Acorralado, Biden enfurece a todos con su manejo de la inmigración
Republicanos y demócratas critican por igual el trato hacia los haitianos que intentan ingresar a EE.UU.
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WASHINGTON.– Joe Biden y Alberto Fernández tienen algo en común: ambos son blanco de críticas feroces de sus opositores, pero también de su propia tropa, y enfrentan dificultades para tejer consensos en sus coaliciones. Para el mandatario argentino, la tarea de hilvanar un plan para encarrilar la economía se ha convertido en una cruzada de desenlace incierto. El yugo de Biden es la política migratoria, y una sucesión de crisis en la frontera con México.
La llegada de miles de haitianos a Del Río, Texas, en busca de asilo volvió a dejar al descubierto las enormes dificultades que enfrenta la Casa Blanca para tejer una política migratoria –un tema políticamente muy sensible en Estados Unidos– acorde a la realidad y las promesas de campaña de Biden. La llegada de los migrantes haitianos a Texas, y el trato que recibieron, terminó por desatar la furia de todos contra el mandatario: demócratas, republicanos, organizaciones civiles y de derechos humanos, y provocó incluso una queja pública del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, en su tradicional conferencia de prensa mañanera.
“Ya basta de discurso, ya hace falta acción”, reprochó López Obrador, al reclamar que Estados Unidos envíe 4000 millones de dólares comprometidos para los países del llamado “Triángulo del Norte”, Honduras, Guatemala y El Salvador, para lidiar con el aluvión de migrantes.
El malestar por el trato que se vio a los más de 10.000 haitianos que cruzaron el Río Grande y se instalaron debajo de un puente cerca de Del Río, en Texas, brotó de todos los frentes. Los demócratas condenaron el maltrato que le propinaron agentes fronterizos a caballo, y cargaron contra Biden por mantener políticas inhumanas diseñadas por el gobierno de Donald Trump que los condena a ser expulsados sin poder pedir asilo. Los más radicales exigieron frenar las deportaciones. Los republicanos repiten cada vez que pueden que Biden va por “fronteras abiertas”. Y las organizaciones civiles acusaron a la Casa Blanca de ignorar el andamiaje legal internacional que garantiza el derecho al asilo.
Con su reforma migratoria atrancada en la grieta en el Congreso, Biden, quien llegó a la Casa Blanca con la promesa de darle a los extranjeros un trato “más humano”, aparece atado de manos. Intentó revertir las reglas que puso en marcha Trump para frenar la llegada de refugiados y negarles el asilo, pero los republicanos lo frenaron en la Justicia. El resultado fue que Biden se vio obligado a mantener prácticas del gobierno de Trump, como la expulsión directa de migrantes que llegan al país a solicitar asilo.
Las imágenes de agentes fronterizos a caballo, manoteando y agitando sus riendas a los migrantes y forzándolos a regresar por el Río Grande a México terminó por echar más combustible a la furia de todos los bandos.
“Estamos siguiendo las políticas de Trump […] ¿¡qué demonios estamos haciendo!? Lo que vimos nos lleva para atrás cientos de años, lo que vimos es peor que lo que vimos en la esclavitud”, se despachó, furiosa, la congresista demócrata Maxine Waters, una de las voces filosas del oficialismo, en una conferencia de prensa de varios congresistas fuera del Capitolio, bajo la lluvia. En el podio se veía un cartel que decía: “El asilo es un derecho humano”.
Los republicanos acusaron a Biden de apoyar una política de “fronteras abiertas” –por más que su gobierno haga exactamente lo contrario–, y se preparan para usar las crisis en la frontera como principal munición de campaña en la pelea por el Congreso el año próximo. El gobernador de Texas, Greg Abbott, despachó decenas patrulleros estatales a la frontera para armar una muralla a la vera del Río Grande, e impedir la llegada de más migrantes. “El gobierno de Biden no está haciendo nada con este problema, así que Texas tuvo que dar el paso al frente”, desafió Abbott.
Varias organizaciones civiles, como la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés); America’s Voice, que se dedica a defender derechos de los inmigrantes; la Asociación de Abogados Migratorios; y Amnistía Internacional, y Human Rights Watch (HRW) pusieron el foco en las similitudes que ha tenido hasta ahora la política migratoria de Biden con la de Trump. HRW acusó al gobierno de Biden de darle la espalda a la ley internacional que protege a los refugiados y aplicar políticas “abusivas”.
“El gobierno de Estados Unidos mostró un total desprecio por el derecho a solicitar asilo cuando envió agentes a caballo con las riendas agitando para controlar y disuadir a esta población migrante mayoritariamente negra”, dijo en un comunicado Alison Parker, directora de HRW en Estados Unidos.
“Este tratamiento violento de los haitianos en la frontera es solo el último ejemplo de políticas fronterizas estadounidenses discriminatorias, abusivas e ilegales que están devolviendo a las personas al daño y al desastre humanitario”, enfatizó.
Sin un final a la vista para la crisis en la frontera, el gobierno pareció quedarse sin aliados ni defensores. La vocera presidencial, Jen Psaki, insistió en que la Casa Blanca no va a tolerar el “tratamiento inhumano” que se dio a los haitianos, y sin grandes medidas de por medio, puso sus esperanzas en que el Congreso encuentre una salida para aprobar una reforma migratoria, algo que no ha pasado desde 1986.
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