña es derribar el muro de la abstención propugnada por la oposición real, para lo cual el oficialismo acudió a una estrategia ya conocida: el endurecimiento de las medidas de extorsión social para animar el voto.
Bonos, comida, combustible, pensiones y hasta amenazas con perder los puestos públicos de trabajo. Todo vale para doblegar la resistencia de las clases medias y para atemorizar a las clases populares, que tanto dependen de las bolsas de comida CLAP, alimentos de baja calidad subvencionados que suponen la actualización bolivariana de la cartilla cubana de racionamiento. Según el último estudio de Naciones Unidas, más de nueve millones de personas están subalimentadas en Venezuela.
Ya lo dijo el número dos del chavismo, Diosdado Cabello ("quien no vota, no come"), una frase que levantó una polvareda mundial, pero que a la vez desnuda el modus operandi de la revolución: asustar con declaraciones y con acciones ejemplarizantes para forzar el voto de los venezolanos. "Es un chantaje", denunció el Observatorio contra el fraude electoral del 6-D.
Los beneficiarios de las cajas CLAP son, según el gobierno, los 19 millones de ciudadanos que cuentan con el carnet de la patria o están inscritos en el sistema patria, tecnología china al servicio de la revolución convertida en el mayor herramienta de control social y política.
A través de los famosos "puntos rojos", situados en las cercanías de los colegios electorales el día de los comicios, el chavismo toma nota de quién acude a votar, además de tener acceso también a las propias listas electorales.
"Ahora el abuso electoral ha llegado a tal grado que ofrecen el pernil navideño (plato tradicional de cerdo) solo para quienes vayan a votar y se registren con el carnet de la patria. Otra prueba más de discriminación social que constituirá otro prueba de violación de los derechos humanos de los venezolanos", advierte el internacionalista Emilio Figueredo.
"Hay opositores que también van a ir a votar porque tienen el temor de que si no aparecen como votantes en el sistema patria y no se registran como votantes en el punto rojo, les puedan quitar la nafta subsidiada. Estoy sorprendido de la cantidad de personas que confirman este miedo pese a que son opositores. Si son chavistas, van a tener una motivación muy grande para ir a votar, para que el sistema patria sepa que fueron a votar", señala a LA NACION Luis Salamanca, exrector del Consejo Nacional Electoral (CNE).
Solo quienes disponen del carnet de la patria y están registrados en el censo nacional del transporte tienen derecho a recibir el combustible racionado y en bolívares. En el mercado libre, un litro de nafta se vende a dos dólares, cuando el salario mínimo mensual fluctúa en torno a 70 centavos de dólar.
Las amenazas veladas son aún más fuertes para los empleados públicos y jubilados. La exministra Iris Varela dejó muy claro a los funcionarios de prisiones que "botarán" (despedirán) al que no vote, a través de un audio filtrado en las redes sociales. En anteriores elecciones se produjeron despidos ejemplarizantes en instituciones públicas, incluso entre trabajadores que se negaron a enviar una foto a sus jefes en el momento de su voto.
Ayudas
Por el conducto del sistema patria también se despachan los bonos que "regala" el gobierno, la apuesta directa elegida por la revolución para convertir a Maduro en una especie de Rey Midas bolivariano. La revolución prefiere mantener un salario mínimo esperpéntico para atribuirse así la entrega de estas ayudas directas. Esta semana comenzó a entregarse el último, llamado Bono Navidades Felices y Seguras, valorado en 4.680.000 bolívares, que equivalen a 4 dólares, según el cambio oficial publicado por el Banco Central de Venezuela (BCV).
Es una cantidad de dinero con la que un venezolano puede comprar apenas un kilo de arroz, un kilo de pasta y un litro de aceite. O también puede tirar la casa por la ventana y adquirir un cartón de huevos o un kilo de carne vacuna.
Las amenazas se suman una sobre otra para luchar contra la abstención, propugnada por una treintena de partidos de la oposición real y la sociedad civil. En su último sondeo, Delphos prevé una participación baja, en torno al 30%. Claro está, en una encuesta es complicado proyectar las amenazas previas y las trampas durante la jornada electoral, sin contar el relleno de urnas.
En 2017, en las elecciones para la Asamblea Nacional Constituyente, el chavismo introdujo al menos un millón de votos en las urnas, según la denuncia efectuada por Smartmatic, empresa tecnológica encargada del recuento.
"Esta es una elección de ómnibus", remacha Salamanca, para recordar la habitual operación remate con la que el chavismo fuerza a los electores a trasladarse a última hora a los centros de votación. "Y ahora la oferta de ómnibus tampoco es muy grande porque no hay cómo moverlos. Además, el gobierno se los reserva todos. Lo tienen bien preparado", sentencia el politólogo venezolano.
Otras noticias de Actualidad
- 1
El chavismo afirma que el opositor que dejó la embajada argentina colabora activamente con la Justicia
- 2
Uno de los opositores venezolanos asilados salió de la embajada argentina para entregarse a las autoridades chavistas
- 3
The Economist nombró al país del año: cuál fue el elegido y qué dijo sobre la Argentina
- 4
Crisis en Canadá: Trudeau reorganiza su gabinete en medio de crecientes presiones para que renuncie