El índice subió casi un 30% en lo que va del año, debido principalmente a la apuesta de los inversionistas internacionales por las acciones de las empresas japonesas
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Por primera vez en más de 30 años la bolsa japonesa está viviendo un inesperado boom.
El principal índice bursátil del país, el Nikkei 225, no había estado tan alto desde principios de la década de 1990, cuando la economía de Japón aún experimentaba su “milagro” y antes de que comenzara la conocida como “Década Perdida”.
Solo en lo que va de 2023, el índice ha subido casi un 30%, gracias en gran medida a la apuesta de los inversionistas internacionales por las acciones de las empresas japonesas.
Ese optimismo se explica, en parte, por los cambios que está impulsando la Bolsa de Valores de Tokio.
En marzo, la bolsa presentó un plan de reformas para que las empresas paguen más dividendos a sus accionistas o recompren acciones de su misma compañía.
Habitualmente ese tipo de cambios hacen que el precio de las acciones de una empresa aumente.
Esta reforma en la bolsa japonesa es vista por algunos analistas como una forma de presionar a los directivos de las firmas para que aumenten la rentabilidad y la eficiencia en el uso del capital.
En un país donde muchos de los directivos no ven a los accionistas como aliados, los cambios podrían provocar un efecto dominó entre las empresas a medida que las grandes compañías comiencen a implementarlos.
Influido por el cambio de las reglas con las que opera la Bolsa de Tokio, entre otros factores, el valor de los títulos de gigantes como Mitsubishi y Honda han subido cerca de 50% este año.
Los responsables de la bolsa nipona advirtieron que las empresas que no se adapten a las nuevas reglas podrían quedar fuera del mercado bursátil en 2026.
Todo esto ocurre en el marco de una economía considerada sólida, con una moneda débil y tasas de interés muy bajas, justo cuando muchas de las economías más grandes del mundo las tienen a niveles históricamente altos.
Pero existe otro factor clave para explicar el boom de la bolsa japonesa: la apuesta del multimillonario Warren Buffett por las firmas del país asiático, un ejemplo para muchos inversionistas extranjeros que siguen sus pasos y confían en su criterio de inversión.
El efecto Warren Buffett
El legendario magnate reveló en mayo que había comprado aún más acciones de cinco firmas japonesas: Itochu, Marubeni, Mitsubishi, Mitsui y Sumitomo.
También dijo que podría considerar más inversiones de este tipo en el futuro. Ese anuncio contribuyó a una fuerte oleada de compras de inversionistas extranjeros en el mercado bursátil de Japón en las siguientes semanas.
Buffet, presidente y director ejecutivo de Berkshire Hathaway, tiene hace tiempo puestos los ojos en Japón. Su apuesta por ese mercado casi se ha triplicado en valor en menos de tres años.
Y con sus últimos movimientos, han aumentado en un promedio de 180% el valor de las cinco empresas japonesas en las que invirtió.
Durante la reunión anual de Berkshire en mayo, el multimillonario justificó su decisión argumentando que las cinco firmas japonesas eran “ridículamente” baratas, bien establecidas, enfocadas en el largo plazo y lo suficientemente grandes como para generar buenos retornos.
¿Demasiado optimismo?
El gobierno japonés también ha estado presionando a las empresas que cotizan en la bolsa del país para que devuelvan más dinero a los inversionistas, aumentando su atractivo para los fondos extranjeros.
Sin embargo, algunos analistas han advertido que los inversionistas están demasiado optimistas sobre un cambio en las actitudes de los directivos japoneses.
Economistas de Bank of America (BofA) advirtieron que la euforia por comprar acciones de empresas japonesas es “prematura”.
En su opinión, es demasiado pronto para apostar por Japón, con su economía en una posición totalmente opuesta a sus pares internacionales, con su banco central optando por mantener intacta su estrategia de estímulos, que incluye tipos de interés negativos.
Esto no significa que no vean potencial de cara al futuro. En concreto, BofA cree que puede ser una “operación potencial para 2024″.
Por ahora, las ganancias de las empresas están mejorando y la economía de Japón, que es la tercera más grande del mundo, está pasando por un buen momento después de los golpes de la pandemia.
En un país con un histórico problema de deflación, es una buena noticia que la inflación haya vuelto. El gasto de los consumidores está aumentando (así como las previsiones de incrementos salariales) y los turistas extranjeros están de regreso.
Así, las expectativas de crecimiento son mejores para la economía japonesa que para las de otros países desarrollados.
Las estimaciones de crecimiento del Producto Bruto Interno (PBI) para este año han subido a un 2,7%, mientras que otros países como Estados Unidos y los de la UE están sorteando, con suerte, una posible recesión.
En medio de las dificultades internacionales, Japón está en una mejor posición que el resto de las grandes economías.
Pero una de las interrogantes que está en el aire es por cuánto tiempo se extenderá este positivo momento económico y si las reformas implementadas en el mercado bursátil traerán un efecto expansivo hacia el resto de la economía.
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