A medida que el régimen intensifica los confinamientos, algunos chinos ya buscan salir del país: “Es culpa del Covid cero”
A raíz de la rígida política de Xi Jinping, desde hace semanas muchos habitantes están en una cuarentena feroz que diezmó su economía; ahora un creciente número de ciudadanos intenta irse de la nación asiática
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NUEVA YORK.- Hace años que Clara Xie se pregunta si llegaría el día de irse de China. A Clara le molesta el régimen de censura chino, y al ser lesbiana, quiere vivir en un país más inclusivo con las relaciones entre personas del mismo sexo. Sin embargo, irse de su país le parecía una idea remota, todavía era joven y ni siquiera sabía a qué país elegir para emigrar.
Pero el coronavirus y las draconianas medidas de China para frenarlo hicieron que Clara se lo planteara seriamente: hace dos años que debido a las restricciones a los viajes, Clara no puede ver a su novia, que vive en Estados Unidos. Además, Clara vive en Shanghái, y en marzo, cuando la ciudad entró en nuevamente en cuarentena estricta, el trabajo de Clara como modelo se frenó por completo.
Ahora está en conversaciones con un abogado experto en inmigración para explorar sus opciones para irse del país.
China ingresa en su tercer año de controles por la pandemia y Clara es parte de un reducido pero creciente número de ciudadanos chinos que buscan la puerta de salida. Muchos son habitantes de clase media o pudiente de la ciudad de Shanghái, que están atrapados desde hace casi dos meses en una cuarentena feroz que ha diezmado su economía y limitado el acceso a alimentos y medicamentos. Algunos, como Clara, tienen algún vínculo en el extranjero y temen que la puerta de China al mundo se pueda cerrar del todo. A otros los desalienta la censura y el régimen de vigilancia del gobierno, que la pandemia no ha hecho más que agravar.
“No puedo ni cambiar ni denunciar la actual situación en China”, dice Clara. “Cuando no podés cambiar la realidad, lo mejor es irse”.
Relato triunfal
Ese impulso por abandonar el país contrasta con el relato triunfal de Pekín sobre la pandemia, que afirma que gracias a sus rígidos controles China fue el único refugio seguro en un mundo arrasado por el virus. Esa fuga de personas también es una señal de que la estrategia de “Covid cero” del gobierno tiene costos cada vez más altos.
El mes pasado, las búsquedas de la palabra “emigrar” aumentaron un 440%, según una empresa de relevamiento de datos. Algunos usuarios de internet hasta acuñaron un término para esta tendencia: “filosofía del escape”. Los asesores de inmigración dicen que las consultas de personas que quieren irse de China se dispararon desde la cuarentena en Shanghái.
“Se duplicó o más”, dice Edward Lehman, abogado radicado en Shanghai, que ofrece servicios de inmigración.
El número real de gente que finalmente hará el intento de irse es una incógnita. De hecho, según cifras de 2019, solo un 10% de los ciudadanos chinos tienen pasaporte. Además, Estados Unidos también endureció las condiciones de las visas para estudiantes chinos, aduciendo razones de seguridad nacional.
Las autoridades chinas también están restringiendo los intentos de salida. La semana pasada, la administración migratoria de China anunció que restringiría “a lo estrictamente necesario” las salidas de ciudadanos chinos para realizar actividades en el extranjero. El organismo justificó la medida en el marco de la pandemia, para reducir la importación de casos, pero algunos usuarios de las redes sociales chinas dicen que la medida busca frenar la fuga de cerebros.
El gobierno ya anunció el año pasado que no renovaría ni emitiría la mayoría de los pasaportes comunes, salvo los de negocios, estudios en el extranjero, o emergencias de salud. El número de pasaportes emitidos en la primera mitad de 2021 fue apenas el 2% de los emitidos durante el mismo lapso de 2019, según la administración nacional de migración china. En al menos una ciudad, Leiyang, en la provincia de Hunan, las autoridades confiscaron los pasaportes de la gente para impedirles salir del país, aunque un funcionario aclaró esta semana que la medida ya no está vigente.
Algunos ciudadanos chinos quieren irse porque sienten que las restricciones pandémicas del país lo están dejando rezagado respecto del resto del mundo.
“Siento que no entienden o no les importa todo lo que tuvimos que vivir en este tiempo”, dice Cherry Burton, de 29 años, una ciudadana china residente de Shanghái que adoptó el apellido de su esposo norteamericano. “Y todo es culpa de la política de ‘Covid cero’”, dice Cherry.
Debido a la cuarentena estricta que rige en Shanghái, Cherry y su esposo no salen de su departamento desde el 1 de abril. Pero ya tienen planeado abandonar el país tan pronto como se levante el confinamiento y ella pueda completar su solicitud de visa para Estados Unidos.
Para burlar las restricciones a la emisión de pasaportes, algunos chinos compran falsas ofertas de trabajo del extranjero o cartas de aceptación de instituciones educativas, según informó Sixth Tone, un medio de comunicación estatal con sede en Shanghái.
Cuando explican por qué quieren irse, los foristas de las redes hablan de la monotonía del encierro. Otros mencionan problemas económicos, como las dificultades de los recién recibidos para insertarse en el hipercompetitivo mercado laboral.
De todos modos, hasta los más fervientes defensores de la “filosofía del escape” reconocen que las rutas de salida son estrechas, y advierten sobre las ínfimas probabilidades de la lotería de visas de los países occidentales y los costos de las matrículas universitarias en esos países.
Vivian Wang y Alexandra Stevenson
The New York Times
Traducción de Jaime Arrambide
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