Al pedir la confianza, Conte reivindicó el populismo, pero tranquilizó a Europa


ROMA.- "Si el populismo es la actitud de la clase dirigente de escuchar las necesidades de la gente, entonces lo reivindicamos". En su debut en el Parlamento como primer ministro de Italia, el hasta hace poco desconocido jurista Giuseppe Conte defendió hoy con vehemencia a la inédita coalición de gobierno entre el Movimiento Cinco Estrellas (M5E) y la Liga, que encabeza.
En un dicurso programático de una hora y diez minutos ante el Senado para pedir un voto de confianza -que luego superó con 171 a favor, 117 en contra y 25 abstenciones-, el profesor Conte, un novato en política de 54 años, también intentó tranquilizar a Bruselas y a quienes temen el escenario del denominado "Italexit".
"Europa es nuestra casa y como país fundador de la Unión Europea (UE) tenemos derecho a reivindicar una Europa más fuerte y justa", dijo, levantando el tono de voz, cosa que hizo en diversos pasajes de su primer discurso, que fue interrumpido por 62 aplausos, algo inédito en la Cámara alta. "Queremos reiterar: la salida del euro nunca estuvo en discusión y no es un objetivo que proponemos en esta legislatura. Pero no vamos a renunciar a rediscutir las políticas económicas", aseguró más tarde, durante la posterior sesión de debate.

Rodeado por sus dos viceministros y virtuales jefes, Luigi Di Maio, el líder del M5E, y Matteo Salvini, líder de la Liga, tras elogiar los "nuevos vientos de cambio que soplan en Italia" y agradecer la confianza que la diarquía le concedió, Conte enumeró todos los caballitos de batalla de las dos agrupaciones ganadoras de las elecciones del 4 de marzo pasado. Como ninguno ganó con los votos suficientes, aún teniendo almas muy distintas, el M5E y la Liga, luego de idas y venidas y casi tres meses de negociaciones, firmaron un "contrato de gobierno" que, aseguran, "mejorará la calidad de vida" de los italianos.
En uno de los discursos más largos que se recuerden en el Senado -en el que la palabra más usada fue "cambio"-, Conte recordó los compromisos de este contrato: un salario mínimo, una renta de ciudadanía para los desempleados, pensiones dignas, impuestos más bajos y justos, reducción de la deuda, pero sin austeridad, lucha contra la mafia, contra la corrupción, contra una justicia lenta, contra el conflicto de intereses, los altos costos de la política, y el recorte de las "pensiones de oro" superiores a los 5000 euros netos por mes.
"La primera preocupación del gobierno serán los derechos sociales, en los últimos años desmantelados y los millones de pobres, desocupados y necesitados", aseguró el flamante premier, que no se ahorró dardos a la anterior administración de centroizquierda. "Vamos a poner fin al negocio de la inmigración, que creció desmedidamente bajo el manto de la falsa solidaridad", dijo, en otra estocada a sus predecesores, que, a contracorriente de Europa, pusieron en marcha planes para abrirles las puertas y salvar a miles de desesperados que naufragan en barcazas tratando de cruzar el Mediterráneo.
"No somos ni seremos nunca racistas", también clamó Conte, al prometer trámites más cortos para la concesión de asilo a los inmigrantes, la defensa de quienes trabajan y viven respetando las leyes y una reorganización del sistema de recepción de desesperados. Aplaudía a su lado Salvini, flamante ministro del Interior y jefe máximo de la Liga, un partido xenófobo.
Apertura a Rusia
En cuanto a política exterior, si bien el flamente premier reivindicó la "convencida" pertenencia de Italia a la OTAN y la relación de socio privilegiado con Estados Unidos, también adelantó que el gobierno impulsará una apertura a Rusia, "que ha consolidado su rol internacional en varias crisis geopolíticas". De hecho, dijo que Italia pedirá una revisión del sistema de sanciones contra Moscú.
Hablando de los mercados -que hace exactamente una semana castigaron la incertidumbre de la política italiana-, Conte aseguró que la deuda pública -una de las más altas del mundo, equivalente al 131% del PBI- "es sostenible y hay que reducirla, pero en persepctiva de crecimiento". Si bien reivindicó la pertenencia a la UE al sostener que "Europa es nuestra casa", advirtió que trabajará para que sea más fuerte y justa, y para que "la unión económica y monetaria esté orientada a tutelar las necesidades de los ciudadanos, para equilibrar más eficazmente los principios de responsabilidad y solidaridad".
Advirtió asimismo que el tema de la inmigración será un banco de prueba del diálogo con los socios europeos, al reiterar el deseo de superar el Tratado de Dublín, sobre el derecho de asilo de los migrantes.
Conte, profesor de derecho privado en la Universidad de Florencia -con currículum inflado-, al principio de su discurso agradeció al presidente del país, Sergio Mattarella, por los momentos "difíciles" que vivió en las últimas semanas de fuego, en las que el M5E hasta llegó a reclamar un juicio político en su contra cuando vetó a un ministro euroescéptico.
Luego, reconoció su falta de experiencia política. "Soy un ciudadano y asumo con humildad, pero con determinación y con la conciencia de mis límites, con espíritu de servicio, este encargo, honrado por defender los intereses de los ciudadanos de este maravilloso país", dijo, provocando el primero de una larga serie de aplausos.
Como no podía ser de otra manera, durante la sesión tampoco faltaron chicanas desde las bancadas de la oposición, que criticó duramente al primer discurso de Conte. Tanto desde el Partido Democrático como de Forza Italia, hubo denuncias al premier por ser demasiado "genérico", por sus "lugares comunes", su "retórica de campaña" y por la ausencia de temas como escuela y cultura.
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