AfD, el partido que busca devolver a la ultraderecha al Parlamento de Alemania
Con un discurso duro e intolerante, Alternativa para Alemania espera entrar al Congreso por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial como una tercera fuerza
El nombre completo es Alternativa para Alemania (AfD, por sus siglas en alemán) y para muchos no es una opción sino una vía para volver a mostrar la peor cara del país, la intolerante. Sin embargo, el apoyo que encuentra en varios estados la llevó a posicionarse como una inesperada tercera fuerza en las elecciones de este mes.
La AfD es el bloque de la ultraderecha más extrema. Confeccionó un plan político que tiene como pilares declarar al islam incompatible con Alemania , exigir el cierre de las fronteras, endurecer el derecho de asilo y acelerar la expulsión de los extranjeros que representen una amenaza para la seguridad del país. Todo un manifiesto.
La lista que presentará el 24 de septiembre para llegar al Parlamento Federal por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial está encabezada por dos líderes: Alexander Gauland y Alice Weidel, de acuerdo a lo publicado por el diario El País. Cada uno de ellos representa una facción interna.
Gauland está con los más duros: quiere una oposición radical al establishment y apoya a aquellos que califican como “una vergüenza para el país” la existencia del monumento al Holocausto de Berlín . Weidel es de las “realistas”, que si bien tienen una postura firme están en contra de que el partido se convierta en un bastión de neonazis y fanáticos de Hitler.
La AfD hoy es noticia en el país por la fuerza que cobró, y que mucho le debe a la actual canciller Angela Merkel , quien con su política de fronteras abiertas para la inmigración de Medio Oriente despertó la ira de una gran parte de la población que no está de acuerdo.
“Queremos la Alemania que heredamos de nuestros padres, no queremos una Alemania multicultural”, dice uno de los partidarios de este grupo en un encuentro en Templin, Branderburgo. “El islam no pertenece a Alemania. ¿Cómo podemos acabar con esta mierda de islam?”, dice otro.
La fuerza de los indecisos
La precaria situación de determinados grupos sociales también permitió el drenaje de una ideología que para muchos alemanes es sólo causa de vergüenza. “El gobierno no hace nada por los desempleados. (En el este) tenemos el doble de desempleo que en otras zonas de Alemania”, reclamó un electricista jubilado de 70 años que cobra 770 euros al mes.
“ Merkel viene del Este, pero no nos representa. Aquí los alquileres no hacen más que subir y ella no hace nada. Mucho dinero para los refugiados y para los alemanes, ¿qué? Menos integración para los refugiados y más para los alemanes”, protestó un obrero en una manifestación la semana pasada.
Son ellos, los desencantados, los que le dan vigor a este partido al sumarse a las filas de los seguidores ya afianzados en la derecha. Si bien no comparten la mirada estricta y anti-inmigratoria, los golpes económicos sufridos en los últimos tiempos los emparentan.
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