Con una mezcla de vecindarios centrados en la arquitectura innovadora, la sostenibilidad y el enriquecimiento social, ¿puede Almere darnos una idea de cómo podría ser vivir en las ciudades en los próximos años?
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Hace poco más de un siglo, cualquiera que mirara hacia el agua en los extremos orientales de Ámsterdam en un día despejado habría visto a los pescadores holandeses sacando sus redes del mar. Hoy en día, la vista es muy diferente: más de 200.000 personas viven ahora en un lugar que una vez estuvo cubierto por las aguas del IJsselmeer, un mar interior creado cuando la desembocadura en el Mar del Norte fue cortada por un largo dique en la década de 1930.
El asentamiento creado donde una vez estuvo el agua es Almere, la ciudad más nueva de Países Bajos, que pasó de ser no existir en la década de 1970 a convertirse en la octava ciudad más grande del país. Si Atlantis fue la ciudad antigua que, según el mito, desapareció bajo las olas, Almere es la réplica moderna, surgida del mar.
Y lo hizo como quizás la ciudad más experimental del mundo, al llevar a cabo diferentes proyectos que desarrollan el concepto de “diseñado para vivir”. Muchos de los vecindarios en expansión de Almere brindan un foro tanto para la innovación urbana como para la expresión personal individual.
Durante los últimos 15 años, por ejemplo, el vecindario de Homeruskwartier proporcionó un lienzo para que alrededor de 1.500 constructores den rienda suelta a su imaginación, creando una cornucopia de viviendas individualizadas ubicadas dentro de bulevares bordeados de árboles, zonas verdes y vías fluviales, acompañadas de locales escuelas, mercados e instalaciones comunitarias.
El gerente de distrito detrás de la primera década de esta explosión de expresión arquitectónica dirigida por personas fue la arquitecta experimental holandesa Jacqueline Tellinga. “Los diseñadores estuvieron de acuerdo en una cosa: Almere no debería ser un edificio alto, anónimo y monótono”, dice ella. Para ella, la gran diversidad de casas en todo Almere simplemente no habría sido posible si los desarrolladores convencionales hubieran estado a cargo.
Barrios temáticos
Dentro de esta libertad general de desarrollo, algunas áreas de Almere tienen un tema común. En Regenboogbuurt (Rainbow Neighborhood), reinan los colores del caleidoscopio.
Altas casas amarillas con curvas se topan con casas adosadas de color aguamarina y torres residenciales de color rojo brillante, que hacen referencia a los silos de grano que alguna vez fueron típicos de los paisajes agrícolas holandeses. Mientras tanto, De Fantasie (La fantasía), es un enclave que presenta edificios llamativos que ganaron una competencia de diseño de 1982. Lo inusual de este concurso es que estableció reglas radicales para sus participantes.
Se prohibió el uso de cimientos en su construcción y se recompensó los diseños que jugaron ingeniosamente con los materiales y los espacios de vida internos. El grupo de casas resultantes ahora atrae a fanáticos de la arquitectura de todo el mundo para admirar los resultados.
Desde el dúo de Paneelhuis de casas geométricas con techo de paja que parece sacado de cuento de hadas, hasta la casa Psyche que integra materiales tan diferentes como la caoba, vidrio y aluminio en una estructura que presenta un espacio habitable en forma de ala sostenido por vigas de columnas dobladas. Pero las ciudades no solo están habitadas por aquellos que tienen los medios para construir estructuras tan extravagantes.
El distrito de Almere Poort cuenta con viviendas de bajo coste diseñadas por arquitectos locales para familias con ingresos familiares anuales inferiores a US$22 000. Pero en lugar de bloques de torres grises y vecindarios en ruinas que acompañan a las viviendas más baratas en la mayoría de las ciudades globales, Almere Poort combina esta asequibilidad con una calidad de vida estimulante gracias a un entorno natural que incluye bosques y una excelente playa.
“Es la interacción entre los experimentos y las técnicas probadas lo que hace de Almere un modelo tan fascinante para los demás”, dice Winy Maas, socio fundador del estudio de arquitectura y urbanismo global con sede en Róterdam MVRDV. El plan maestro “Almere 2030″ de la firma proporciona una plantilla flexible para inspirar el desarrollo de la ciudad durante la próxima década, trabajando en colaboración con quienes viven aquí.
“No creemos que ninguna ciudad deba ser el resultado de la visión de una sola persona o una organización”, dice Maas.
El nacimiento de una nueva ciudad
La creación de la isla artificial más grande del mundo, bautizada como Flevoland y que cubre algo más de 1.000 kilómetros cuadrados a fines de la década de 1960 proporcionó la tierra donde se asienta Almere. Los primeros habitantes llegaron a fines de la década de 1970 y el núcleo del municipio se estableció formalmente en 1984.
La principal razón práctica para la creación de Almere fue aliviar la presión del mercado de la vivienda en una de las partes más densamente pobladas de los Países Bajos. El proyecto proporcionó un lienzo en blanco en un entorno natural virgen para aliviar el hacinamiento de personas en las dos principales ciudades cercanas, Ámsterdam y Utrecht.
