A seis meses del comienzo de la guerra, la balanza parece inclinarse a favor de Ucrania
Los especialistas sostienen que las fuerzas del Kremlin perdieron impulso incluso en el este y tienen más dificultades para reemplazar tropas y equipamiento
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NUEVA YORK.- Seis meses después de que Rusia lanzara su invasión a gran escala de Ucrania, son varias las señales de que el equilibrio en los campos de batalla militar y económico se está inclinando lentamente a favor de Kiev y sus aliados occidentales.
En la mayor guerra entre países europeos desde la Segunda Guerra Mundial, la muerte y la destrucción todavía no tienen un final a la vista. Ucrania sigue en desventaja en potencia de fuego, pero los defensores del país reciben cada vez más armas de Occidente, que les permiten atacar la logística y las bases rusas, incluso en Crimea.
El sábado, un ataque de drones ucranianos en Crimea contra la flota ruso del Mar Negro fue una de las numerosas señales de que la retaguardia de los rusos es cada vez más vulnerable.
En Estados Unidos y la mayor parte de Europa, el apoyo político y popular a Ucrania se mantiene firme, a pesar del temor de que pudiera resquebrajarse la unidad occidental ante una guerra prolongada y el aumento de los precios de la energía y los alimentos.
Estados Unidos, en particular, ha redoblado sus envíos de armas avanzadas, como el Sistema de Cohetes de Artillería de Alta Movilidad (HIMARS), así como de la crucial ayuda económica. El viernes, Estados Unidos anunció otros casi 800 millones de dólares en asistencia militar para Ucrania, incluidos drones, artillería y municiones. Por primera vez, ese paquete incluye vehículos tácticos y equipamiento para eliminar minas, un cambio que sugiere que ahora Estados Unidos está armando a Ucrania para reconquistar territorio perdido.
“Las fuerzas militares rusas perdieron mucho del impulso que tenían y desplegaron gran parte de sus fuerzas en el sur del país, anticipándose a una ofensiva ucraniana”, dice Michael Kofman, director del programa de estudios sobre Rusia en el centro de investigación en defensa CNA, con sede en Virginia.
Nuevo capítulo
“No creo que haya un estancamiento natural en el terreno”, dice Kofman. “Creo que antes de fin de año vamos a tener por lo menos otro capítulo de esta guerra”.
Tras una serie de explosiones en instalaciones militares, muchos residentes y vecinos decidieron evacuar Crimea, región ucraniana controlada por Rusia desde 2014. Esos motivos explican por qué el nuevo frente de batalla se desplazó a esa península: allí las fuerzas de Moscú tienen una base crucial para sus ataques. Habrá que ver como se desarrollan los hechos, pero el futuro del conflicto ahora depende de lo que puedan llegar a lograr los ucranianos.
Se estima que desde la invasión del 24 de febrero, ambos bandos sufrieron bajas de decenas de miles de soldados, ya sea muertos o heridos. Rusia tiene aún más dificultades que Ucrania para remplazar tropas y equipamiento, así que llena los huecos con mercenarios, milicias delegadas y tanques de la era soviética. La economía rusa enfrenta una recesión mucho más profunda que las naciones occidentales.
Algunos resultados de la guerra ya parecen invariables. El intento del presidente ruso Vladimir Putin de reescribir el final de la Guerra Fría restaurando la histórica esfera de influencia moscovita en Europa Oriental ha fracasado. Su guerra contra Ucrania, en cambio, unió a casi toda Europa en su contra y resucitó a la OTAN, que se prepara a sumar a Suecia y Finlandia como nuevos socios.
Paria internacional
Las numerosas evidencias de presuntas atrocidades de los rusos contra los ucranianos y las extorsiones de Putin en materia de energía, alimentos y hasta seguridad nuclear convirtieron a su régimen en un paria en todo el mundo desarrollado, no así en el hemisferio sur, donde cunde la desconfianza hacia Occidente.
Y Ucrania ya logró una gran victoria política al haber logrado sobrevivir como país independiente, contra los pronósticos de Moscú y de muchas capitales occidentales de que Kiev caería frente a la arremetida rusa. Pero esta guerra fortaleció la identidad nacional ucraniana y su determinación de reorientar su economía, política y seguridad hacia Occidente.
