África vuelve a empezar: se desinfla la ilusión de una era de ascenso
Después de años de expansión económica, el continente vuelve a hundirse en la inestabilidad política
NAIROBI.- Durante décadas, África buscó, ansiosa, una nueva narrativa.
En años recientes se consolidó una muy concreta: había llegado el ascenso de África. La revista The Economist publicó una portada titulada Africa rising. Un profesor de una escuela de negocios en Texas publicó un libro llamado Africa rising. En 2011, The Wall Street Journal publicó una serie de artículos acerca del crecimiento económico en el continente, ¿y cómo creen que se llamó la serie? Africa rising.
El desarrollo parece obvio: un simple paseo por Nairobi, la capital de Kenya, o por muchas otras capitales africanas, permitiría ver nuevas plazas comerciales, nuevos hoteles, nuevo alumbrado público potenciado por energía solar, e incluso nuevas pizzerías Domino's; todo se activó con lo que parecían ser altas tasas de crecimiento económico por todo el continente.
Durante mucho tiempo, África se había asociado con la desolación y la miseria, y ahora la calidad de vida de muchos africanos estaba mejorando.
Sin embargo, en meses recientes, mientras la crisis se ha extendido por todo el continente y el crecimiento económico se enfrió, esta narrativa optimista no tiene la misma fuerza que antes. Algunos analistas ahora cuestionan qué tan profundo fue el crecimiento en realidad.
"Nada ha cambiado en cuanto a los gobiernos; nada ha cambiado estructuralmente", dijo Grieve Chelwa, un economista zambiano, becario posdoctoral en Harvard.
No hay mejor lugar que Etiopía para exponer las fallas de la narrativa del "ascenso de África", pues el país había sido uno de los que ascendieron más rápido.
Ahora, Etiopía está en problemas: cientos han sido asesinados durante manifestaciones que han convulsionado al país. El gobierno, cuyo control es tan completo que no hay un solo político de oposición que tenga un lugar en el Parlamento, de 547 integrantes, hace poco tomó una medida drástica, al imponer un estado de emergencia. Muchos de los nuevos motores de crecimiento de Etiopía -fábricas de azúcar, talleres textiles, plantaciones de flores propiedad de extranjeros- ahora están hechos cenizas, pues fueron incendiados en un ataque de furia en contra del gobierno.
Al mismo tiempo, un informe del McKinsey Global Institute, una sección de la consultora McKinsey & Co., acaba de catalogar a Etiopía como la economía con el crecimiento más veloz en el continente de 2010 a 2015. La República Democrática del Congo, que también se precipita hacia el caos, ocupó el segundo lugar.
De un lado está el caos político; del otro, los prospectos económicos prometedores. ¿Acaso ambos pueden ser ciertos?
"Todo se resume a qué tan duradera es la crisis", dijo Acha Leke, un socio sénior de McKinsey.
Parece que el continente se dirige a un período difícil. Nigeria, el país más poblado de África, enfrenta su crisis económica más grave en años a causa de los bajos precios del petróleo. Al mismo tiempo, está intentando combatir a Boko Haram, uno de los grupos insurgentes más sanguinarios del mundo.
Sudáfrica, el país más desarrollado del continente, se ha visto afectado por olas de malestar. Tropas con rifles recorren los campus de las universidades mientras intentan sofocar manifestaciones estudiantiles. La moneda del país, el rand, se acerca a un mínimo histórico.
Sudán del Sur, que estuvo a la cabeza de la lista de The Economist de las economías con mayor crecimiento en 2013, ahora es un campo de muerte, el sitio de una de las peores guerras civiles en África.
Leke, uno de los autores del informe de McKinsey, dice que la turbulencia política puede afectar a cualquier economía y que el crecimiento de años recientes no ha sido compartido, ni cerca, entre la población. De acuerdo con un informe reciente del Banco Africano de Desarrollo, el desempleo en África subsahariana sigue siendo cercano al 50% y es una "amenaza a la cohesión social".
Como señaló Leke: "El crecimiento no se come". Aun así, dice, ha habido cambios fundamentales -y positivos- en el continente, como aumentos en los ingresos disponibles para muchos consumidores africanos. Chelwa, el economista zambiano, tiene una opinión distinta. Las bases de las economías africanas no han cambiado de la manera como lo sugería la narrativa del "ascenso de África", dijo, pues África aún depende demasiado de la exportación de materias primas y no lo suficiente de la industria.
Además, señala que algunas de las economías con más rápido crecimiento, como Etiopía, Angola y Ruanda, también son naciones opresoras. Esos gobiernos pueden emprender grandes proyectos de infraestructura para impulsar el crecimiento, pero al mismo tiempo excluyen a muchas personas, lo cual crea resentimientos peligrosos.