Ambición territorial: crece la tensión a medida que se intensifican los vuelos militares chinos cerca de Taiwán
China realizó 56 vuelos militares frente a las costas del sudoeste de Taiwán, estableciendo un nuevo récord y coronando cuatro días de presiones sostenidas que involucraron un total de 149 vuelos
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TAIPEI, Taiwán.- Con el número récord de vuelos militares cerca de Taiwán de la semana pasada, el gobierno chino no solo parece querer demostrar la nueva potencia y sofisticación de sus Fuerzas Armadas, sino también redoblar el hostigamiento sobre una isla que considera como propia y reafirmar las ambiciones territoriales de China en la región.
Tan solo el lunes, el Ejército Popular de Liberación de China realizó 56 vuelos militares frente a las costas del sudoeste de Taiwán, estableciendo un nuevo récord y coronando cuatro días de presiones sostenidas que involucraron un total de 149 vuelos. Todos esos vuelos se mantuvieron dentro de los límites del espacio aéreo internacional, pero obligaron a las fuerzas de defensa taiwanesas a movilizarse y alimentaron el temor a un eventual error de cálculo que termine desatando una escalada bélica no buscada.
Las incursiones aéreas se producen en momentos en que el creciente poderío diplomático y militar de China enfrenta más resistencia de parte de los países de la región y una mayor presencia naval de Estados Unidos y otras democracias de Occidente en Asia, mientras Taiwán reclama más apoyo y reconocimiento de la comunidad internacional.
Washington calificó las recientes acciones de Pekín como “riesgosas” y “desestabilizantes”, y China respondió que la venta de armas de Estados Unidos a Taiwán y los barcos norteamericanos que navegan el Estrecho de Taiwán son una “provocación”.
Mientras Pekín aumentaba los vuelos militares, Washington redoblaba las maniobras navales con sus aliados en la región Indo-Pacífico, desafiando el reclamó territorial chino sobre ese crucial cauce de agua.
El ministro de Defensa taiwanés, Chiu Kuo-cheng, les dijo el miércoles a los legisladores de su país que la situación “es la más grave que he visto en mis 40 años de servicio”.
Aunque la mayoría coincide en que no es inminente una guerra, la presidenta taiwanesa, Tsai Ing-wen advirtió que el riesgo es grave si Pekín cumple con sus promesas pasadas de tomar la isla por la fuerza de ser necesario.
Consecuencias catastróficas
“La caída de Taiwán tendría consecuencias catastróficas para la paz regional y el sistema democrático de alianzas”, escribió Tsai el martes en una encendida columna de opinión en la revista Foreign Affairs. “Sería una señal de que en la actual competencia de valores a nivel global, el autoritarismo le lleva ventaja a la democracia.”
Los vuelos militares de China sobre la “zona de identificación de defensa aérea” de Taiwán —un espacio aéreo internacional que la isla cuenta como “colchón” de su estrategia de defensa— son frecuentes, pero hasta hace poco se trataba a lo sumo de un puñado de aviones.
Tal vez más significativo que el número de aviones sea la conformación de las flotillas, que incluye aviones de combate, cazabombarderos, y aeronaves de alerta temprana, señala Euan Graham, analista de defensa del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos de Singapur.
“Tienen ese nivel de sofisticación y una composición típica de un escuadrón de ataque, y eso es parte de la escalada de presión”, dice. “No son un par de cazas que se acercan y después de rozar el límite con un ala retroceden: son maniobras mucho más decididas”.
El control de Taiwán y su espacio aéreo es clave para la estrategia militar china, y el área donde tuvieron lugar las incursiones más recientes también conduce al Pacífico Occidental y al Mar de la China Meridional.
Con los vuelos del lunes, el número total de las recientes incursiones aéreas asciende a más de 815 desde que el gobierno taiwanés comenzó a publicar las cifras, hace poco más de un año.
China está mejorando y robusteciendo a toda marcha su Ejército, y los vuelos más recientes demuestran un mayor nivel de poderío y capacidad técnica, dice Chen-Yi Tu, del Instituto de Investigación de Seguridad y Defensa Nacional de Taiwán.
