Abusos, celibato y curia: las definiciones del Papa
En el avión de regreso a Roma, volvió a hablar de los escándalos; dijo que no habrá "privilegios"
ROMA.- El viaje fue agotador para los periodistas. Pero para Francisco, el gran protagonista, no. Media hora después de que el vuelo de El Al que lo llevó de regreso a Roma despegara de Tel Aviv, tal como había anunciado en el viaje de ida, Jorge Bergoglio apareció en la "fosa de los leones", la parte trasera del Boeing 777, para responder, sin filtro, preguntas de todo tipo durante 45 minutos.
Francisco no defraudó con sus respuestas: anunció, entre otras cosas, que a principios de junio se reunirá con víctimas de abusos por parte del clero, delito que comparó con las "misas negras", ritos satánicos.
También dijo que "el celibato no es un dogma de fe" y que el tema podría discutirse; admitió que podría renunciar, siguiendo el ejemplo de su predecesor, Benedicto XVI; anunció que en enero viajará a Sri Lanka y a Filipinas; habló de la reforma de la curia y de la polémica sobre los divorciados vueltos a casar, un tema que lamentó que se haya vuelto el único del próximo sínodo de obispos sobre la familia. Ante una pregunta sobre los escándalos que sacudieron recientemente el Vaticano, donde hay algunos que parecen no entender su mensaje de austeridad y de "Iglesia pobre para los pobres", no defendió al cardenal Tarcisio Bertone.
Muy hábil, Francisco respondió con humor, inteligencia y claridad a todas las preguntas. Y pareció divertirse, pese al cansancio de su cargada gira. Es más: si no hubiera sido porque se trataba de un vuelo corto, hasta se hubiera quedado más tiempo con los "leones", como ocurrió cuando dio su primera conferencia de prensa a 10.000 metros de altura, al regresar de Río de Janeiro en julio pasado. A continuación, lo más destacado.
–Usted habló con palabras muy duras contra el abuso sexual de menores de parte de los sacerdotes. En todas las iglesias locales hay normas que exigen una fuerte obligación moral y a menudo legal a colaborar con las autoridades civiles. ¿Qué hará usted si hay un obispo que no ha observado estas normas? ¿Se lo excluye, se le pide que dimita u otras sanciones?
–En la Argentina, a los privilegiados les decimos "éste es un hijo de papá", y en este problema no habrá "hijos de papá". En este momento hay tres obispos que están bajo investigación: uno ya está condenado y se está estudiando la pena que debe tener. No existen privilegios. El tema de los menores, un delito tan feo, es un problema grave en muchos lados, pero a mí me interesa la Iglesia. ¿Qué nos aporta quién hace esto? Traiciona el cuerpo del Señor. Estos sacerdotes en vez de llevar a la santidad a los chicos y chicas, muchachos o muchachas que confían en ellos, abusan. Y esto es gravísimo. Les haré una comparación: es como una misa negra. Tú tienes que llevarlo a la santidad y lo llevas a un problema que va a durar toda la vida. Y el 6 o el 7 de junio, los primeros días del mes, va a haber una misa en Santa Marta con seis u ocho personas abusadas y después, una reunión con ellas. Son personas de Alemania, Inglaterra o Irlanda… Serán unos ocho, con el cardenal [Sean] O’Malley, de la comisión [para protección de menores]. Pero sobre esto tenemos que seguir adelante, adelante. ¡Tolerancia cero!
–Usted lanzó este mensaje fuerte de una Iglesia pobre, simple y austera. Pero vemos escándalos, como por ejemplo el del departamento del cardenal Bertone, su supuesta malversación de 15 millones de euros, la famosa fiesta el día de las canonizaciones. ¿Qué pretende hacer para que no haya contradicciones con su mensaje?
–El mismo Jesús una vez, según se dice en los Evangelios, les dijo a sus discípulos que es inevitable que haya escándalos, porque somos humanos y pecadores todos. La cuestión es tratar de evitar que haya más. En la administración económica se necesitan honestidad y transparencia. Las dos comisiones, la que estudió el IOR y la que estudió el Vaticano, llegaron a sus conclusiones y ahora la secretaria de Economía que dirige el cardenal [George] Pell llevará adelante las reformas que estas comisiones han aconsejado. Pero seguirá habiendo escándalos, siempre, porque somos humanos. Debemos estar atentos y reformar a diario la Iglesia, porque somos pecadores, somos débiles. La administración que esta Secretaría de Economía lleva adelante ayudará mucho a evitar escándalos y problemas. Por ejemplo, en el IOR creo que hasta este momento se cerraron 1600 cuentas de personas que no tenían derecho a tener una cuenta en el IOR. Sobre el asunto de los 15 millones, es una cosa que se está estudiando, no está clara. Quizá sea verdad, pero en este momento no es definitivo, está en estudio.
