Aliado de Vladimir Putin en la UE, Viktor Orban sella su hegemonía en Hungría con un cómodo triunfo
El dirigente ultraconservador se encaminaba a obtener la “supermayoría” en el Parlamento; temen que se profundice la deriva autoritaria y el enfrentamiento con Bruselas
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BUDAPEST.– El primer ministro húngaro, el ultraconservador Viktor Orban, logró hoy su tercera reelección con un holgado triunfo en las elecciones celebradas en Hungría, y podrá igualar a Angela Merkel como el líder europeo más longevo del siglo XXI. Aunque estas elecciones se presentaban como las más disputadas, Orban podría volver a disponer de una “supermayoría” (más de dos tercios del hemiciclo) que le permitiría enmendar la Constitución de forma unilateral. La participación fue del 67,8%, ligeramente inferior a la de hace cuatro años.
Con el 75% escrutado, las proyecciones otorgaban al partido de Orban, Fidesz, 134 escaños, un resultado similar al de 2018. El Parlamento cuenta con 199 diputados, y el umbral de la “supermayoría” son 132. Sin embargo, en porcentaje de votos, habría aumentado en diez puntos, hasta llegar al 54% de los apoyos.
Por su parte, Unidos para Hungría, una heterogénea coalición que incluye a los seis principales partidos de la oposición, cosechó un resultado muy decepcionante, ya que perdería varios escaños, quedando por debajo de los 60. Todo parece indicar que el neofascista Movimiento Nuestro Hogar entrará en el Parlamento, ya que, de momento, superaba el umbral mínimo del 5%.
Poco antes de las 23, hora local, un Orban eufórico compareció ante sus seguidores. “¡Buenas noches! Las cosas pintan muy bien. Cada vez pintan mejor. Quizás nunca han pintado mejor que esta noche”, presumió el líder húngaro. “No hemos dejado que el pasado vuelva. Hemos defendido la independencia y la libertad, la paz y la seguridad, y hemos protegido a nuestros hijos y las familias”, añadió.
Varios líderes de la oposición ya habían reconocido la derrota y, habida cuenta de la dimensión de la debacle, probablemente no impugnarán los comicios, tal y como habían sugerido días antes ante las sospechas de fraude.
“Este resultado es un desastre para la oposición, que solo ha ganado en Budapest. Su futuro es imprevisible. Parece claro que Hungría tiene una cultura política e institucional distinta al resto de la Unión Europea”, sostiene el catedrático Ferenc Laczos. El líder opositor, Peter Marki-Zay, sufrió una dura humillación al perder en el distrito que incluye la ciudad de la que es alcalde. La suma de partidos con ideologías antagónicas, como el Partido Socialista y el derechista Jobbik, en lugar de sumar apoyos, habrían restado, lo que pone en duda que se repita la misma fórmula en próximos comicios.
La campaña electoral estuvo marcada por la guerra de Ucrania, que ha centrado tanto los mensajes del gobierno como de la oposición. Orban se presentó a los electores como el garante de la paz y acusó a la oposición de querer arrastrar al país a la guerra enviando soldados, una noción que Marki-Zay no se cansó de negar. En cuanto a Unidos por Hungría, instó en sus mensajes a la población a elegir entre Occidente y Rusia.
“Creo que Marki-Zay se precipitó con sus declaraciones justo después del estallido de la guerra. No fue claro y dio pie a que Orban pudiera manipular sus palabras”, dice Attila, un húngaro residente en Londres que se desplazó a la capital unos días antes de la contienda para realizar campaña a favor la oposición.
Con esta contundente victoria, Orban verá reforzada su apuesta por una especie de neutralidad respecto del conflicto bélico en Ucrania. El líder húngaro, el más fiel aliado de Putin en la UE, se alejó del Kremlin al inicio de la guerra, pero solo hasta cierto punto. Si bien apoyó el régimen de sanciones preparado en Bruselas, se negó a permitir que el armamento dirigido al Ejército ucraniano atravesara el territorio nacional. Uno de sus argumentos para no enojar a Putin es la dependencia del gas natural ruso, que supone más del 85% del gas consumido por los húngaros.
Autoritarismo
Si se confirma que Fidesz superó el umbral de los 132 escaños, se teme que profundice en su deriva autoritaria. Amparado en sus “supermayorías” parlamentarias, desde 2010, fue erosionando a las instituciones independientes encargadas de supervisar o limitar los poderes del Ejecutivo, como la judicatura, los medios independientes o la sociedad civil.
“El modelo de Orban encaja con el populismo ultraconservador mundial, como Trump o Bolsonaro. Es una evolución del fascismo que renuncia a la violencia y mantiene formalmente a la democracia, pero la vacía de sentido”, comenta Laczo. Entre las ventajas de Fidesz en estos comicios, un gasto electoral entre ocho y diez veces mayor, así como el control de los medios públicos y de buena parte de los privados. Por ejemplo, durante toda la campaña, la televisión pública solo le dio la palabra a Marki-Zay durante cinco minutos, mientras los discursos de Orban eran omnipresentes en la mayoría de los medios.
Además de las elecciones, el gobierno organizó un referéndum para la “protección de los niños” de lo que Orban llama “la locura de género”, una auténtica obsesión para el premier. En concreto, se preguntó a la población si está de acuerdo con una ley ya aprobada que prohíbe la educación sexual en las escuelas respecto de la homosexualidad y el cambio de sexo.
La consulta tenía un carácter simbólico, y su objetivo era movilizar a los votantes más conservadores de Fidesz a la vez que enviaba un mensaje a Bruselas. Debido a estas leyes, la Comisión Europea inició un procedimiento legal para bloquear parte de los fondos que recibe Hungría. Con un Orban ahora envalentonado, el conflicto con Bruselas podría escalar, minando la unidad europea frente al desafío de Putin en Ucrania.
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