Alemania: cómo se vive la vuelta a la "normalidad" en uno de los países más exitosos
BERLÍN.- "Pero, ¿cómo?, ¿allá no hay cuarentena?". Cualquier persona que esté en Alemania en estos días y hable con alguien de la Argentina tiene que responder esta pregunta. Es que, rodeada de países con políticas de bloqueo total, Alemania apostó a una estrategia distinta: la prohibición de contacto y el distanciamiento social. Excepto en Baviera (que concentra 38.000 de los 145.000 casos que hay hoy en el país), donde el gobernador Markus Soeder sí estableció el confinamiento obligatorio, en el resto del país no hubo nunca una cuarentena como la de España, Italia o la Argentina.
Y ahora, sin haberse cerrado nunca por completo, Alemania se vuelve a abrir.
Esta semana, un mes después del domingo de marzo en el que Angela Merkel y los gobernadores de los estados federales anunciaron las medidas de Kontaktverbot (prohibición de contacto) y el cierre de todos los negocios no esenciales (que se sumaban a los bares, restaurantes, museos, bibliotecas y escuelas que ya llevaban dos semanas cerrados), las autoridades anunciaron el comienzo del proceso inverso: la reapertura de todos los negocios con una superficie menor a 800 metros cuadrados, sin importar su rubro, de los campos de deportes y los zoológicos.
Además, en Berlín las clases volverán la primera semana de mayo y los museos abrirán a partir del 11. En la capital, todos los eventos masivos, sin embargo, están suspendidos hasta el 24 de octubre. En Munich, el Oktoberfest fue cancelado.
Escenas de la nueva vida cotidiana
A principios de abril y vencido por la primavera, el Senado de Berlín autorizó a quienes salieran de casa a sentarse en los parques o incluso hacer picnics (solos, de a dos o entre compañeros de casa) manteniendo una distancia de al menos 5 metros con otros grupos.
La cultura del picnic es fuerte en Alemania, después de invierno los parques se llenan cada vez que sale el sol. Entonces, con los bares cerrados y los restaurantes trabajando solo con delivery o take away, en abril todos los espacios verdes se convirtieron en gigantes espacios de reunión (aún más de lo usual) para miles de berlineses.
"Por favor, mantengan la distancia de un metro y medio. Estamos en medio de una pandemia". Es un sábado primaveral en Berlín. Este abril es increíblemente soleado, con días donde la temperatura se acomoda en los 20 grados durante toda la tarde. Los parques están llenos, las orillas del canal y del Spree, el río que cruza manso la ciudad, también. El paisaje tiene un nuevo elemento: las camionetas de la policía de Berlín, que ahora patrulla los parques todas las tardes y recuerda por altavoz las reglas para estar afuera.
Las camionetas son todas distintas, algunas tipo van de la década del 70, otras parecen un micro escolar reacondicionado con los colores policiales, como si las hubieran rescatado de un depósito después de un tiempo sin usar.
En la capital alemana, ver a dos personas charlando al sol, cada una con su cerveza y a casi dos metros de distancia una de la otra, se volvió una postal cotidiana. Es que en tiempos de coronavirus, en Berlín nació una nueva manera de habitar la ciudad: a la tarde, por todos los barrios hay colas afuera de las heladerías y lo restaurantes. Las ventanas se convirtieron en mostradores, los menúes cuelgan del lado de afuera para decidir el pedido. Algunos bares incluso venden cocktails y aperitivos en frasco para llevar y tomar en el parque o a la orilla del canal.
Algunos negocios solo permiten pago con tarjeta: limpian el posnet con alcohol entre uso y uso. En los supermercados y farmacias el piso está marcado como en un escenario, para indicar dónde debe pararse cada cliente.
Durante el día el tráfico de autos volvió a ser intenso en las avenidas principales. El transporte público retomará desde la semana que viene sus horarios y frecuencias regulares. Pero cuando oscurece, con todos los bares cerrados desde el 15 de marzo y sin vistas de reapertura, la ciudad vuelve a quedar silenciosa y desierta.
Puertas abiertas, negocios vacíos
El 22 de abril Berlín reabrió las puertas de todos los negocios menores a 800 metros cuadrados. Esta semana, las cuentas oficiales en redes sociales de cientos de comercios anunciaron la reapertura con signos de admiración: tiendas de ropa, joyería, anticuarios volvieron desde el miércoles a funcionar. Muchos incorporaron barbijos de tela a su stock de productos.
Otras tiendas más grandes también abrieron pero con áreas enteras clausuradas, fuera del alcance de los visitantes. Un centro comercial en la avenida Kurfürstendamm –una de las zonas más caras de Berlín– dispuso un "camino" para llegar hasta un área donde hay productos seleccionados de todas la marcas. Los que saben qué quieren específicamente, pueden pedirlo y los empleados se lo alcanzan. La idea es que los clientes entren, compren y se vayan. Todas las áreas de descanso tienen que estar deshabilitadas.
