Amargo aniversario para Trump: el gobierno federal quedó paralizado
La falta de acuerdo entre republicanos y demócratas por el presupuesto derivó en el cierre de varias oficinas estatales; el presidente culpó a la oposición por el bloqueo político
WASHINGTON.- Donald Trump llegó a Washington como un negociador talentoso, con la promesa de "drenar el pantano" y administrar el gobierno como una empresa eficiente. Un año después, el presidente se encontró con su gobierno "cerrado", luego del fracaso de febriles negociaciones entre la Casa Blanca, los demócratas y los republicanos para acordar una prórroga de los parches a los que recurre el Congreso para financiar la administración pública ante la ausencia de un presupuesto.
Trump tenía previsto festejar su primer aniversario en la Casa Blanca con una fiesta lejos de Washington, en Mar-a-Lago, su club privado en Palm Beach, pero se vio forzado a suspender su viaje para buscar una solución a una crisis que sufrieron, como presidentes, Ronald Reagan, George H. W. Bush, Bill Clinton -dos veces- y Barack Obama, por última vez en 2013.
La parálisis en la que quedó sumido esta vez el arco político de Washington se debió a una disputa entre el oficialismo y la oposición por los dreamers, unos 800.000 jóvenes inmigrantes indocumentados a quienes Trump prometió darles una solución definitiva a su situación migratoria, luego de quitarles una protección contra la deportación que les había brindado Obama por decreto.
El primer cierre del gobierno de la presidencia de Trump tuvo una peculiaridad: es la primera vez que ocurre con el oficialismo en control de la Casa Blanca y las dos cámaras del Congreso.
El gobierno cerró a primera hora del 20 de enero, luego de que los republicanos fracasaran en su intento de sacar en el Senado un proyecto de ley para financiar por un mes al gobierno federal, aprobado por la Cámara baja. El oficialismo necesitaba 60 votos, pero solo cuenta con 51. Ningún demócrata respaldó la iniciativa: exigían, a cambio, una ley que les brindara papeles a los dreamers.
"Los demócratas están reteniendo a nuestro ejército como rehén por su deseo de tener una inmigración ilegal sin control. ¡No puedo permitir que eso suceda!", tuiteó Trump.
El primer aniversario del presidente en la Casa Blanca quedó teñido por las dos noticias salientes del día: el cierre del gobierno federal y las multitudinarias marchas opositoras, que se replicaron de costa a costa en todo el país, y que fueron un prólogo del acto central de la segunda Marcha de las Mujeres, que se realizará hoy en Las Vegas.
Acusaciones
La crisis dejó al descubierto otra vez la disfuncionalidad que azota a Washington, acalambrada por la polarización política. En 2013, fueron los demócratas quienes acusaron a los republicanos de forzar un cierre del gobierno y retener como rehenes a millones de personas. En ese entonces, con Obama en la Casa Blanca, los republicanos querían debilitar la reforma de salud (Obamacare) a cambio de financiar a la administración pública. Ahora, los roles se dieron vuelta: fueron los demócratas quienes usaron el financiamiento como moneda de cambio.
La Casa Blanca exigió, a cambio de respaldar una solución definitiva a la situación legal de los jóvenes inmigrantes, un fondo de 18.000 millones de dólares para financiar la construcción del muro en la frontera con México. Los demócratas rechazaron esa propuesta. La parálisis amenazaba con forzar a Trump a suspender su viaje a Davos para la cumbre del Foro Económico Mundial, su primera gira internacional prevista para este año.
Oficialismo y oposición negociaron hasta último momento en busca de un acuerdo. El último intento de evitar el cierre fue antenoche, cuando Trump recibió en la Casa Blanca al líder demócrata del Senado, Chuck Schumer, para intentar forjar un acuerdo en la recta final al cierre. No hubo caso. Tras ese fracaso, republicanos y demócratas cruzaron acusaciones: los republicanos bautizaron "el cierre Schumer", y el demócrata replicó al señalar que era imposible negociar con Trump.
"Negociar con esta Casa Blanca es como negociar con gelatina. Es casi imposible", lamentó Schumer. A su lado se veía un cartel con una etiqueta: #CierreTrump.
Aunque el gobierno federal había cerrado, el Congreso mantuvo abiertas sus puertas, y los legisladores se quedaron en la capital a la espera de un acuerdo que destrabara la impasse y evitara un costo mayor. Trump y el líder republicano del Senado, Mitch McConnell, aún buscaban una solución. Si la parálisis persistiera, cientos de miles de trabajadores federales comenzarán a ser suspendidos, y un amplio espectro de programas gubernamentales quedarán paralizados.
"Hacemos algunas cosas locas en Washington", dijo el presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, en un discurso en la Cámara baja. "Pero esto es una locura", agregó.