A pesar del costo político, Joe Biden no le suelta la mano a su hijo Hunter
La perspectiva de que Hunter Biden sea procesado por un tribunal federal consternó al presidente de EE.UU., pero el vínculo con su único hijo es de hierro
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WASHINGTON.- Hace apenas tres meses, el presidente norteamericano, Joe Biden, estaba lleno de esperanza. Los abogados de su hijo, Hunter Biden, habían llegado a un acuerdo de admisión de responsabilidad por los cargos impositivos y de armas que le imputaban los fiscales federales, y el presidente tenía la sensación de que finalmente el largo disgusto legal había terminado.
Pero a fines de julio el acuerdo se vino abajo, y el presidente, cuya optimista imagen pública suele ocultar un temperamento bastante más volcánico, se quedó pasmado.
Según varios allegados muy cercanos que prefieren mantener su anonimato para preservar su relación con la familia Biden, a partir de ese momento el mandatario norteamericano se sumió en la tristeza y la frustración. Desde entonces, cuando habla sobre su hijo, lo hace con un tinte de resignación que antes no tenía, según sus confidentes.
Y ahora que el Departamento de Justicia planea imputar a Hunter Biden de cargos por armas en las próximas semanas, el equipo de la Casa Blanca se prepara para varios meses más de ataques republicanos y para la perspectiva de un juicio penal contra el hijo del presidente en medio de su campaña por la reelección en 2024.
Los republicanos presentan el caso de Hunter Biden como una mezcla de nepotismo y corrupción, que el gobierno de Biden desmiente. Pero no hay duda de que el caso drena política y emocionalmente a su padre y a quienes quieren que el presidente sea reelecto.
La saga refleja la dolorosa dinámica de la familia presidencial, marcada por ambiciones intensas y graves pérdidas, con una mezcla de bronca y de culpa. Es la historia de dos hijos muy distintos y muy queridos, y de un padre que se aferra al que todavía tiene.
Este relato se basa en entrevistas con más de una docena de personas cercanas a los Biden y en escritos de los propios miembros de la familia.
Las personas que conocen a ambos hombres dicen que su vínculo de padre e hijo es de una singular intensidad. Pero hasta los aliados del presidente, un hombre que se enorgullece de su instinto político y humano, dicen que en ocasiones el padre ha sido demasiado condescendiente con su hijo menor, reacio a contradecirlo, a pesar de los problemas que Hunter ha enfrentado y de su largo historial de malas decisiones.
Y todo eso entraña un inesperado riesgo político para el presidente.
El negocio de la familia
Hunter Biden nació el 4 de febrero de 1970, un año y un día después que Beau, su hermano mayor.
Durante toda su infancia los hermanos fueron muy cercanos. Beau era visto como el heredero de la “marca política” Biden: el que debía postularse para presidente, dijo una vez su padre, que también describió a Beau Biden como “Yo, pero sin todas las desventajas”.
Beau Biden era un líder natural, un estudiante, atleta y abogado formado en una universidad de la Ivy League que llegó a convertirse en la figura política más popular de Delaware. Como lo describió el presidente Barack Obama, Beau Biden era “alguien que te fascinaba, te desarmaba y te calmaba”.
Hunter Biden era un joven inteligente y artístico, que compartía la personalidad locuaz de su padre. Después de graduarse de la Universidad de Georgetown, sirvió en el Cuerpo de Voluntarios Jesuitas en Portland, Oregon, donde trabajó en un banco de alimentos en el sótano de una parroquia y en un centro de socialización para personas discapacitadas. Una de sus compañeras voluntarias era Kathleen Buhle, a quien conoció a mediados de 1992. A los pocos meses, Kathleen quedó embarazada y en julio de 1993 la pareja contrajo matrimonio. Tiempo después, Hunter Biden se graduó en la Facultad de Derecho de la Universidad de Yale.
Según él mismo ha dicho, a principios de la década de 2000, cuando vivía en Delaware con su esposa y sus tres hijas, había comenzado a beber mucho durante las cenas, en las fiestas y a la salida de su trabajo en Oldaker, Biden & Belair, una firma de abogados y lobbystas de la que era socio.
Se alejó del lobby político cuando su padre llegó a la vicepresidencia y la administración Obama impuso restricciones a los lobbystas que trabajaban con el gobierno. Pero sus aventuras posteriores también quedaron bajo la lupa. En 2014, se unió a la junta directiva de Burisma, una empresa energética ucraniana investigada por corrupción, ya que su padre, entonces vicepresidente, supervisaba la política de la Casa Blanca hacia Ucrania.
En 2014, cuando Hunter Biden fue dado de baja de la Reserva de la Marina por consumo de cocaína, el mail de su padre a la familia sobre la cobertura que recibió el caso en las noticias fue breve y conciso. “Fue todo lo buena que puede ser”, escribió Joe Biden. “Ahora hay que seguir adelante. Los amo, Papá.”
Cuando su padre y su hermano demostraron talento para la función pública, Hunter Biden se imaginó a sí mismo como el financista que apoyaba el negocio familiar de la política.
Durante un tiempo, fue el trabajo lo que lo enorgulleció, porque lo hacía sentirse necesario.
