Ahora, una campaña más imprevisible todavía
RÍO DE JANEIRO.- Atrás quedaron las promesas de la "nueva política" propuesta por la campaña de la ecologista Marina Silva, del Partido Socialista Brasileño (PSB). El duelo final por el Palacio del Planalto se dará entre dos tradicionales fuerzas políticas: el Partido de los Trabajadores (PT), de un lado del ring, con su deseo de continuidad tras 12 años en el poder, y el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), que intentará aglutinar a todos aquellos que buscan un cambio de rumbo en el gigante sudamericano.
Los vientos soplan a favor del socialdemócrata Aecio Neves: según todas las encuestas de los últimos meses, entre el 67% y el 72% de los brasileños expresaron que desean cambios. Ya la campaña de Neves lleva como título Muda Brasil (Cambia Brasil), mientras que la propaganda petista, sin dejar de recordar las conquistas sociales de la última década, se compromete con "más cambios, más futuro", y la semana pasada le agregó "gobierno nuevo, ideas nuevas". ¿Será suficiente para que el PT logre permanecer en el poder?
"El PT estará ahora a la defensiva y por el respaldo que finalmente cosechó, que se mantuvo estable desde las dos últimas semanas, Dilma no tiene mucho espacio para crecer. En cambio, Aecio viene empujado por una fuerte ola de optimismo al final de esta primera vuelta, después de que había sido relegado a una distante tercera posición por Marina. Está en una tendencia alcista y el PSDB demostró que tiene una poderosa estructura para enfrentar competitivamente al PT", advirtió Alexandre Gouveia, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Brasilia.
Neves tiene por delante dos grandes desafíos: sumar a la mayoría de jóvenes que habían apoyado a Silva y ahora quedarán indecisos frente a quién votar y ganar terreno en los sectores de más baja renta, que se inclinan más por el PT y su garantía de que los programas sociales que los benefician no serán tocados.
Otro reto, ya más político, es integrar a Silva y al PSB a la campaña contra el gobierno. Neves tiene a su favor que la ecologista quedó muy dolida por la feroz campaña de deconstrucción que el PT lanzó contra ella, una ex petista, ex ministra de Luiz Inacio Lula da Silva. No es que ella se sienta muy cómoda con Neves, pero afortunadamente para el senador la decisión no correrá sólo por cuenta de ella sino por toda la cúpula socialista. Ya antes de que empezara la carrera electoral, el candidato socialista original, Eduardo Campos -fallecido en un accidente aéreo el 13 de agosto-, había sellado un pacto con Neves para apoyarse mutuamente en caso de que uno u otro pasara al ballottage.
"Es impensable que después de los ataques petistas que sufrió Marina ella decida respaldar al PT, pero también me parece difícil que ella misma haga una declaración pública de apoyo a Aecio", estimó Gouveia.
En esa ardua misión se meterá el ex presidente Fernando Henrique Cardoso (PSDB), cuya figura es muy respetada por Silva, que ve en su administración (1995-2002) un buen ejemplo de política económica.
Es de esperar que en esta nueva campaña hacia el ballottage del 26 de este mes la economía siga siendo tema de debate. Brasil acumula cuatro años de un crecimiento decepcionante y una inflación en aumento.
Otro de los asuntos sobre los que seguramente insistirá Neves es la corrupción. Sobre todo las denuncias que pesan sobre la estatal Petrobras, que era la "querida de los ojos" de Dilma.
Por su parte, el PT muy probablemente buscará destapar escándalos en la vida de Neves -rica en privilegios, fiestas y mujeres- y apuntará sus armas hacia la que debería ser la gran carta de presentación del socialdemócrata: Minas Gerais. Se trata del segundo mayor distrito electoral, del cual Neves salió después de dos mandatos como gobernador con el 92% de popularidad, pero en el que ayer la mayoría de la población votó a Dilma en vez de a él (43% contra 39%).
Mientras los dos competidores vuelven a posición de largada, cabe preguntarse qué sucedió para que el supuesto empate técnico que pronosticaban las encuestas entre Neves y Silva no haya ocurrido y en cambio el senador consiguiera una ventaja de unos 12 puntos sobre la ecologista. La respuesta, según los analistas, está en que los últimos sondeos no reflejaron el impulso que ganó Neves la semana pasada después del último debate televisivo, que fue visto por unos 40 millones de brasileños.
Allí, a Silva se la vio cansada, distante y frágil, mientras que Neves se mostró confiado, vigoroso y dispuesto a atacar a Dilma, también muy sólida y mucho más suelta que lo normal. Ahora, la campaña hacia el ballottage es corta y veloz, con el mismo tiempo de propaganda gratuita en radio y televisión para ambos candidatos. Promete ser una disputa mucho más pareja.
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