Inspirados en las “ciudades jardín”
Como inspiración inicial, los urbanistas de Almere acudieron a un movimiento que tomó forma en Inglaterra a principios del siglo XX y que se puede ver en nuevas ciudades planificadas como Letchworth Garden City y Welwyn Garden City al norte de Londres. Los planos llegaron de un urbanista británico visionario que tiene un nombre que recuerda a un personaje de Dickens.
“Almere fue una variación de los principios de las ‘ciudades jardín’ (garden cities) de Ebenezer Howard”, explica JaapJan Berg, investigador en planificación urbana vinculado al influyente International New Town Institute.
Los ideales de “las ciudades jardín” incluyen abundancia de espacio habitable, diseños de vivienda actualizados, escuelas y centros de atención médica integrales en los vecindarios, buen transporte público y distancias cortas entre las áreas habitables y los alrededores verdes.
Fue un enfoque del que se burlaron en ese momento algunos urbanistas holandeses acostumbrados a las ideas de la vida urbana moderna de gran altura que dominaron gran parte de la planificación de la posguerra. Un destacado arquitecto de la década de 1970 Carel Weeber describió las primeras partes que se construyeron de Almere como ejemplos de Nieuwe Truttigheid (“Nueva locura”).
El plano inicial para Almere fue diseñado por el arquitecto holandés de renombre mundial Rem Koolhaas, a través de su premiado estudio Office for Metropolitan Architecture. Koolhaas comenzó creando un centro urbano de tres niveles que concentraba estacionamiento subterráneo para automóviles complementado con instalaciones comerciales y de ocio a nivel del suelo y ahora libres de tráfico.
El diseño de triple pila se completó con una capa superior de espacios verdes en los techos de los edificios a nivel del suelo, en los que se asientan casas y pequeños bloques de apartamentos. Alrededor del 60% de Oosterwold, un área única diseñada para fomentar la producción local de alimentos, está reservada para apoyar la “agricultura urbana”, reduciendo el impacto del cambio climático en el transporte de alimentos.
La naturaleza también se integró desde el principio en una ciudad en forma de más de 40 km de costa y 400 km de ciclovías exclusivas. “La mayoría de los residentes viven a cinco minutos de parques, ciclovías y transporte público”, dice Liesbeth Hollander, vocera de la oficina de turismo de Almere. “La gente a menudo lo menciona como una razón importante por la que aprecian tanto vivir en Almere”.
La libertad otorgada a los residentes de Almere para desempeñar un papel clave en el desarrollo y la apariencia de su ciudad también causó asombro. Cuando el estudio de arquitectura MVRDV presentó por primera vez su visión de Almere como una especie de diseños de “código abierto” de vecindarios distintos diseñados por sus propios residentes, la comunidad del sector reunida en la Bienal de Arquitectura de Venecia de 2012, vio la idea extremadamente radical, especialmente los europeos.
Mientras, los colegas latinoamericanos advirtieron sobre los paralelismos negativos sobre la libertad que se les dio a los residente de Almere y el caos de lugares como las desordenadas favelas de Brasil.
Un experimento vivo
Si le preguntamos a Maas si Almere es básicamente una ciudad experimental, dará una respuesta matizada. “Almere no es exactamente una ciudad experimental, sino una ciudad en la que pueden ocurrir experimentos”, dice.
“La diferencia es sutil pero importante. La ciudad siempre incorporó características ya probadas de urbanismo: núcleos múltiples, fuertes conexiones de transporte, etc. Pero encontramos formas de experimentar dentro de esos marcos. O, lo que es más importante, encontramos formas dejar que otros experimenten”.
Crear jugando
Parte de ese proceso se basó en un enfoque revolucionario de planificación urbana a través de un juego. Ekim Tan, creó en 2009 una iniciativa basada en juegos llamada “Play the City”, como producto de su investigación de doctorado en la Universidad Tecnológica de Delft.
“Play the City” reúne a grupos de lugareños para tomar decisiones sobre varios aspectos del uso del suelo y el diseño de infraestructura dentro de un entorno de juego interactivo, lo que requiere compromisos en diferentes etapas para que el juego progrese.
Este enfoque tiene como objetivo descubrir lo que los habitantes de la ciudad realmente quieren en su entorno de vida, al tiempo que fomenta la toma de decisiones en colaboración y la resolución de conflictos utilizando tarjetas, tableros y videos interactivos.
Los residentes de Almere jugaron el “juego” de Tan regularmente durante la última década para brindar información sobre la evolución de diferentes vecindarios. Un proceso que también da información para planificadores urbanos como Tan, quienes pueden ver “qué reglas usaba más la gente y por qué razón o qué reglas evitaron o rompieron”.
Si vemos qué paso en Play the City en relación con la evolución del distrito de Oosterwold, el área diseñada para fomentar la producción local de alimentos, alrededor del 60% de la superficie está reservada para apoyar la “agricultura urbana”, brindando a los residentes no solo los beneficios físicos y emocionales de cosechar sus propios alimentos, sino también reduciendo el impacto del cambio climático en el transporte de alimentos.
