Abusos en la Iglesia de Alemania: tras un informe demoledor, Benedicto XVI lanzó un fuerte mea culpa, pero se defendió de las acusaciones
Escribió una carta de tono penitencial, difundida por el Vaticano, en la que reconoce una “grandísima culpa”; al mismo tiempo, sus abogados salieron al contraataque y lo defendieron de las acusaciones
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ROMA.- Mea culpa y contraataque. A casi tres semanas de un informe explosivo sobre abusos sexuales en el clero de la diócesis de Munich-Freising, que encabezó hace más de 40 años en su Alemania natal, Benedicto XVI, papa emérito, volvió a expresar su gran dolor y vergüenza por lo ocurrido, hablando de “grandísima culpa”. Y, al mismo tiempo, salió a defenderse de las acusaciones.
En una carta que difundió el Vaticano, el papa emérito, con gran humildad y espiritualidad, respondió al informe de casi 2000 páginas realizado por un estudio de abogados por pedido del cardenal Reinhard Marx, que lo acusó de “mala conducta” en cuatro casos de abusos sexuales cometidos por sacerdotes y difundido el 20 de enero pasado. Como ya había hecho en una declaración enviada cuatro días después por su secretario privado, el arzobispo Georg Ganswein, Benedicto XVI expresó “profunda vergüenza, gran dolor y sincero pedido de perdón” a todas las víctimas de abusos sexuales.
Pero junto a esta carta, el Vaticano también difundió un documento de dos carillas firmado por cuatro abogados alemanes, expertos en derecho canónico, que defendió de todas las acusaciones a Joseph Ratzinger, que fue arzobispo de Munich entre 1977 y 1982. Titulado “análisis de los hechos” y firmado por Stefan Mückl, Helmuth Pree, Stefan Korta y Carsten Brennecke, este documento aseguró taxativamente que “como arzobispo el cardenal Ratzinger nunca estuvo involucrado en ningún encubrimiento de actos de abuso”.
En su carta Benedicto, que cumplirá 95 años el 16 de abril próximo y que desde que renunció al papado, en 2013, vive en un monasterio enclavado en los Jardines Vaticanos, al principio agradece todas las personas que en los últimos días “de reflexión y examen de consciencia”, le enviaron muestras de afecto. El informe que lo acusó de haber sabido de cuatro casos de abusos y de no haber actuado, significó una bomba no sólo en su Alemania natal, sino en todo el mundo.
También agradece a los amigos que lo respaldaron en este momento y que lo ayudaron a responder un cuestionario de 82 preguntas que le envió el estudio legal que realizó el informe, que también lo asistieron a la hora de leer, analizar y estudiar la investigación de casi 2000 páginas sobre los abusos que hubo en la diócesis de Múnich desde 1945 a 2019, cuando casi 500 menores fueron víctimas de abusos.
Benedicto, que durante años fue prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe, especialmente agradece “la confianza, el apoyo y la oración que el papa Francisco me ha expresado personalmente”.
“Una confesión”
“A las palabras de agradecimiento es necesario que siga ahora una confesión”, también escribe, al destacar que al principio de la celebración de la misa siempre hay que confesar las culpas y pedir perdón.
“Rogamos públicamente al Dios vivo que perdone nuestra culpa, nuestra grande, grandísima, culpa. Está claro que la palabra ‘grandísima’ no se aplica de la misma manera a cada día, a cada día en particular. Pero cada día me interpela si también hoy no deba hablar de grandísima culpa. Y me dice de forma consoladora que por muy grande que hoy sea mi culpa, el Señor me perdona, si me dejo examinar sinceramente por él y si estoy realmente dispuesto al cambio de mí mismo”, siguió.
Acto seguido, recordó todas las veces que, como pontífice, se reunió con víctimas de abusos sexuales por parte de sacerdotes, en varios viajes. “Como en aquellos encuentros, hoy nuevamente puedo sólo expresar a todas las víctimas de abusos sexuales mi profunda vergüenza, mi gran dolor y mi sincera petición de perdón”, escribe. “Ya que he tenido importantes responsabilidades en la Iglesia Católica, mayor es mi dolor por los abusos y errores que se han producido durante el tiempo de mi misión en los respectivos lugares. Cada caso de abuso sexual es terrible e irreparable. Me siento consternado por cada uno de ellos en particular, y a las víctimas de esos abusos quisiera hacerles llegar mi más profunda compasión”, agrega.
La defensa
En la carta, bastante conmovedora y de tono penitencial, como ya había hecho el 24 de enero, Benedicto reitera, además, que fue por un error “no intencional” que había notificado que no había participado de una reunión que tuvo lugar el 15 de enero de 1980. “Me afectó profundamente que el descuido se utilizara para dudar de mi veracidad, y presentarme incluso como mentiroso”, admite.
Tal como aseguran los abogados en su “análisis de los hechos”, “no se puede imputar a Benedicto XVI este error de transcripción como una falsa declaración o consciente mentira”. Los abogados incluso recordaron que en una biografía de Benedicto escrita por Peter Seewald, Ratzinger mismo confirmó su participación en esa reunión, en la que dio su visto bueno a que un sacerdote pudiera trasladarse a Múnich para ser sometido a una terapia psicológica. Pero sin saber que se trataba de un abusador.
“En el informe se sostiene que Benedicto XVI tuvo un comportamiento errado en otros tres casos, en los que habría sabido que los sacerdotes eran abusadores”, sigue el documento de los abogados, que asegura que “esto no responde a la verdad, según nuestras investigaciones”. “En ninguno de los casos analizados por la pericia Joseph Ratzinger estaba en conocimiento de abusos sexuales cometidos por sacerdotes”, afirman, al destacar, por otro lado, que nunca minimizó el exhibicionismo de un cura, sino que lo condenó clara y explícitamente.
Al final de su carta Benedicto XVI, intelectual que escribió diversos libros sobre la vida de Jesús, asegura que comprende “cada vez más la repugnancia y el miedo que Cristo experimentó en el Monte de los Olivos cuando vio todas las cosas terribles que debía superar interiormente”. “El hecho de que los discípulos estuvieran dormidos en ese momento representa, por desgracia, una situación que se repite incluso hoy y por la que también me siento interpelado”, agrega, al hablar del escándalo de los abusos en la Iglesia, que siendo papa comenzó a combatir.
Al final de la carta el papa emérito, cuya salud es frágil, pero que sigue lúcido, habla de su muerte. “Muy pronto me presentaré ante al juez definitivo de mi vida. Aunque pueda tener muchos motivos de temor y miedo cuando miro hacia atrás en mi larga vida, me siento sin embargo feliz porque creo firmemente que el Señor no sólo es el juez justo, sino también el amigo y el hermano que ya padeció Él mismo mis deficiencias y por eso, como juez, es también mi abogado (Paráclito). En vista de la hora del juicio, la gracia de ser cristiano se hace evidente para mí”.
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