Aislado y agobiado por la crisis, Boris Johnson se niega a renunciar, ¿pero hasta cuándo podrá resistir?
Herido por la dimisión de más de 40 miembros de su gobierno y presionado por varios otros para que renuncie, se aferró al cargo de primer ministro, que cada vez más pende de un hilo
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PARÍS.– Hay días en los que la práctica política es intensa y hay otros días, feroces, como el que le tocó vivir ayer a Boris Johnson. Tras una cascada de renuncias de las principales figuras de su gabinete, fragilizado al punto de hallarse en la incapacidad de gobernar, el primer ministro británico optó por aferrarse a su cargo. Pero, ¿hasta cuándo podrá resistir?
“Vamos a continuar cumpliendo con el mandato que me fue confiado”, declaró Johnson son esta tarde ante el Parlamento, en una sesión particularmente eléctrica. “El trabajo de un primer ministro en circunstancias difíciles, cuando un mandato colosal le ha sido confiado, es continuar. Y es lo que voy a hacer”, insistió.
Las deserciones habían comenzado el martes por la noche con el anuncio casi simultáneo en ese sentido de las dos estrellas del gobierno británico: el responsable de Salud Pública, Sajid Javid, y el de Finanzas, Rishi Sunak. Ambos dijeron “basta” a los escándalos a repetición que sacuden al gobierno desde hace meses.
Otros numerosos miembros del equipo dirigente los imitaron. Entre ellos varios secretarios de Estado, llevando el número a 42. Como muchos de ellos, el ahora exsecretario de Estado de Finanzas, John Glen, motivó secamente su renuncia con una “ausencia total de confianza” en el primer ministro. Lo mismo había dicho Sajid Javid el día antes al primer ministro en su misiva de dimisión.
Hasta la ministra del Interior, Priti Patel, declaró apoyar a aquellos que, en el gabinete, pensaban que Johnson debía renunciar. Uno de los mayores apoyos del premier hasta hace poco, ambos formaban un sólido equipo. Pero esa relación se deterioró después que Downing Street habría alentado las críticas sobre su gestión de la crisis de los migrantes ilegales que llegan a Gran Bretaña en botes desde las costas francesas.
Tanto para los medios de comunicación, como para la oposición e incluso para una parte de su propio Partido Conservador, Boris Johnson no puede seguir gobernando en la actual situación. Ya considerablemente frágil por el escándalo de las fiestas organizadas en Downing Street durante la pandemia -el llamado “partygate”-, Johnson consiguió sobrevivir a una moción de censura organizada por su propio partido hace algunas semanas, a pesar de que el 40% de los diputados tories votó en su contra.
De ese modo, adquirió la seguridad de que una nueva votación de ese tipo no podrá ser organizada hasta dentro de un año. Pero después se sumaron varios escándalos de carácter sexual en el Parlamento. El peor de todos fue el “affaire Pincher”. Diputado conservador y “whip” adjunto, es decir responsable de la disciplina parlamentaria de los diputados, Chris Pincher fue acusado de agresión sexual contra dos hombres en un club privado londinense la semana pasada. Tras saberse que había sido advertido de esos comportamientos con anticipación, Johnson tuvo que presentar sus excusas y reconocer el martes que había sido un error nombrarlo en ese puesto.
Entre ambos episodios, los conservadores sufrieron dos severas derrotas en las legislativas parciales y las elecciones locales, lo que provocó también la renuncia del presidente del partido, Oliver Dowden, convenciendo a gran parte de la formación conservadora de que, de máquina de ganar, Johnson se ha convertido en un peligro electoral.
En un contexto económico extremadamente delicado, con una inflación en el más alto nivel de los últimos 40 años (9,1% anualizado en mayo) y protestas sociales de todo tipo, el 69% de los británicos estima que el primer ministro tiene que renunciar, según una reciente encuesta de YouGov.
Negándose a dimitir durante las peores 24 horas de su carrera política, el primer ministro repetía este miércoles que su renuncia podría provocar un llamado a elecciones anticipadas, con gran posibilidad de que los conservadores sufran una nueva derrota. Todo reside ahora en saber si será capaz de resistir a los embates.
La semana que viene será renovada la dirección del famoso Comité 1922, responsable de la organización parlamentaria del Partido Conservador. Si quedase en manos de los anti-Johnson, estos podrían revisar las reglas actuales que impiden otra moción de censura en su contra hasta dentro de un año.
El primer ministro también podría verse obligado a renunciar ante una insostenible presión de su gabinete, como sucedió con Margareth Thatcher, el 21 de noviembre de 1990. O bien, tras una nueva ola de dimisiones en su equipo de gobierno.
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