Alrededor de 1.000 personas se reunieron en “Play the City: Oosterwold” en 2011. El juego juntó a residentes locales con granjeros, planificadores de la ciudad de Almere, expertos legales y la junta nacional de agua holandesa. Las ideas de este último organismo son importantes en una nación que vive principalmente por debajo del nivel del mar.
Uno de los resultados del juego fue un claro deseo de la gente de construir sus casas lo más cerca posible del agua, lo que llevó a las autoridades de la ciudad a modificar un criterio de planificación anterior que estipulaba que a cada lado de cada parcela de construcción había que dejar libre una franja de acceso de dos metros.
Los jugadores también se vieron guiados por el juego hacia los compromisos de la comunidad, como el diseño de la carretera. Los nuevos barrios que tomarán forma durante la próxima década incluyen propuestas para 500 casas flotantes en un lago gigante. Esta comunidad de ciudadanos en el juego también se incluyeron en el plan maestro de MVRDV.
“Realmente no planeamos nada con detalles concretos, sino que permitimos que los residentes construyeran sus propios vecindarios”, dice Maas. “A cambio, tienen más responsabilidad: planificar calles con sus vecinos, organizar su propio suministro de energía, etc. Esa parte suena radical para algunas personas, pero en realidad es así como se construyeron las ciudades durante siglos”.
Los nuevos barrios que tomarán forma durante la próxima década incluyen Almere Pampus, que incluye propuestas para 500 casas flotantes en un lago gigante. Almere también aprovechará su celebración de “Floriade 2022″, la exposición internacional más grande del mundo en el campo de la horticultura.
Tendrá lugar a finales de este año (de abril a octubre) para crear un nuevo barrio verde permanente en el corazón de la ciudad una vez que los expositores se hayan marchado.
Un ejemplo para otros
La evolución de Almere también está inspirando a otras ciudades, al brindar ejemplos de planificación urbana innovadora en acción. “Políticos, arquitectos o planificadores urbanos, vienen de todo el mundo para mirar y aprender de Almere”, dice JaapJan Berg, que afirmó que China tiene especial interés.
“Estuvieron trabajando en nuevos pueblos y ciudades allí en una escala completamente diferente, por ejemplo en lugares como Shenzhen. En el Reino Unido, mencionaría Milton Keynes y en Francia, Marne-la-Vallee”, añadió. Mientras tanto, MVRDV se basó en los principios de Almere en su remodelación del centro de la ciudad holandesa de Eindhoven, que tiene como objetivo permitir que esa ciudad se expanda significativamente, pero que aún conserve un aire de “comodidad”.
Tomaron prestado de Almere la creación de espacios verdes en el centro de la ciudad y el uso de edificios de colores brillantes con formas llamativas para animar el paisaje urbano. Los principios aprendidos en Almere también se están implementando en menor escala en el pequeño pueblo holandés de Overschild, que vio casi el 80% de sus hogares gravemente dañados como resultado de los terremotos provocados por el fracking en el área.
Las ideas clave probadas en Almere que se presentan aquí incluyen la posibilidad de que los residentes diseñen sus propios hogares, junto con la toma colectiva de decisiones sobre infraestructura e instalaciones.
“Se preguntó a los residentes cuáles eran sus deseos y cómo sentían que debería verse la aldea en 10 años; [entonces] les hemos dado a los residentes una caja de herramientas que les brindará la ayuda y la inspiración necesarias para tener el futuro en sus propias manos”, dice Maas.
Aunque Almere supone un audaz banco de pruebas de experimentos urbanos y enfoques de mente abierta para la planificación urbana, Jacqueline Tellinga, directora de proyectos del vecindario Homeruskwartier de la ciudad, advierte que no se deben perder de vista algunos aspectos prácticos, como el riesgo de expansión urbana.
“Las distancias son grandes, las carreteras son bonitas y anchas, quizás más razón para conducir su automóvil en lugar de caminar, andar en bicicleta o tomar el transporte público”, dice ella. Pero a diferencia de muchas ciudades en todo el mundo, donde los residentes tienen que salir de los centros de las ciudades, lo que lleva a una expansión de los suburbios, Almere está mostrando signos de volverse menos suburbana en lugar de más.
Llevó a algunos investigadores a describir a Almere como un ejemplo de un nuevo tipo de ciudad suburbana híbrida. JaapJan Berg ofrece un giro más positivo sobre la falta de Almere de la típica expansión urbana que algunos ven como inherente a la idea de una ciudad.
“Almere está en su punto más débil cuando se la juzga como una ciudad normal”, dice. “Pero las cosas que aún están inacabadas le dan a Almere espacio para elegir y mantener abiertas múltiples opciones. Mantener esta idea espacial y mental de inacabado le da a la ciudad un impulso continuo”.
Winy Maas está de acuerdo. “Las ciudades exitosas siempre surgen del aporte de varias personas durante años, décadas, a veces milenios”, dice. “Es esta creencia la que llevó a la reputación de experimentación de Almere: cómo permitimos que las personas agreguen su propia visión”.
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