Alerta roja en Kiribati: el paraíso del Pacífico que desaparece bajo el mar
La lucha contra el calentamiento global fue uno de los temas álgidos durante la última cumbre del G20, con Estados Unidos dando la nota al ratificar su retirada del Acuerdo de París. Según los expertos, las consecuencias del aumento de la temperatura planetaria son muy graves para todos, pero algunos países ya están en alerta roja.
Es el caso de Kiribati, un archipiélago de 33 atolones ubicado en medio del océano Pacífico y habitado por unas 100.000 personas, que corre el riesgo de desaparecer bajo el agua, según publicó hoy en su edición digital El País. Desde el año 1993, el nivel del mar creció entre 1 y 4 milímetros al año en las paradisíacas playas de Kiribati, y si todo sigue igual la mayor parte de esta nación insular quedará sumergida antes de que termine el siglo XXI.
Aunque no hay consenso entre los expertos, hay quienes proponen soluciones que parecen de ciencia ficción: inyectar en la atmósfera partículas de aerosol que reflejen los rayos solares para detener el calentamiento global para ganar algo de tiempo. Otros piensan que eso desvía la atención de la cuestión central que es, en realidad, reducir las emisiones de gases.
Kiribati vs. el cambio climático
El documental Anote’s Ark (El Arca de Anote), estrenado esta semana en el Museo de Ciencia de Londres, cuenta la historia de la desesperada epopeya de los habitantes de Kiribati contra el calentamiento global y su búsqueda de un nuevo lugar para vivir. Una lucha liderada por Anote Tong, quien presidió el país entre 2003 y 2016.
Tong compró 20 km cuadrados de tierra en Fiji, otro país de Oceanía, donde podrían moverse los kiribatianos si su nación se pierde bajo el agua y también evaluó la posibilidad de construir islas flotantes diseñadas por ingenieros japoneses, una opción por ahora inviable debido a su altísimo costo económico.
En tanto, los especialistas discuten otras alternativas, entre ellas una digna de un libro de Isaac Asimov: inyectar en la atmósfera partículas de aerosol que repelan al menos parte de los rayos del sol para moderar su efecto sobre la temperatura terrestre.
Geoingeniería solar: ¿solución o más problemas?
Es una técnica que pertenece a la llamada geoingeniería solar y según expertos como el Dr. Atiq Rahman, director del Centro de Estudios Avanzados de Bangladesh, "podría ralentizar, detener e incluso revertir el alza de las temperaturas globales en uno o dos años". Algo que, de ser cierto, ayudaría a quienes se encuentran en una situación de emergencia, como los kiribatianos.
No todos están seguros. "El problema con la geoingeniería solar es que si comienzas a utilizarla, deberás hacerlo siempre. Tan pronto como te detengas, la temperatura volverá a subir a los niveles que había alcanzado anteriormente -opina la profesora Johanna Haigh, del Imperial College London-. Puede que consigas darle otra década a la gente de Kiribati, pero terminarán cubiertos por las aguas de todas formas, porque no habrás hecho lo que tenías que hacer". Es decir, porque no se habrán reducido las emisiones contaminantes, el verdadero foco del problema.
Naomi Vaughan, investigadora de la Universidad de East Anglia, piensa de una forma similar. Según ella, la geoingeniería consiste principalmente en "ideas y teorías" aún en desarrollo.
Pero quizás sirvan para ganar algo de tiempo.
"Nadie cree que vaya a solucionar todos los problemas. Lo que deberíamos pensar es cuánto riesgo podríamos reducir con ella. Obviamente, nadie responsable está pensando en aplicar la geoingeniería solar en lugar de reducir las emisiones", sostiene el escritor científico Oliver Morton, especializado en el tema. "Decir que esta tecnología es ridícula supone descartar algo que podría salvar muchas vidas si se aplicase de manera justa y sostenible", completó.
Los habitantes de Kiribati, mientras tanto, se siguen preparando para lo peor. Es muy posible que en las próximas décadas tengan que abandonar su país y observar dolorosamente cómo, milímetro a milímetro, el Pacífico devora las tierras en las que hoy se encuentran sus casas.
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