El vándalo se ha adjudicado al menos 15 ataques; utiliza cortadoras eléctricas para derribar los dispositivos de control
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Italia se ha visto atrapada por un justiciero que se hace llamar “Fleximan” y que se ha propuesto derribar tantos radares y cámaras para vigilar el tránsito como le sea posible.
Fleximan ya se ha adjudicado al menos 15 ataques exitosos, y un grupo de trabajo especial de la policía y de cuatro fiscalías diferentes están investigando sus acciones.
El vándalo anónimo comenzó a dejar su rastro de destrucción hace meses en el noreste del país, a medida que cada vez más cámaras quedaban fuera de servicio.
Luego se difundieron fotos de sus acciones en las redes sociales, junto con el apodo de flessibile, tomado de la palabra italiana para identificar a las cortadoras eléctricas, la herramienta que principalmente ha utilizado para derribar las cámaras.
Una especie de “Robin Hood moderno”
La campaña parece reflejar el malestar social que hay por la proliferación de radares de tráfico, cuya multiplicación no ha servido para contener las muertes en carretera.
El número de personas que pierde la vida en accidentes de tránsito en Italia es muy superior al de otros países europeos.
Lo que no está claro es si Fleximan es un hombre o dos, o si se ha convertido en muchos debido a vándalos imitadores.
La policía de la región noroccidental de Piamonte aseguró haber acusado a un sospechoso de 50 años, pero la mayoría de los ataques se han registrado en la zona de Véneto, en el noreste del país.
En el lugar de uno de sus últimos atentados, el justiciero anónimo dejó un mensaje escrito a mano: “Fleximan está en camino”.
Los métodos del vándalo son consistentes y el coro de aprobación crece en las redes sociales, donde Fleximan es tratado como una especie de Robin Hood moderno.
Tanto es así que un artista callejero de Padua llamado Evyrein le ha dedicado su último trabajo a Fleximan. Se trata de un grafiti que muestra al personaje que la actriz Uma Thurman encarnó en la película Kill Bill, sosteniendo una espada en una mano y una cámara de velocidad cercenada en la otra.
Sólo para recaudar
El autovelox, el nombre que se da en Italia al sistema de cámaras y radares empleado por la policía para detectar infracciones de tránsito, siempre ha sido polémico en Europa.
Pero Italia tiene el mayor número del continente con un estimado de más de 11.000.
Esto es un tercio más que los 7.700 que tiene Reino Unido y casi tres veces más que los 4.700 que hay en Alemania.
Es probable que esto explique parte del enojo de los italianos hacia los detectores de velocidad, y los alcaldes han dicho que no reemplazarán las cámaras vandalizadas por el momento.
La razón oficial es que quieren calmar la situación.
Las multas impuestas a los conductores han aumentado drásticamente en los últimos años: Florencia recibió US$25 millones en 2022, según el grupo de consumidores italiano Codacons, seguida de Milán, Génova y Roma.
Pero Italia tiene un historial poco impresionante en materia de seguridad vial.
El Consejo Europeo de Seguridad del Transporte cifra el número de muertes ocurridas en accidentes de tránsito en Italia en 54 por millón de habitantes en 2022, casi el doble que las 26 por millón de Reino Unido y de las 37 por millón de España.
No todos son aplausos
Para Paola Di Caro, periodista política del diario italiano Corriere della Sera, estas cifras son muy personales y ha desafiado directamente la narrativa de Fleximan de defender la libertad de las personas con su devastadora experiencia.
Su hijo Francesco Valdiserri, de 18 años, murió tras ser atropellado por un conductor que manejaba con exceso de velocidad mientras esperaba un autobús en Roma en octubre de 2022.
“Simplemente me gustaría que [Fleximan] sintiera por un día, solo un día, lo que siento cuando voy a depositar flores donde mataron a mi hijo (...) y luego en (el cementerio en) Verano, donde fue cerrado para siempre detrás del concreto vertido”, declaró.
Mientras se dirigía a la tumba de su hijo, le dijo a la BBC que la actuación de Fleximan es reflejo de una cultura que sostiene que las reglas no son para todos.
“La gente lo aclama como un héroe, pero para mí Fleximan es simplemente vergonzoso. La idea de que estas acciones se puedan hacer por diversión (...) es simplemente insoportable para mí. Es como si se estuvieran burlando de mi hijo”, agregó.
Echando lecha al fuego
La polémica sobre los radares de tráfico también ha entrado en la política italiana.
El líder de la Liga, el nacionalista Matteo Salvini, ha visto una oportunidad antes de las elecciones parlamentarias regionales y europeas.
Salvini, que también es ministro de Transportes y viceprimer ministro, ha criticado al alcalde de Bolonia, Matteo Lepore, por introducir un nuevo límite de velocidad de 30 kilómetros por hora en toda la ciudad.
La reducción de la velocidad en Bolonia fue aprobada por el propio Ministerio de Salvini y está guiada en los datos de la Comisión Europea, los cuales muestran que el riesgo de muerte para los peatones es ocho veces mayor a 50 kilómetros por hora que a 30.
El nuevo límite de velocidad de Bolonia ha provocado una protesta de los conductores, y una campaña para someter a referendo la medida ha sido respaldada por más de 52.000 personas.
“El problema es que el límite de 30 km/h es demasiado bajo”, se quejó Guendalina Furini, una estudiante de 22 años que inició la petición.
“Se tarda demasiado en cruzar la ciudad y no se soluciona el verdadero problema, que es la gente que conduce bajo los efectos del alcohol o las drogas”, explicó.
Ella retó al alcalde en una reunión reciente, hasta ahora sin éxito.
Aunque admitió que no es una experta en temas de seguridad, quiere que se escuche su voz.
“Hemos obtenido el derecho al divorcio y al aborto mediante referendos, ¿por qué no deberíamos decidirlo también de esa manera? Ésta no es la democracia que estoy estudiando en la universidad”, zanjó.
Por Stefano Fasano
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