–Estuvo con el patriarca ecuménico Bartolomé: ¿cree que la Iglesia Católica puede aprender algo de la Iglesia Ortodoxa, por ejemplo en el caso de los curas casados?
–La Iglesia Católica tiene curas casados: católicos griegos, católicos coptos. Hay en el rito oriental. Porque el celibato no es un dogma de fe, sino una regla de vida que yo aprecio mucho y que es un don para la Iglesia. Al no ser un dogma de fe, siempre está la puerta abierta. Pero no hablamos de esto con el patriarca Bartolomé porque es secundario.
–Si en un día muy lejano se siente sin las fuerzas suficientes, ¿haría la misma elección de su predecesor, renunciar al pontificado?
–Haré lo que el Señor me diga que debo hacer: rezar y buscar la voluntad de Dios. Creo que Benedicto XVI no es un caso único. Ha sucedido que no tenía las fuerzas, y honestamente un hombre de fe tan humilde ha tomado esta decisión. Creo que él es una institución. Hace 70 años no existían los obispos eméritos. Ahora hay muchos. ¿Qué pasará con los papas eméritos? Creo que debemos ver a Benedicto como una institución que abrió una puerta, la de los papas eméritos. Si habrá más, lo sabe Dios. Pero esa puerta está abierta. Creo que un obispo de Roma que siente que bajan sus fuerzas debe hacerse las mismas preguntas que se hizo el papa Benedicto.
–Como líder espiritual y político mundial, usted está creando muchas expectativas tanto en la Iglesia, por ejemplo con el tema de la comunión a los divorciados vueltos a casar, como en la comunidad internacional, ahora con su mediación en el conflicto palestino-israelí. ¿No está poniendo demasiada carne al asador?
–Este encuentro [de Peres y Abbas] en el Vaticano será un encuentro de oración. No será para hacer una mediación o buscar una solución. Rezar juntos, sin entrar en discusiones… Habrá un rabino, un musulmán y yo. Le agradezco la pregunta sobre los divorciados. El sínodo será sobre la familia, sus problemas, sobre la riqueza de la familia, la situación actual de la familia. La presentación preliminar que hizo el cardenal [Walter] Kasper tenía cinco capítulos. Cuatro sobre las cosas lindas de la familia desde el aspecto teológico, las problemáticas familiares, el problema pastoral de las separaciones, la nulidad matrimonial, los divorciados y el problema de la comunión… A mí no me gustó que tantas personas, incluso en la Iglesia, sacerdotes, etc., hablasen de la comunión a los divorciados como si todo se redujese a una casuística. Sabemos que hay una crisis de la familia. Los jóvenes no quieren casarse o no se casan, conviven… Yo no querría que entrásemos en la casuística: lo que se puede hacer o no se puede hacer… Por eso agradezco tanto esta pregunta, porque me da la oportunidad de clarificar. El problema pastoral de la familia es muy, muy amplio y no se debe deshojar caso a caso. Lo que el papa Benedicto dijo tres veces es que hay que estudiar los procedimientos de nulidad matrimonial. Estudiar la fe con la que una persona va al matrimonio y clarificar que los divorciados no son excomulgados. Muchas veces se los trata como si lo fuesen.
–¿Cuáles son los obstáculos para la reforma de la curia romana?
–El primer obstáculo soy yo… (risas). Un mes después de mi elección se nombró el consejo de los ocho cardenales, y está estudiando todo el sistema del Vaticano. Uno de los puntos claves es el económico, y por esto tienen que trabajar de forma conjunta con la Secretaría de Estado. Los resultados todavía no se ven todos. Los obstáculos son los normales de cualquier proceso. Limpiar el camino, el trabajo de persuasión… Hay algunas personas que no lo ven claro. Se está trabajando mucho y yo estoy contento.
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