Amenaza de Al-Qaeda contra el Papa
Llamaron a una guerra santa contra los "devotos de la cruz"; se extienden los pedidos para que el Pontífice se retracte
EL CAIRO.- La red terrorista Al-Qaeda se sumó ayer a la fuerte polémica que estalló en el mundo musulmán por las recientes declaraciones del papa Benedicto XVI sobre Mahoma y prometió que su "guerra santa" contra los "devotos de la cruz" continuará hasta que el islam se apodere del mundo. Mientras tanto, se extendían las protestas en varios países musulmanes luego de que el Papa evitó pedir disculpas por haber asociado el islam con la violencia.
Las declaraciones del Pontífice representaron "una movilización en favor de la guerra de los cruzados declarada por [George W.] Bush", dijo la célula iraquí de la red que encabeza Osama ben Laden. "Seguiremos nuestra jihad. No nos detendremos hasta que la bandera del monoteísmo ondee por doquier en el mundo", agregó. "Está cerca el día en que los ejércitos del islam destruirán los muros de Roma. Las únicas alternativas serán la conversión [al islam] o la espada", advirtió la organización. "Le decimos al devoto de la cruz [el Papa]: usted y Occidente serán derrotados, como en Irak, Afganistán y Chechenia. Romperemos la cruz y derramaremos el vino. Decimos a los infieles y los tiranos: deben esperar el sufrimiento".
En tanto, mientras una efigie del Pontífice era quemada por cientos de musulmanes en la ciudad iraquí de Basora, el Consejo de Shura (consultivo) de los Mujahiddines -alianza de cinco grupos de insurgentes sunnitas- anunció que tanto el Papa como Occidente están "condenados".
La peor crisis de la historia reciente del Vaticano, que obligó ayer a las autoridades de la Iglesia Católica a lanzar una ofensiva diplomática para frenar múltiples actos de violencia (ver aparte), estalló el martes pasado por una cita que Benedicto XVI incluyó en un discurso que pronunció en la ciudad alemana de Ratisbona. "Muéstrame también aquello que Mahoma ha traído de nuevo y encontrarás sólo cosas malas e inhumanas, como su órden de difundir por medio de la espada la fe que él predicaba", fueron las palabras evocadas por el Pontífice, que habían sido pronunciadas en el siglo XIV por el emperador bizantino Manuel II Paleólogo.
Benedicto XVI se lamentó anteayer en público por la reacción que provocó la cita, y aclaró que ésta no reflejaba su opinión personal. Sin embargo, no pidió perdón ni se retractó, lo que fue considerado otra provocación en gran parte del mundo musulmán.
Las protestas, que incluyeron el incendio de varias iglesias en Medio Oriente durante el fin de semana y recordaron la ola de violencia desatada a fines de 2005 por la publicación de caricaturas de Mahoma, se extendieron ayer por varios países. Mientras el jefe de la Unión Mundial de Ulemas (sabios) Islámicos instaba a todos los musulmanes a "expresar su ira el próximo viernes", un centenar de miembros de un grupo islámico radical de Indonesia llamaba a "crucificar al Papa".
Otras protestas fueron más moderadas, como la de unos estudiantes que que desplegaron en Teherán un cartel que decía: "Respondemos con la bondad a la violencia de Benedicto XVI".
El vocero del gobierno iraní, Gholam Hossein Elham, dijo que las precisiones hechas anteayer por el Papa eran "necesarias" pero no suficientes. Y el líder supremo iraní, el ayatollah Ali Khamenei, opinó que son el "último eslabón" de una cruzada estadounidense-israelí contra el islam, que busca generar crisis entre las religiones para "alcanzar sus objetivos satánicos".
Los 57 países que integran la Organización de la Conferencia Islámica llegaron a advertir ayer ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU que las declaraciones del Papa "amenazan con profundizar más la distancia entre Occidente y el mundo del islam, y dañan los esfuerzos actuales para alentar el diálogo entre las religiones".
Por otra parte, nueve países -Irak, Arabia Saudita, Jordania, Bahrein, Siria, Egipto, Kuwait, Irán y Turquía- reclamaron ayer "disculpas claras y francas" al Papa. En Egipto, varios diputados exigieron que se congelaran las relaciones diplomáticas con el Vaticano hasta que el Pontífice no responda a esa demanda. Y en Turquía dos ciudadanos incluso denunciaron a Benedicto XVI ante la Justicia: uno de ellos solicitó "la condena y el arresto" del Pontífice durante su próxima visita, que fue confirmada para fines de noviembre. Malasia, uno de los mayores países musulmanes del mundo, juzgó que las manifestaciones de pesar del Papa "no están encaminadas a calmar la cólera".
Ante la explosiva situación, se extendieron también los llamados a la prudencia. La Comisión Europea, por ejemplo, expresó su esperanza de que las reacciones se funden "en lo que fue realmente dicho" y no "en citas deliberadamente sacadas de contexto".
También el gobierno de Estados Unidos intentó calmar los ánimos: recordó que el Papa había lamentado haber ofendido a los musulmanes y dijo que "no hay espacio para la violencia en nombre de la religión". En tanto, aunque se abstuvo de criticar abiertamente al Papa, el presidente francés, Jacques Chirac, instó a "evitar cualquier cosa que incentive las tensiones entre pueblos y religiones".
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