“Algunos me querrían muerto”: ¿a quién se refirió el Papa?
El comentario que hizo Francisco en diálogo con jesuitas eslovacos, publicado hoy, cayó como una bomba en el Vaticano
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ROMA.- En un diálogo que tuvo con un grupo de jesuitas eslovacos el 12 de septiembre pasado en Bratislava, al responder una pregunta sobre cómo estaba -fue su primer viaje después de la operación al colon del 4 de julio-, el papa Francisco, con su habitual humor porteño, contestó: “Todavía vivo”.
“Aunque algunos me querrían muerto. Sé que hubo incluso reuniones entre prelados, que pensaban que el Papa estaba más grave de lo que se decía. Preparaban el cónclave”, agregó, en una frase directa y clara que, aunque probablemente dicha con ironía, medio en broma medio en serio, cayó como una bomba en los aterciopelados pasillos del Vaticano. Claro, las bromas siempre tienen algo de realidad.
¿A quién se refería el Papa cuando mencionó a los que lo querrían muerto? Aunque es imposible dar nombres, sí es fácil apuntarle a esa galaxia conservadora, minoritaria pero ruidosa, de la Iglesia que no lo quiere y que anhela un cambio de mando. Una galaxia formada por cardenales, obispos, sacerdotes y fieles de todas las latitudes que, desde que fue electo, detesta su modo de ser papa. Su estilo cercano, auténtico y totalmente descontracturado –nunca antes se había oído a un Pontífice decir sin empacho que hay algunos que lo querrían muerto- y, a nivel pastoral, abierto a los descartados, los rechazados por una Iglesia cerrada y perfecta, que ve todo en blanco y negro.
Esa misma galaxia opositora es la que, días después de su operación de colon –en la que le sacaron 33 centímetros de intestino, como el mismo exarzobispo de Buenos Aires reveló, en una entrevista a la radio española Cope-, comenzó a operar para que se difundiera la falsa noticia de que el Papa estaba muy mal y que estaba pensando en renunciar. Una noticia que el propio Francisco desmintió en forma tajante en la entrevista a Cope de principios de mes, en la que exclamó: “¡Yo no sé de dónde han sacado la semana pasada que yo iba a presentar mi renuncia! ¡Cuando a mí ni se me pasó por la cabeza!”.
En esa oportunidad, siempre con humor, consideró normal que se hablara de cónclave cuando hay un Pontífice de 84 años y recién operado. “Siempre que el Papa está enfermo corre brisa o huracán de cónclave”.
Lo curioso es que en esa misma transcripción de la conversación que tuvo con jesuitas eslovacos, realizada por el padre jesuita Antonio Spadaro y publicada hoy por la revista jesuita Civiltá Cattolica, que dirige, el mismo Papa parece dar las claves de quienes son los que “lo querrían muerto”. O, al menos, los que se están resistiendo a sus reformas, desean un cambio de mando en la Iglesia católica y se están preparando para el día D, es decir, el cónclave.
Al contestar otra pregunta, en efecto, el Papa habló de lo que él considera “el sufrimiento de la Iglesia en este momento: la tentación de volver atrás”.
“Estamos sufriendo esto hoy en la Iglesia: la ideología del volver atrás. Es una ideología que coloniza las mentes. Es una forma de colonización ideológica. En realidad, no es un problema universal, sino más bien específico de las Iglesias de algunos países. La vida nos da miedo. Nos asusta ser libres”, explicó. “Por eso hoy se vuelve al pasado: para buscar seguridad. Nos asusta celebrar delante del pueblo de Dios que nos mira a la cara y nos dice la verdad”, indicó, al referirse a esa pequeña minoría conservadora y ultraconservadora que prefiere la antigua misa en latín, que recientemente decidió limitar al máximo, algo que enfureció a ese sector.
“Nos asusta seguir adelante con las experiencias pastorales. Pienso en el trabajo realizado – el padre Spadaro estaba presente – en el Sínodo de la familia para hacer entender que las parejas en segunda unión ya no están condenadas al infierno”, agregó, al aludir a la posibilidad de comulgar que abrió para los divorciados vueltos a casar en ciertos casos, una apertura jamás digerida por el ala conservadora.
Diversidad sexual
“Nos asusta acompañar a gente con diversidad sexual”, también dijo, en alusión a su constante llamado a acompañar a la comunidad LGBT, así como sus aperturas a las uniones civiles de homosexuales.
Siempre en la conversación con los jesuitas eslovacos, ante otra pregunta sobre cómo enfrentaba la gente que lo mira con sospecha, Francisco siguió dando claves de quiénes son los que lo querrían muerto.
“Hay una gran cadena de televisión católica que habla continuamente mal del Papa sin ningún problema. Puede que yo personalmente me merezca estos ataques e insultos, porque soy un pecador, pero la Iglesia no se merece esto: es obra del diablo. Incluso se lo dije a algunos de ellos”, dijo. Entonces pareció referirse a la cadena católica conservadora estadounidense EWTN, que recibe fondos millonarios de parte de grupos norteamericanos que tampoco digieren al papa Francisco por su prédica en contra de un capitalismo que descarta demasiado y pone al centro el dinero y no el hombre; en contra del cambio climático y la pena de muerte y en favor de refugiados y migrantes.
“Sí, también hay clérigos que hacen comentarios desagradables sobre mí. A veces pierdo la paciencia, especialmente cuando emiten juicios sin entrar en un diálogo verdadero. Ahí no puedo hacer nada. Por mi parte, sigo adelante sin entrar en su mundo de ideas y fantasías. No quiero entrar y por eso prefiero predicar, predicar…”, también comentó el Papa.
Con estas palabras, dejó en claro que, más allá de los sectores opositores que están pensando en su sucesor -y que en el pasado hasta pidieron su renuncia (recordar el exnuncio italiano Carlo Maria Viganò, pero hubo otros también-, está sereno y tampoco pierde el sueño por las normales intrigas vaticanas y extravaticanas.
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