“Tenía más dinero en el banco que cualquiera de los Biden en seis generaciones”, escribió Hunter en “Beautiful Things”, sus memorias publicadas en 2021, y señaló que cuando era lobbysta, a fines de la década de 1990, ayudó a pagar los préstamos estudiantiles de su hermano. Hunter mandaba a sus tres hijas a una escuela privada y pagó la hipoteca de la casa donde por entonces vivía con su hermano.
Sin embargo, décadas más tarde se supo que se quejaba de tener tanta responsabilidad sobre sus espaldas. Uno de sus allegados dice que esas quejas eran exageradas y que las manifestaba cuando se sentía herido.
La tragedia y el abuso de sustancias han acechado a la familia Biden durante generaciones. Hunter no tenía ni 3 años cuando su madre y su hermana pequeña murieron en un accidente automovilístico que los dejó a él y a Beau gravemente heridos y hospitalizados durante meses. Beau Biden murió de cáncer cerebral en 2015, a los 46 años. Después de eso, Hunter se hundió aún más en el alcoholismo y en una devastadora adicción al crack.
Pero ya el padre de Joe Biden tuvo episodios con la bebida, según personas que lo conocieron, y Frank Biden, uno de los hermanos del presidente, también ha luchado contra el alcoholismo. La hija del presidente, Ashley Biden, ha sido tratada por adicciones. Durante la campaña electoral de 2008, cuando Joe Biden era candidato a vicepresidente, dio una explicación contundente de su decisión de no beber alcohol: “Ya hay suficientes alcohólicos en mi familia”.
En los últimos años, a medida que sus problemas de adicción empeoraron, la vida de Hunter Biden empezó a desmoronarse. Su matrimonio con Buhle terminó en 2017 y tuvo un romance con la viuda de su hermano, Hallie, que acaparó los titulares de los tabloides y sumó angustia a la familia.
A veces, Biden padre parecía no saber cómo reaccionar y le preocupaba alejar a su hijo y dejarlo solo. A instancias de su hijo, Joe Biden emitió un comunicado apoyando su relación con Hallie. Poco después, cuando esa relación terminó, Hunter entró y salió varias veces de rehabilitación y probó terapias experimentales que incluían ketamina y “las secreciones de las glándulas del sapo del desierto de Sonora”, según sus memorias. Por lo general, no podía mantenerse sobrio durante más de un par de semanas seguidas.
Hunter Biden tiene una cuarta hija, llamada Navy Joan Roberts y concebida durante una relación casual de 2017 que dice no recordar. Según ha manifestado, no tiene ninguna relación con la niña. El presidente recién reconoció a la niña en julio, y sólo después de que su hijo le diera el visto bueno, según una persona cercana al presidente.
Hunter Biden ha dicho que finalmente pudo dejar el alcohol después de conocer a su segunda esposa, Melissa Cohen, en 2019.
Un padre, no un político
El presidente intenta mantenerse cerca de su hijo. El año pasado, cuando acompañó al presidente en un viaje a Irlanda, Hunter viajó en el avión presidencial Air Force One y durmió en un catre en la habitación de hotel de su padre. Cuando viaja a Washington desde su casa en Malibú, California, se aloja en la Casa Blanca, a veces durante semanas. Y cuando está en la Costa Oeste, su padre lo llama todos los días, a veces más de una vez.
Los aliados del presidente tienen un profundo respeto por el vínculo, pero en privado critican la aparente incapacidad de Joe Biden para decirle que no a su hijo cuando intentó involucrarlo en sus negocios. Algunos aliados del presidente dicen que la deferencia que tiene hacia su hijo -invitaciones a cenas de Estado, a volar con él a bordo del Marine One y mostrarse con él en el balcón de la Casa Blanca- termina siendo una distracción política totalmente evitable.
No ha surgido ninguna evidencia contundente de que Joe Biden haya participado personalmente o se haya beneficiado de los acuerdos comerciales de su hijo, o de que haya utilizado su cargo para beneficiar a los socios de Hunter mientras era vicepresidente. Y los asesores de Biden señalan que según expertos legales los cargos de impuestos y armas contra el hijo de un presidente difícilmente lleguen a juicio.
Furia en California
La vida de Hunter Biden en California está a un mundo de distancia de la de su padre en Washington.
Hunter vive con su esposa y su pequeño hijo, el único varón, que lleva el nombre de Beau, en una casa alquilada con vistas al Océano Pacífico. Es un lugar que parece increíblemente idílico, salvo por los carteles que advierten sobre incendios forestales que podrían chamuscar ese frágil paraíso hasta los cimientos.
Hunter Biden se sienta casi todas las mañanas a pintar al óleo o con acrílico, un ritual que, según él, lo ayuda a no beber. En 2019, en una entrevista con The New Yorker, dijo que ganaba alrededor de 4000 dólares al mes y que se había mudado a California para “desaparecer” mientras se padre competía por la presidencia. Allí contó que su nueva esposa estaba embarazada. Estaban viviendo en una de las zonas más caras del país y les costaba mantenerse a flote.
En estos días, tras caerse el acuerdo de admisión de responsabilidad y la inminencia de un procesamiento, Hunter Biden y sus abogados mastican bronca y hacen evaluación de daños.
El mes pasado, cuando los reporteros destacados en Camp David le preguntaron sobre la investigación especial a la que estaba siendo sometido su hijo, la respuesta de Joe Biden fue transparente: “Eso es tema del Departamento de Justicia”, dijo. “Y es todo lo que tengo para decir”.
Katie Rogers
Traducción de Jaime Arrambide
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