Advertencia de las FARC a Duque por el acuerdo de paz
BOGOTÁ.- Tanto ha cambiado la Colombia política tras los comicios de anteayer que su presidente electo, el derechista Iván Duque, se desayunó en la primera mañana después de su histórica victoria con una invitación agridulce de la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común, el partido de las FARC .
"Sería muy importante que conociera las dificultades de la implementación de los acuerdos de paz y cuáles son los anhelos de toda esa guerrillerada a la que a cada rato se refiere", propuso Rodrigo "Timochenko" Londoño, antiguo comandante de los subversivos.
Duque confirmó en la noche del domingo, durante su primer discurso al país, que no hará "trizas" los acuerdos de paz, pero que sí incluirá "correcciones". El sucesor de Juan Manuel Santos apostó claramente por la reconciliación y por dar vuelta la página, incluso para enfocar la paz "en las víctimas como centro de toda la atención" y garantizar "la reinserción de la base guerrillera".
El líder de las FARC, que renunció a su candidatura presidencial limitado por sus dolencias cardíacas y golpeado por el pésimo resultado de su partido en las legislativas (superó escasamente los 50.000 votos), aseveró que en este momento son necesarias la sensatez y la unidad, pero añadió que "desconocer lo andado en materia de paz y burlar los compromisos adquiridos por el Estado" solo provocaría "un nuevo ciclo de múltiples violencias".
Los acuerdos de paz, tema que se desdibujó durante la campaña electoral frente a la polarización y la crisis venezolana, vuelven a cobrar así nuevos bríos. La estrategia del nuevo equipo presidencial se sustenta en la generosidad con los guerrilleros mientras se aprietan las tuercas en materia de justicia. Como ministro de esa trascendental cartera ya suena Rafael Nieto, especialista en la materia, que contaría con la colaboración de Marta Lucía Ramírez, primera mujer vicepresidenta en la historia del país.
"El mensaje conciliador de las FARC es una advertencia realista", interpreta Jorge Giraldo, decano de Humanidades de la Universidad Eafit de Medellín. Para este intelectual, que investiga a fondo el proceso de paz, "el margen de maniobra del nuevo presidente tampoco es tan grande. Sí puede influir en dos líneas rojas: la participación política para los guerrilleros cuya situación judicial está sin resolver y las condenas que realice la justicia especial. Como ya ha adelantado Uribe, las condenas no se deben cumplir necesariamente en la cárcel, también puede ser en colonias agrícolas".
Tanto las FARC como Duque saben que la principal amenaza hoy está en otro lado: los 1400 disidentes de la guerrilla marxista, que preparan un congreso para reclamar la herencia de la lucha armada. "Si la reintegración no funciona bien y la implementación no avanza, seguirán apareciendo disidencias en zonas como Catatumbo [fronteriza con Venezuela], la costa pacífica, el Chocó y Guaviare", confirma Giraldo. En la comandancia militar se usa el concepto de "paz inestable" para definir la suma de disidencias, narcos, cultivos ilegales y bandas criminales en esas regiones.
Las FARC llegan al posconflicto convertidas en una fuerza política con cinco escaños en el Senado gracias a los acuerdos de paz, los mismos que otorgarán una banca al derrotado Gustavo Petro. El líder izquierdista cuenta con un grupo de cuatro senadores, pero espera sumar los cinco de las FARC y algún disidente del Polo Democrático y de Los Verdes. Los dos grupos disponen de 15 senadores, que en principio conforman la Coalición Colombia, que apoyó al centrista Sergio Fajardo en las elecciones.
"Van a pasar muchas cosas, más allá de las ideologías, de la polarización derecha-izquierda y del nuevo centro. Auguro el nacimiento de una nueva Colombia, con una reestructuración total del mundo político tras los 16 años de Uribe-Santos, pese a que Duque responda al uribismo", vaticina Antonio Sola, asesor electoral que llevó a Santos a la presidencia en 2014.
En la nueva Colombia, hasta las ficciones se hacen realidad. El debut hoy de la selección cafetera contra Japón, que ayer se vivía con absoluta expectación, será presenciado por un grupo de exguerrilleros y de soldados junto a los vecinos de la Vereda Llanogrande. Una especie de remake real del film Golpe de estadio, de Sergio Cabrera, en el que los antiguos enemigos forzaban una tregua para ver a su equipo nacional. Así son, pese a todo, las bondades de la paz.
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