Victoria es alemana y trabaja en una tienda muebles de la calle Reuterstraße que abrió este miércoles después de seis semanas. Una cinta verde interrumpe el paso en la puerta abierta y un cartel advierte: ATENCIÓN. Mantenga la distancia de 1,5 metros. Solo dos clientes por vez.
"Todavía está tranquilo", dice Victoria a LA NACIÓN desde el vano de la puerta. "Algunas personas se acercaron ayer a decirnos que estaban contentos de que abriéramos pero todavía no hubo muchos clientes".
Aunque no es obligatorio en Berlín, sus jefes le pidieron que use barbijo, así que ahora tiene puesto un tapabocas negro que no deja de acomodarse con las manos. "Lo veo es que nadie sabe bien qué hay que hacer y si buscás las medidas exactas que hay que tomar encontrás un montón de indicaciones contradictorias", dice.
El negocio de al lado también está vacío. Es una tienda de ropa de segunda mano de marcas exclusivas. Anna atiende con un barbijo en tonos pastel, a tono con la decoración del lugar. Todo lo que cuelga de las perchas tiene 50 % de descuento. En estos dos primeros abiertos tampoco hubo muchos clientes. "Las semanas cerradas fueron difíciles para el negocio" , dice Anna entre el alemán y el inglés. La puerta del local está abierta, sin obstáculos, y un cartel pegado sobre el vidrio pide usar barbijo "si es posible".
Desde la ventana
Desde que empezó la crisis del coronavirus en Alemania todas las marchas y manifestaciones quedaron prohibidas. Y cuándo volverán las grandes movilizaciones todavía es una incógnita, aunque desde el 4 de mayo estarán permitidas las concentraciones de hasta 50 personas, siempre que cumplan con las reglas de distancia e higiene.
Mientras tanto, sin poder manifestarse en la calle, cientos de berlineses mudaron sus reclamos a las ventanas. Por toda la ciudad, pero especialmente en los barrios de Kreuzberg y Neukölln, donde el proceso de gentrificación que viene atravesando Berlín desde hace una década se siente muy fuerte, aparecieron en abril colgados de ventanas y balcones carteles con mensajes sobre todos esos temas de la agenda política y social –especialmente la crisis de refugiados en la frontera entre Turquía y Grecia y las dificultades para acceder a la vivienda– que quedaron sepultados por el coronavirus, pero están lejos de ser resueltos.
Los carteles piden "lugar en los hoteles para los refugiados", "abran las fronteras", "casas para la gente, no para especular", "que nadie quede atrás".
Un equilibrio fragil
Las nuevas medidas acordadas a fines de la semana pasada entre el gobierno y los estados federales son solo una hoja de ruta, cada Land puede implementar las nuevas normas a su medida. Baviera, por ejemplo, seguirá con el confinamiento obligatorio hasta el 3 de mayo. Junto con Sajonia y Mecklenburgo-Pomerania, ese estado del sur de Alemania (donde aparecieron los primeros casos en enero) estableció la obligación de usar barbijos o tapabocas fuera de la casa. En Berlín y Hamburgo desde el lunes será obligatorio en el transporte público. En los comercios, "se recomienda encarecidamente".
Las medidas de distanciamiento social parecen haber alcanzado en Alemania para ralentizar el ritmo de contagios. A principios de abril, el Instituto Robert Koch (encargado de coordinar las estrategias contra la pandemia en ese país) llegó a contabilizar hasta 6300 nuevos casos por día. Esta semana, un mes después, los nuevos positivos diarios oscilan entre los 1700 y los 2000 diarios.
El optimismo, sin embargo, todavía es tímido. Angela Merkel le pidió a los alemanes no relajarse demasiado. "No debemos permitirnos ni un segundo de seguridad. Sería una lástima que tuviéramos una recaída con los ojos abiertos", dijo este lunes en Berlín. El 16 de abril, el RKI informó que la tasa de reproducción del virus en Alemania era del 0.7. Esto significa que de 10 personas infectadas con coronavirus infectarán en promedio a otras siete. Una semana después, esa tasa creció de nuevo hasta el 0,9. Según explicó la canciller, si la tasa llegara al 1.1, el sistema sanitario alemán estaría al tope de sus capacidades en octubre. Si escalara al 1.3, colapsaría en junio.
El gran peligro ahora es una segunda ola de infecciones. De hecho, el vicepresidente del RKI, Laars Schaade, advirtió que es importante que la tasa sea siempre menor a uno. Superado ese límite, por la enorme cantidad de casos, la tasa podría dispararse a 2 o 3 muy rápido. "Si todos seguimos actuando ahora como si el problema se hubiera superado", dijo a medios locales, "tendremos otro brote".
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