A un año de la invasión rusa a gran escala: el mundo debe unirse para detener a Rusia
El auto forma parte de delegación de la sociedad civil ucraniana que viajará al país para reunirse con políticos, académicos y empresarios
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El 24 de febrero se presentó como un hito sombrío: hace exactamente un año, Rusia lanzó su invasión ilegal a gran escala en mi patria, Ucrania. Durante los últimos 12 meses, las tropas rusas han devastado mi país, torturando, violando y asesinando a miles de ucranianos, hombres, mujeres y niños... Nuestras ciudades han sido reducidas a escombros por los ataques aéreos y bombardeos rusos. Las fuerzas de Putin han atacado deliberadamente la infraestructura civil, dejando a millones de personas sin calefacción, electricidad ni agua, lo que ha provocado sufrimiento y muertes durante el largo y duro invierno. Más de 13 millones de ucranianos se han visto obligados a abandonar sus hogares, ya sea como desplazados internos o como refugiados en el extranjero.
A lo largo de la conducción de esta guerra, Rusia ha violado una y otra vez la ley del conflicto armado. Una de las infracciones más flagrantes y quizás la más aterradora para el mundo en general ha sido la ocupación de la central nuclear de Zaporizhzhia, la central nuclear más grande de Europa. Nunca antes en la historia una fuerza militar había ocupado una instalación nuclear y amenazado con un desastre nuclear que no sólo devastaría el área inmediata, sino que tendría implicancias ambientales masivas para todo el mundo.
Cómo se ve día tras día, los horrores de la guerra de Putin no terminan con el sufrimiento de los ucranianos. El mundo entero está sufriendo por las ambiciones delirantes de un dictador. La invasión rusa ha provocado un colapso económico de dimensiones mundiales, con el chantaje energético ruso que ha hecho que tanto los precios del petróleo como los niveles de inflación se disparen en todas las economías. Inclusive la Argentina, cuya situación económica es complicada, no ha escapado a esta problemática.
Si se quiere frenar esta crisis, entonces la guerra debe terminar. Y para que termine la guerra, Rusia debe verse obligada a retirar sus tropas de Ucrania y abandonar definitivamente su política imperial.
Donde quiera que uno se encuentre en el mundo, es difícil escapar de la desinformación rusa: mentiras que se han difundido a través de Internet e incluso en medios de comunicación de renombre, gracias a la poderosa maquinaria de propaganda rusa. El Kremlin impulsa la idea de que la invasión de Ucrania es un acto de autodefensa en respuesta a la expansión agresiva hacia el este por parte de la OTAN. Esto es falso. Los hechos son sencillos.
Tras la disolución de la Unión Soviética, Ucrania volvió a ser independiente y en 1994 entregó voluntariamente el tercer arsenal nuclear más grande del mundo a cambio de garantías de seguridad de Estados Unidos, Gran Bretaña y la propia Rusia. Estas garantías se establecieron en el Memorándum de Budapest y todas las partes se comprometieron a: respetar la independencia y soberanía de Ucrania dentro de las fronteras existentes; abstenerse de la amenaza o el uso de la fuerza contra Ucrania; abstenerse de la coerción económica que subordine a Ucrania poniendo en jaque los derechos inherentes a su soberanía y así obtener ventajas de cualquier tipo; brindar asistencia inmediata a Ucrania si “se convirtiera en víctima de un acto de agresión o en objeto de una amenaza de agresión en la que se utilizan armas nucleares; y abstenerse del uso de armas nucleares contra el signatario”.
A partir de ese momento, Ucrania ha evitado alianzas deliberadamente con cualquiera de las potencias globales. De hecho, las encuestas de 2013 mostraron que el apoyo dentro de Ucrania para unirse a la OTAN era muy bajo: alrededor del 12%. Sin embargo, esto no impidió que Rusia invadiera Crimea en febrero de 2014. Con esta invasión ilegal y no provocada, Rusia comenzó la guerra hace 9 años que continúa hoy, rompiendo las promesas hechas en Budapest. El doble discurso de Rusia da por tierra con la Carta de las Naciones Unidas y se burla del derecho internacional.
Más allá de la traición de Putin a Ucrania, sus acciones en otras partes del mundo muestran claramente la amenaza que representa para la seguridad global. En África, los mercenarios rusos del llamado Grupo Wagner están causando estragos. En Mali, en Libia, en la República Centroafricana, estos delincuentes a sueldo rusos utilizan el asesinato y la violación para intimidar a las poblaciones locales y apuntalar regímenes corruptos, que ahora están en deuda con Rusia. En lo que respecta a América Latina, el interés de Putin por los regímenes no democráticos de la región debe ser un motivo de preocupación para todos nosotros. Solo basta mirar a sus aliados más cercanos.
Un año después de la invasión, los ucranianos siguen resistiendo. Nuestros soldados son en su mayoría civiles, patriotas que se han visto obligados por necesidad a tomar las armas para defender su patria. Mostrando un coraje legendario, estos valientes hombres y mujeres se han convertido en luchadores superiores al enemigo. Son un orgullo: están luchando por sus hogares, su gente, la existencia misma de su país. Constantemente han hecho retroceder a las fuerzas rusas.
Los ucranianos no quieren la guerra. Están sangrando y muriendo todos los días. No puede haber paz hasta que Rusia retire sus tropas, debe ser obligada a abandonar Ucrania, de lo contrario Putin atacará nuevamente. Para lograr una paz justa y duradera necesitamos la ayuda de la comunidad internacional.
El apoyo diplomático es tan importante como la ayuda en el campo de batalla para que se respete el derecho internacional y garantice la soberanía de Ucrania en los próximos años. La Argentina puede hacer su parte alzando la voz y pidiendo a Rusia que retire sus tropas de Ucrania de inmediato. Es por eso que viajaré a Argentina en marzo como parte de una delegación de la sociedad civil ucraniana, para reunirme con políticos, académicos, líderes empresariales y activistas para instarlos a todos a apoyar a Ucrania y ayudarnos a poner fin a esta guerra y detener el dolor que está causando.
El Dr. Olexiy Haran es profesor de política comparada en la Universidad Nacional de Kyiv-Mohyla (UKMA) y director de investigación de la Fundación de Iniciativas Democráticas Ilko Kucheriv.
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