Los cuatro países firmaron un convenio en la cumbre climática COP26 para crear una zona ecológica destinada a proteger a las especies en el Pacífico
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La esperada cumbre climática COP26, que se lleva a cabo estos días en la ciudad escocesa de Glasgow, ya está siendo escenario de los primeros acuerdos internacionales. Y uno de ellos tiene el foco en América Latina.
El pasado 2 de noviembre, coincidiendo con los compromisos globales firmados para frenar la deforestación y reducir la emisión de gas metano, Colombia, Ecuador, Panamá y Costa Rica acordaron un convenio para crear una zona ecológica libre de pesca en sus aguas en el océano Pacífico.
El llamado Corredor Marino del Pacífico Tropical Oriental (CMAR) tendrá una extensión de 500.000 kilómetros cuadrados y conectará a las islas Galápagos en Ecuador, la isla Malpelo en Colombia y las de Cocos y Coiba, situadas en aguas territoriales de Costa Rica y Panamá.
“Vamos a proteger ecosistemas como Galápagos y las islas Cocos, que se encuentran entre los más valiosos del mundo”, dijo el presidente de Costa Rica, Álvaro Quesada, durante la firma del acuerdo.
La iniciativa tiene como principal objetivo resguardar las especies migratorias que transitan anualmente por la zona y que no se vean afectadas por la pesca comercial.
“Trabajaremos con estos países para conectar nuestras aguas y formar una migrovía segura para muchas especies”, explicó el presidente ecuatoriano, Guillermo Lasso, al firmar el acuerdo.
En julio del año pasado las alertas se dispararon en Ecuador cuando detectaron una flota de más de 260 barcos pesqueros, en su mayoría con bandera china, frente a las islas Galápagos.
Y se llevaron a cabo patrullas para asegurar que no accedían al delicado ecosistema desde aguas internacionales y evitar así que se repitieran escenas como la vivida en 2017, cuando interceptaron un buque chino en la reserva marina con 300 toneladas de vida silvestre, la mayoría tiburones.
Sobre la firma del acuerdo para crear el corredor, Lasso le dijo a la BBC que es una iniciativa independiente de aquel incidente. “Esta es una decisión del gobierno ecuatoriano”, aclaró.
Y agregó que en su conversación más reciente con el presidente chino Xi Jinping sintió “un claro compromiso de respetar la zona marítima de Ecuador” y que, por lo tanto, espera que no se repitan las escenas del 2020.
Lasso dijo además que su gobierno quiere mostrar que la acción es más eficaz que las palabras para luchar contra el cambio climático.
Biodiversidad marina
La del corredor libre de pesca es una iniciativa que lleva 17 años gestándose.
Ya en 2004 los gobiernos de estos cuatro países firmaron un compromiso para extender las áreas resguardo de sus territorios sobre el Pacífico.
En ese entonces comenzaron a crear zonas de protección ambiental alrededor de sus islas, en las que no existen grandes asentamientos pero sí una de las mayores concentraciones de biodiversidad marina del mundo.
Uno de los esfuerzos más notables fue el de Ecuador, que creó una zona protegida de 133.000 kilómetros cuadrados alrededor de las Galápagos, a la que ahora, a la luz del nuevo compromiso, le agregará otros 60.000 kilómetros cuadrados.
Además de las migratorias, hay especies que desarrollan su ciclo reproductivo en las costas de estos países.
Es el caso de cinco de las siete especies de tortugas marinas que existen en el mundo y que desovan allí, sobre todo en las costas de Panamá.
Además, la fauna que abarca el corredor incluye ballenas (azul y jorobada), así como varias especies de atún, tiburón, mantarraya, peces pico (también conocidos como pez espada, marlín rayado, marlín azul y pez vela) y aves marinas.
Son especies amenazadas no solo por la sobreexplotación de recursos que pone en peligro los hábitats marinos, sino por los métodos de pesca industrial que incluyen las redes de arrastre. Muchas especies que no tienen valor comercial quedan atrapadas y mueren por este tipo de pesca.
Con 500.000 kilómetros cuadrados, el corredor será “la reserva marina más grande en Occidente”, de acuerdo con el gobierno colombiano.
Al darse a conocer el pacto, el primer ministro británico, Boris Johnson, describió el esfuerzo como una “iniciativa audaz, ambiciosa y crucial para los esfuerzos de conservación en esta hermosa región”.
Sin embargo, hay quienes piden analizar el plan desde una “perspectiva más realista”. Jorge Jiménez, director de la fundación MarViva que trabaja en la zona, reconoce que efectivamente la zona tiene una conexión fuerte. “Por ejemplo, (existe) entre Galápagos y Coco, o Galápagos y Malpelo”, declaró a la agencia de noticias AP.
Pero también subrayó que es necesario consolidar “acciones concretas en mecanismos institucionales para lograr dicha coordinación”.
Canje de la deuda
La creación de una reserva de tal magnitud requiere una gran inversión.
Es necesaria para mantener el control sobre un espacio tan amplio en altamar y evitar la explotación pesquera, pero también para la investigación científica y la conservación ambiental.
Por otra parte, tal como señaló la Corporación Andina de Fomento (CAF, formado por 19 países de América Latina, El Caribe, Europa y 13 bancos privados, es una de las principales fuentes de financiamiento multilateral), en el área del corredor se llevan a cabo actividades relacionadas con el turismo y el transporte marítimo además de la pesca, que facturan unos US$3000 millones anuales, algo a tener en cuenta al ampliarse la zona protegida.
Ante ello, la CAF anunció que aportará US$1 millón como cooperación técnica al proyecto. A ello se sumó la propuesta presentada por el mandatario ecuatoriano para financiar el programa del CMAR: canje de deuda por conservación.
“Estimamos que será el monto más grande de canje de deuda por conservación que se haya realizado hasta el momento en el mundo”, dijo Lasso durante una conferencia de prensa el martes, sin dar detalles sobre la cantidad.
Y agregó que está analizando algunas propuestas de tenedores de deuda con la idea de financiar parte del proyecto.
El canje de deuda por conservación es un sistema de financiación que fue implementado en la década de los 80 en varios países. Es similar al canje de deuda por capital, pero con una leve diferencia: no hay ganancia de dinero, sino de fondos para la conservación de la naturaleza.
“Mediante este sistema se obtienen fondos para iniciativas nacionales de conservación, basándose en el modelo de conversión de deuda en capital, en el que agentes del sector privado compran deuda a menor precio y la intercambien por inversiones en moneda nacional en el país endeudado”, explica en un documento de Naciones Unidas el profesor James P. Resor, asesor del Fondo Mundial de la Conservación de la Naturaleza.
“El elemento diferenciador en este mecanismo consiste en que no existe transferencia de propiedad o repatriación de capital a un inversor extranjero, sino que los fondos van a actividades de conservación”, agrega.
Es un mecanismo que ya se ha utilizado en la región, como para la reserva de Cuyabenos en Ecuador o la reserva de la biosfera de Beni, en Bolivia, uno de los primeros proyectos en financiarse por esta vía.
Por otra parte, varios expertos ven en esta decisión de tipo ambiental una oportunidad comercial.
Es el caso de Sandy Tudhope y Meriwether Wilson, investigadores de la Universidad de Edimburgo, quienes aseguran que el nuevo área también beneficiará a los pescadores. “La protección marina a menudo se identifica como una forma de apoyar la pesca”, le dijo Tudhope a la BBC.
“Si lográs que las áreas de protección sean correctas, actúan como áreas de cultivo y obtenés un beneficio de estas áreas que sostiene a las pesquerías que las rodean”, agregó.
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