Se trata de un marcado contraste con la situación de hace 20 o 30 años, cuando las fuerzas chinas no podían repostar en pleno vuelo o cruzar el mar, dice Oriana Skylar Mastro, del Instituto Freeman Spogli de Estudios Internacionales de la Universidad de Stanford y alto miembro del American Enterprise Institute de Washington.
“El mensaje de China a Estados Unidos y Taiwán es que no está en la situación de antes y que ahora que tiene opciones”, dice. “Ahora pueden hacerlo que quieran y no se dejarán disuadir.”
Por otro lado, muchas democracias han expresado un creciente apoyo a Taiwán y han intensificado las operaciones navales en la zona.
Mientras China realizaba sus recientes incursiones aéreas, 17 barcos de las armadas de Estados Unidos, Gran Bretaña, Japón, Países Bajos, Canadá y Nueva Zelanda, incluidos tres portaaviones y un portahelicópteros japonés, realizaron maniobras conjuntas frente a la isla japonesa de Okinawa, al nordeste de Taiwán, con la intención de exhibir su compromiso con un “Indo-Pacífico libre y abierto”.
Pocos días antes, la fragata británica HMS Richmond atravesó el Estrecho de Taiwán y lo anunció por Twitter, provocando una airada respuesta de China, que condenó la medida como “una demostración de presencia sin sentido, pero con malas intenciones”.
Las acciones internacionales intentan contrarrestar el relato de Pekín de que sus propias acciones son en respuesta a los movimientos estadounidenses, y demuestran que las democracias tienen la intención de defender las leyes y normas marítimas en vigor, señala Graham.
“Cuando por primera vez desde 2008 el Reino Unido envía un barco a atravesar el Estrecho de Taiwán y navegar por la línea mediana, el mensaje es que saben que China sabe por dónde pasa esa línea”, apunta Graham. “Para que el status quo siga vigente hay que mantenerlo, y la forma más enfática de hacerlo es manifestarse físicamente con un activo de un país, como por ejemplo un buque de guerra.”
Australia, que también manifestó su enojo por los vuelos recientes de China, el mes pasado anunció un acuerdo de compra de submarinos de propulsión nuclear con Estados Unidos y Gran Bretaña, una contundente declaración de que piensa desempeñar un papel más importante en la región
Y Japón, siempre cauteloso en sus relaciones con Pekín, su socio comercial clave, ahora considera a China como una amenaza para la seguridad, debido a la creciente actividad china en los mares regionales y alrededor del Estrecho de Taiwán. El nuevo primer ministro japonés, Fumio Kishida, dijo que el diálogo con China es importante, pero que Japón también debería asociarse con democracias afines y reforzar su alianza de seguridad con Estados Unidos y otros aliados, a la vez que fortalece sus capacidades de defensa.
Respuesta conjunta
“Hay varias democracias de la región tratando de formar algún tipo de coalición y desarrollar un mecanismo de respuesta conjunta ante la actividad de China en la región”, dice J. Michael Cole, investigadores del Instituto Global Taiwán.
La histórica política de Estados Unidos hacia Taiwán es brindarle apoyo político y militar, pero sin una promesa explícita de defender la isla ante un ataque chino.
De todos modos, al aumento de la actividad militar norteamericana en la región, Pekín a respondido aumentando la suye en la región Indo-Pacífico, señala Yue Gang, coronel retirado del ejército chino y comentarista militar radicado en Pekín.
“La administración Biden está aumentando la presión militar de disuasión contra China, no solo con el envío de buques y aviones de guerra, sino también exhibiendo a sus aliados”, dice Yue Gang. “Tal vez la respuesta de Pekín sea esta para no transmitir una imagen de debilidad.”
“Es más una guerra psicológica y de mensajes, para advertirle a Estados Unidos que no se acerque tanto a Taiwán”, añadió.
Agencia AP
Traducción de Jaime Arrambide
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