Ofensiva de Obama contra las armas
A un mes de la matanza de Newtown, anunció un duro plan para regular su uso
WASHINGTON.– Fue necesario que veinte niños murieran a balazos en Connecticut a manos del desquiciado que atacó su colegio para que la situación empezara a moverse.
Lo cierto es que, un mes después de aquella masacre, el presidente Barack Obama anunció ayer un plan concreto y bastante abarcativo para regular y reducir la pasmosa cantidad de armas en manos de civiles que existe en este país.
Se trata del esfuerzo más importante en los últimos 20 años para moderar lo que el presidente calificó como una "epidemia" de matanzas a manos de atacantes solitarios. Un fenómeno tan grave que, en palabras de Obama, "ya no puede esperar más".
El paquete comprende un abanico de proyectos de ley que debe pasar por el Congreso, así como 23 medidas ejecutivas que no necesitan la intervención legislativa y son de cumplimiento inmediato.
Al Congreso le pidió que reinstaurara la prohibición de armas de asalto y de cargadores de alta capacidad, como los que utilizó el asesino de la escuela.
Esta iniciativa es la que más polémica generó, sobre todo entre los grupos que defienden la cultura del rifle y que tienen gran peso en Estados Unidos.
Entre las órdenes ejecutivas (decretos), en tanto, una de las más aplaudidas fue la que obliga a los comerciantes de armas a verificar en profundidad los antecedentes de los compradores, en especial si presentan problemas psicológicos.
Las polémicas armas de asalto, usadas muchas veces en matanzas públicas, estuvieron limitadas durante muchos años, pero esa restricción prescribió en 2004.
De hecho, la mayoría de las armas que se utilizaron en la seguidilla de matanzas que hubo el año pasado en este país fueron adquiridas legalmente por quienes las dispararon. La razón es que nadie tuvo la responsabilidad de verificar quiénes eran o qué antecedentes tenían.
"Sabemos que no hay norma que por sí misma garantice que no vaya a haber más muertes a causa de los actos de violencia sin sentido –admitió el presidente–. Pero, aun así, debemos intentarlo."
No será una ofensiva sencilla. Si bien los respaldos caen, un buen número de norteamericanos defiende la tenencia y el uso civil de armas de fuego, algo que está amparado por la Constitución. Además, los principales grupos de presión en favor de esa cultura lanzaron ayer una campaña a todo o nada en contra de los planes de Obama.
"Hipócrita elitista", le cargó, por caso, la Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas en inglés), uno de los grupos más fuertes en favor del uso de armas. Su titular entendió que el presidente discriminaba entre la defensa de sus dos hijas y los millones de niños y jóvenes del país.
A través de una publicidad televisiva, la entidad reprochó que Obama "no tomara en serio" su propuesta de apostar guardias armados en las escuelas para evitar la muerte de niños inocentes, cuando sus propias hijas –Sasha y Malia– gozan de la protección (armada) del servicio secreto.
"¿Son las hijas del presidente más importantes que las del resto de los norteamericanos?" fue el mensaje de la entidad.
El tono del reproche fue francamente inusual para una sociedad que tiene como norma el respeto a la familia de las figuras públicas.
Obama no reaccionó directamente al ataque –que da una medida de lo visceral que puede tornarse esta cuestión–, pero su vocero, Jay Carney, lo calificó como "repugnante y cobarde". Muchos norteamericanos reaccionaron con igual indignación. Pero eso no desalentó a la NRA.
"Reaccionan así porque, en realidad, lo que está claro es que hay un argumento que no se puede revertir y es que hay millones de niños expuesto al peligro por la resistencia a poner guardias armados en las escuelas", insistió el presidente de la entidad, David Keene.
El debate y la respuesta de Obama son la reacción a la matanza de Newtown, en Connecticut, ocurrida antes de Navidad, cuando un joven desequilibrado descargó sus armas dentro de una escuela primaria.
Veintiséis personas murieron en cuestión de minutos; veinte de ellas, niños de menos de siete años. Fue una conmoción nacional.
De hecho, la escuela donde todo sucedió sigue cerrada y los alumnos que sobrevivieron tuvieron que ser relocalizados en otros establecimientos. Nadie quiere volver a pasar por allí.
Con todo su espanto, la matanza fue la más desgarradora en un año, de por sí trágico. En julio pasado, 12 personas murieron al ser acribilladas en un cine en Aurora, en el estado de Colorado, mientras que otras 50 resultaron heridas, algunas de ellas, de gravedad.
"Epidemia de matanzas", dijo ayer Obama y muchos lo respaldaron. Entre ellos, entidades que trabajan por la regulación de la tendencia de armas y familiares de víctimas.
"Quien crea que esto jamás le sucederá se está mintiendo a sí mismo. Ésta es la primera vez que los políticos nos escuchan, así que, por favor, no nos abandonen", pidió Sandy Phillips, madre de una joven asesinada en la matanza del cine de Aurora.
No todos escucharon el mensaje. De hecho, fuentes privadas señalaron un aumento en la venta de armas en las últimas semanas, ante la reacción espontánea de quienes preveían una mayor regulación, como la que ahora se impulsa.
Los norteamericanos tienen una relación intensa con las armas. La estimación más aceptada sitúa en cerca de 300 millones la cantidad de armas en manos de civiles que circulan por el país, un promedio de casi una por habitante. Pueden comprarse, incluso, por Internet.
"Uno de los grandes problemas que existe es la brecha entre tenencia de armas y salud mental", dijo a LA NACION Thomas Mausher, de la organización Colorado Ceasefire. Con años de lucha por la regulación de las armas, ayer estaba emocionado. "Jamás creí que vería este día", dijo
Los pronósticos no hablan de una batalla sencilla. Una de las posibilidades es que, después de la pompa de ayer, el grueso del paquete se trabe en el Congreso. "En ese caso, Obama tendrá que decidir cuánto capital político invierte en impulsarlo. Y, si no se aprueba, los legisladores lo culparán por ello", analizaba ayer el influyente The New York Times.
Buena parte de la oposición republicana mantuvo una posición cauta. "Vamos a estudiar el tema", dijo el titular de la Cámara de Representantes, John Boehner.
Del editor: por qué es importante
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