"Ahora creo en el diablo un poco más", el argentino que participó de un curso sobre exorcismo en Roma
ROMA.- "Ahora creo en el diablo un poco más". Ginés Perea, porteño de 44 años, participó, hace una semana, de un prestigioso "curso sobre exorcismo y la oración de liberación", que desde 2012 se dicta en el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum de esta capital. Y quedó encantado. "Con ese nombre que tiene el curso, parece que vine a aprender a exorcizar, pero la verdad es que fue un aprendizaje acerca del fenómeno. Y me aportó el valor de la cosmovisión de la vida, no sólo para entender el mal o el bien, sino para darle sentido a algunas cuestiones que para mí, orientan", contó a LA NACIÓN. "No fue para nada una pérdida de tiempo", agregó, muy entusiasmado.
El curso dura seis días y lo hacen no sólo curas, monjas y obispos de diversas partes del mundo (la mayoría), sino también laicos (entre el 20 y el 30% del público), psicólogos, psiquiatras, neurólogos, periodistas y demás personas interesadas en el tema. Entre ellos estaba Ginés, "católico, pero no practicante", que estudió Psicología en la UCA e hizo un posgrado en análisis, pero que luego se dedicó al marketing y ahora tiene una pyme que trabaja con las salas VIP de los aeropuertos y las tarjetas de crédito, en toda Latinoamérica.
Desde siempre interesado "en los fenómenos que puedan demostrar algún tipo de vida después de la muerte", lector voraz de este tipo de temas, autor de dos ensayos sociológicos y lleno de "curiosidades espirituales", Ginés se enteró de la existencia de este curso - considerado el primero en el mundo que propone una atenta búsqueda académica e interdisciplinaria sobre el ministerio del exorcismo y la oración de liberación-, leyendo un artículo de LA NACIÓN.
Al margen de pagar los 400 euros que cuesta el curso –monto que incluye desayunos y almuerzos-, más otros 300 para tener traducción simultánea, tuvo que enviar un currículum y cartas de recomendación de un cura y un obispo.
Ginés, casado y con un hijo de 2 años, Hipólito, confesó que, como puede sonar extraño ir a Roma para hacer un curso de este tipo, casi no se lo contó a nadie. Los seis días, muy intensos, se le pasaron muy rápido, subrayó. Sólo había otro argentino (Manuel Acuña, obispo luterano) y conoció muchísimas otras personas de al menos 40 países. Y enfrentó, de manera sistemática, los aspectos antropológicos, fenomenológicos, sociales, teológicos, litúrgicos, canónicos, pastorales, espirtuales, médicos, neurocientíficos, farmacológicos, simbólicos, criminológicos, legales y jurídicos del ministerio del exorcismo.
"Me pareció muy bueno y lo que más me llevo es la cosmovisión que tienen no sólo del exorcismo, sino de la visión en general del malestar en la cultura. La persona poseída es el estado más grave, es como un paciente crítico con cáncer terminal y a esta persona se le aplica un método que es la confesión y, en el caso más grave, el exorcismo", dijo. "También hay diferentes tipos de posesión: está la obsesión o la posesión y tienen diversos niveles de gravedad y fenomenología. También hay diferentes ritos, bien establecidos, para poder extraer el demonio de la persona", agregó.
Como sucede en algunas películas sobre el tema, "la persona poseída, en el momento del exorcismo, presenta algunos fenómenos sobrenaturales: a un chico de 12 años lo tienen que agarrar entre 8 personas porque tiene una fuerza casi inexplicable desde el punto de vista físico, habla con varias voces en simultáneo, o en lenguas extrañas, que pertencen a otro lugar o tiempo, o también conoce secretos del cura que lo está exorcizando", indicó.
Ginés, que por supuesto cree en el demonio -"y a partir del curso, un poco más"-, destacó que antes de realizar cualquier exorcismo suele hacerse un diagnóstico diferencial, psiquiátrico y psicológico para ver si la persona tiene alguna psicosis, o no.
"Pero el que decide en realidad si la persona está poseída es el cura, que tiene un carisma especial para reconocer el fenómeno, que puede darse cuando hay adversión a lo sagrado –por ejemplo propone rezar un Padre Nuestro y la persona no puede-, o porque alrededor de esa determinada persona ocurren infectaciones: por ejemplo, que el lugar esté sucio, que haya bichos, muertes a su alrededor, accidentes o cosas extrañas".
Más allá de su interés, Ginés nunca vivió cosas de este tipo. Pero a los 23 años estuvo cerca de la muerte, trauma que lo llevó a hacerse muchas preguntas sobre la vida. "Me quisieron robar el auto en San Isidro y puse primera, arranqué y me pegaron 9 tiros, me vaciaron el cargador. Me fui manejando hasta el hospital, me hicieron un bypass, estuve 3 meses haciendo rehabilitación y un año en mi casa, sin salir. Una locura", evocó. "De milagro me salvé. Y al final, un milagro y un exorcismo son las dos caras de la misma moneda, porque está Dios y el diablo".
Aunque el papa Francisco menciona todo el tiempo al diablo, a Satanás, al "maligno", Ginés lamenta que en la Iglesia "no haya unificación de criterio con respecto ni al diablo, ni al infierno". "Dios se completa en su visión si hay un cielo, un infierno, un purgatorio, toda una lógica que opere para que vos creas en Dios. Y dentro de la Iglesia no hay uniformidad de criterio sobre si todos los obispos creen, o no, en el diablo. Y para mí esto deja las iglesias cada vez más vacías, ya que dejan de tener sentido", afirmó, al contar que hizo una pregunta al respecto durante el curso.
"La reacción fue una risa general, pero me parece que puse el dedo en la llaga. Puede haber un obispo que no crea en el diablo, no soy nadie para juzgar, pero veo esta cuestión y, por otro lado, veo también mucha falta de comunicación: veo un pequeño tabú sobre el tema del exorcismo de parte de la Iglesia, siento que en un punto esto la incomoda", dijo.
"Ahora, frente al crecimiento de las sectas, que le dan mucha importancia al diablo y a los maleficios que pueden crear efectos en otras personas, frente a los shows de los evangélicos que hacen en las iglesias exorcismos muy berretas, se desmayan, los filman, aunque que en realidad buscan sacarle plata a la gente, creo que la Iglesia está perdiendo mucho terreno. Como es un momento de mucho ateísmo, está bueno que la Iglesia si tiene un arma la saque a relucir porque es un fenómeno no menor", agregó.
Lo cierto es que muchos en la Iglesia prefieren no hablar demasiado del diablo, porque creen que de ese modo se le da prensa. "Un cura me dijo ‘¡ojo con hacerle marketing al diablo!’. Pero yo no coincido, creo que esto es algo que la gente tiene que conocer un poco más".
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