A las puertas de una guerra étnica entre chiitas y sunnitas
WASHINGTON.- Según actuales y ex funcionarios norteamericanos, recurrir a milicias chiitas para intentar recuperar la ciudad iraquí de Ramadi, hoy en manos de Estado Islámico (EI), podría profundizar el derramamiento sectario de sangre. Pero ni Washington ni Bagdad parecen tener demasiadas opciones.
La perspectiva de que milicias apoyadas por Irán lideren los esfuerzos por recuperar Ramadi deja traslucir las escasas opciones que tiene Washington para derrotar a EI en Irak, donde el poder del premier Haider al-Abadi es débil y el ejército tiene pocos años de vida, frente a una Teherán cada vez más firme y decidida.
Con la toma de Ramadi por parte de EI, a pesar de los meses de ataques aéreos liderados por Estados Unidos y de asesoramiento militar norteamericano, el devastado ejército iraquí tocó fondo nuevamente, tras abandonar la ciudad durante el fin de semana, en medio del caos.
Al-Abadi recurrió de inmediato a las milicias chiitas, apoyadas por Irán, que sumadas se convirtieron en la fuerza militar más poderosa de Irak desde el primer colapso del ejército, en junio pasado, ante el imparable avance de EI. Una columna de 3000 milicianos chiitas llegó anteayer a una base militar cerca de Ramadi, capital de la provincia mayoritariamente sunnita de Al-Anbar, que siempre ha sido el centro de la oposición al gobierno de Irak.
Un funcionario norteamericano que prefirió conservar su anonimato dijo que Ramadi "es un barril de pólvora", y que el uso de milicias "debería ser manejado con sumo cuidado."
"Es algo que podría salir muy pero muy mal", dijo el funcionario, aunque no arriesgó posibilidades.
En Washington había opiniones divididas sobre la conveniencia de involucrar a milicias chiitas vinculadas con Irán, un rival de Estados Unidos que viene ganando influencia en todo Medio Oriente. El mes pasado, tras ser punta de lanza de la recuperación de Tikrit -ciudad de mayoría sunnita-, algunos combatientes chiitas arrasaron la ciudad, con saqueos, incendios y asesinatos.
"Para algunos de nuestro gobierno, involucrar a Irán de cualquier forma es un anatema. Hay otros que dicen que involucrar a los chiitas fomentaría la violencia sectaria. Y hay otros que dicen que eso no es cierto", dijo otro funcionario norteamericano, que tampoco quiso ser citado.
Un funcionario de la inteligencia norteamericana dijo que una de las preocupaciones era que los líderes de EI podrían usar la participación de las milicias chiitas como excusa para alentar ellos mismos el odio sectario.
Pero la realidad, según los analistas, es que Bagdad no parece tener suficientes tropas sunnitas a su disposición para recuperar Ramadi.
El año pasado, cuando EI había ocupado largas porciones de territorio iraquí, el presidente Barack Obama aceptó a regañadientes bombardear blancos de esa agrupación extremista, pero dejó en claro que no permitiría que las tropas norteamericanas fuesen arrastradas a un conflicto que él mismo se comprometió a dar por concluido durante su primera campaña por la presidencia.
La pérdida de Ramadi ocurre un mes después de que Obama recibiera cálidamente a Al-Abadi en Washington, una muestra de apoyo al dirigente chiita que debe tender puentes entre las divisiones sectarias de Irak y construir un ejército nacional fuerte, capaz de enfrentar a EI. "Nunca intentamos detenerlo", dijo el funcionario norteamericano antes mencionado, en referencia al pedido de ayuda de Al-Abadi a las milicias chiitas. "Uno pelea con las tropas que tiene, y las tropas que tiene son ésas."
Otro funcionario dijo que Estados Unidos podría apoyar a "todos los elementos" de las fuerzas aliadas contra EI, incluidas las milicias chiitas que están nominalmente bajo el control del gobierno de Bagdad.
"Pero como ya hemos dicho, debe quedar claro que están bajo las órdenes y el control de las fuerzas de seguridad de Irak, que todo debe estar planificado hasta el detalle", agregó el funcionario.
Queda claro que cualquier atrocidad por parte de las milicias chiitas podría llevar a Estados Unidos a reconsiderar su apoyo.
Los senadores republicanos John McCain y Lindsay Graham, férreos opositores a la política exterior de Obama, dijeron que la caída de Ramadi "es un triste recordatorio de la tibia campaña de ataques aéreos del gobierno". También se mostraron preocupados por la posibilidad de que sean las milicias chiitas las que lancen la ofensiva. "Cualquier éxito que las milicias chiitas puedan conseguir en Al-Anbar podría quedar ampliamente superado por el daño estratégico causado por su violento sectarismo y por el miedo y la sospecha que despiertan en los iraquíes sunnitas", dijeron los legisladores.
"Como ni Estados Unidos ni los países árabes del Golfo están dispuestos a desplegar sus tropas terrestres, y como el ejército de Irak está devastado, a Bagdad no le queda otra que recurrir a las milicias", dijo Bruce Riedel, ex experto de la CIA y actual miembro de la Brookings Institution.
"La estrategia de la coalición falló durante el año pasado por la debilidad de las fuerzas terrestres. Frente a los límites a su participación que marcaron Estados Unidos y sus aliados árabes, la única opción viable de fuerzas de infantería son los iraquíes chiitas apoyados por Irán -dijo Riedel-. Por supuesto que esto enojará a los sunnitas tanto en Irak como en Arabia Saudita, pero Bagdad no tiene otra verdadera alternativa."
Khamenei envía a Siria a su mano derecha
- Siria e Irán escenificaron ayer su alianza con una visita a Damasco de Ali Akbar Velayati, asesor del líder supremo iraní, Ali Khamenei, que expresó el respaldo de Teherán al Estado árabe durante una reunión con el presidente sirio, Bashar al-Assad.
- Velayati, ex canciller, es uno de los dirigentes iraníes acusados por el atentado a la sede de la AMIA en Buenos Aires, en 1994.
- Según la agencia siria Sana, Al-Assad dijo que "el eje de la Resistencia" (conformado por Siria, Irán y sus aliados) se estableció firmemente a nivel internacional, y advirtió que ninguna parte puede ignorarlo.
- Al-Assad alabó, además, el respaldo iraní al pueblo sirio, porque "es fundamental en la batalla contra los terroristas", en referencia a los grupos rebeldes que combaten a Damasco desde 2011.
Traducción de Jaime Arrambide
Arshad Mohammed, Mark Hosenball y Phil Stewart
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