Acuerdo nuclear: qué viene después de la política de “máxima presión” de Trump
WASHINGTON.- El presidente Joe Biden está en una cuerda floja geopolítica con Irán. Tras su asunción, la Casa Blanca y el gobierno iraní parecieron jugar a quién pestañeaba antes, como a la espera de que la otra parte hiciera el primer movimiento para retomar las relaciones diplomáticas después de las turbulencias de la era Trump.
Y aunque Biden está ansioso por rescatar el acuerdo nuclear de 2015 entre Irán y las potencias mundiales, el norteamericano ya enfrenta resistencias de sus aliados regionales en Medio Oriente y de los republicanos en casa, que rechazan cualquier posible concesión a Teherán.
Irán reclama el levantamiento de las sanciones impuestas por el expresidente Donald Trump. La medida de Trump fue considerada ampliamente como violatoria de los términos de un acuerdo que según los inspectores de la ONU había logrado poner límite al programa nuclear de Irán.
Molesto por las sanciones, Teherán empezó a enriquecer uranio por encima de los niveles permitidos por el acuerdo. Y este martes restringió oficialmente las inspecciones internacionales en sus instalaciones nucleares. La restricción se impuso tras la visita del director general de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), Rafael Grossi, quien viajó de urgencia a Teherán para negociar las restricciones. La agencia mantendrá en principio el mismo número de inspectores sobre el terreno, según un acuerdo temporal. Sin embargo, los nuevos límites afectarán la capacidad de los inspectores para hacer visitas “sorpresa” en instalaciones nucleares.
El canciller iraní, Mohammad Javad Zarif, dijo que se bloquearía el acceso de la AIEA a la red de cámaras de vigilancia en centros nucleares. Pero la agencia nuclear civil del país prometió conservar las imágenes durante tres meses y luego entregarlas a la AIEA, siempre que se alivien las sanciones.
La semana pasada, el gobierno de Biden cortó de cuajo la campaña de “máxima presión” implementada por Trump, y dio claras señales de su voluntad de entablar conversaciones informales sobre Irán con sus aliados europeos. La decisión marcaría el compás inicial de una delicada danza diplomática en la que Irán retrocederá en algunas de sus actividades nucleares a medida que se alivian las sanciones económicas. Nada de esto tiene fecha todavía, pero el camino para ese entendimiento está abierto.
El gobierno de Biden ya dio pequeños pasos técnicos en la ONU para ayudar a reanudar el juego. Se levantaron las restricciones impuestas a los diplomáticos iraníes en Nueva York y se anuló la decisión de 2020 de la administración Trump de que entraran en vigor todas las sanciones impuestas a Irán por Naciones Unidas.
El lunes también se vieron destellos de un descongelamiento diplomático más amplio con la decisión de Corea del Sur de liberar una suma significativa de dinero iraní bloqueado en sus bancos debido a las sanciones de Estados Unidos.
Sin embargo, en Washington y en Teherán hay mucha oposición a ese acercamiento. El lunes, después de la partida de Grossi, el Parlamento iraní condenó el nuevo acuerdo con la AIEA. El presidente del Parlamento incluso pidió el juicio político del presidente iraní Hassan Rouhani y sus aliados, a quienes describió como “violadores y disidentes”.
Los opositores domésticos de Biden creen que la tendencia implica renunciar equivocadamente a la ventaja que tiene Estados Unidos sobre el régimen iraní. “El ayatollah solo entiende la fuerza. Yo encabecé una respuesta a la amenaza iraní que protegió al pueblo norteamericano del terrorismo y brindó apoyo al Estado judío de Israel”, dijo el exsecretario de Estado Mike Pompeo al diario de ultraderecha Washington Free Beacon.
“Si adoptamos el modelo de ‘acomodarse’ que tiene la Unión Europea (UE), estamos garantizándole a Irán el acceso a un arsenal nuclear”, añadió.
“Lo más irónico es que la situación en Washington y en Teherán son iguales, como un reflejo”, dice Ali Vaez, director del proyecto de Irán del International Crisis Group. “Son dos gobiernos a los que, si pudieran, les encantaría apretar un botón y restablecer la situación anterior del acuerdo, pero tienen que lidiar con la oposición parlamentaria en sus propios países, que refleja una resistencia política más amplia al acuerdo”.
La campaña de máxima presión del gobierno de Trump puede haberle costado muy cara a la economía de Irán. Pero la reimposición de las sanciones no logró muchos de los supuestos objetivos de Pompeo y Trump.
Las fuerzas aliadas de Teherán en la región no frenaron sus actividades hostiles en Medio Oriente, Estados Unidos y sus socios no están más cerca de obtener mayores concesiones del régimen que las obtenidas en 2015, e Irán está teóricamente más cerca de desarrollar un arma nuclear que antes de que Trump asumiera el cargo.
“Tener ventaja solo tiene sentido si se la usa en el momento adecuado, y de momento la ventaja de Washington en ese sentido está agotada”, dice Ellie Geranmayeh, del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores. Y agrega que el régimen iraní ha podido reestructurar su economía incluso bajo las sanciones, “y hasta inmunizarse a sí mismo de ese supuesto colapso económico que esperaban los defensores de la política de máxima presión”.
(Traducción de Jaime Arrambide)
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