Pero el resultado final de la guerra sigue siendo tan incierto como su duración a futuro. La superioridad de Rusia en armas y municiones sigue vigente, y la dificultad de Ucrania para avanzar en terreno abierto obstaculiza la recuperación de territorio ocupado. Desde la perspectiva de Kiev, la ayuda militar occidental, sobre todo de Europa, sigue siendo lenta y vacilante, y es cierto que muchos de quienes toman decisiones en Occidente siguen dudando de que Ucrania pueda lograr una victoria militar sin un nivel de apoyo occidental que derive en una guerra directa contra Rusia.
La administración Biden se ha mostrado prudente desde el comienzo, enviando armas de manera esporádica, y recién suministró armamento más avanzadas, como los HIMARS, luego de semanas o meses de un cauteloso análisis, temiendo una escalada o que el material bélico cayera en manos equivocadas. Esas contemplaciones suscitaron críticas contra Estados Unidos por no haber actuado velozmente desde el comienzo, aunque los funcionarios estadounidenses insisten en que los envíos de equipamiento a Ucrania se realizan con la mayor celeridad posible.
La economía ucraniana, gravemente dañada, está empezando a estabilizarse, pero el gobierno necesita fondos con desesperación, en parte porque la Unión Europea no cumplió con sus promesas de ayuda financiera. Y la impresión monetaria para solventar la guerra podría hacer peligrar la estabilidad de la moneda ucraniana.
En Europa, el golpe más duro recién se sentirá a comienzos de 2023, cuando el invierno ponga a prueba los frenéticos preparativos europeos para vivir sin el gas ruso. Sin embargo, en una guerra de desgaste es normal que ambos bandos acusen el golpe. La cuestión es qué bando puede aguantar más que el otro e imponer su voluntad.
Con el final del verano, los defensores de Ucrania están mostrando una nueva capacidad para atacar bien atrás de las líneas rusas, como en las regiones ucranianas de Crimea y Kherson ocupadas por Rusia.
La ofensiva rusa en la zona oriental del Donbass está perdiendo impulso. Moscú se vio forzado a reordenar sus tropas para reforzar sus posiciones vulnerables en el sur. La reconquista de grandes territorios ocupados por Rusia resulta sin embargo un desafío extraordinario para los soldados ucranianos.
“Ucrania logró tener la iniciativa estratégica, pero todavía no sabemos qué pueden hacer con eso”, dice François Heisbourg, exfuncionario francés y asesor especial de la Fundación para la Investigación Estratégica, con sede en París.
La contraofensiva ucraniana en el sur no será un asalto masivo y frontal contra las líneas rusas, dice Mykhailo Podolyak, asesor del presidente ucraniano Volodmir Zelensky. Podolyak dice que Ucrania tratará más bien de replicar la estrategia utilizada para defender Kiev: atacar la logística rusa ubicada detrás de la línea de frente, incluso con tácticas de guerrilla, para desgastar la capacidad de Rusia y forzar la retirada.
“Los rusos necesitan municiones, combustible y puestos de mando cerca del frente. Destruimos el combustible y las municiones, y como no hay puestos de mando, queda un ejército desmoralizado y confundido. Ahí uno empieza a atacar”, dice Podolyak. “Funcionó durante la defensa de Kiev, y funcionará de la misma manera en la contraofensiva”.
Los funcionarios de defensa estadounidenses creen que si bien en esta etapa de la guerra ningún bando está ganando porciones significativas de territorio, los ataques ucranianos contra la infraestructura rusa muy por detrás de la línea de frente demuestran que la iniciativa ha cambiado de bando y ahora la tiene las fuerzas de Kiev.
Un funcionario del Pentágono dice que la guerra está entrando en una etapa diferente a la de los últimos dos meses, cuando las fuerzas rusas tenían más empuje en la batalla por el Donbass. “El estancamiento de los rusos en el campo de batalla parece ser total y absoluto”.
Marcus Walker y Gordon Lubold
Traducción de Jaime Arrambide
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