Con solo 26 años, en noviembre de 1953, la recién coronada soberana hizo una escala en este país y tuvo una bienvenida triunfal que aún suele recordar
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Fue una visita soñada, en el sentido literal de la palabra. 21 cañonazos proclamaron la llegada de la reina Isabel II de Inglaterra y su esposo Felipe de Edimburgo a las costas de la ciudad de Colón, al tiempo que los barcos próximos al Canal de Panamá sonaban sus sirenas y la banda de la Marina Real británica interpretaba una melodía a bordo del transatlántico Gothic.
Eran cerca de las 7.30 de la mañana del domingo 29 de noviembre de 1953 y amanecía un día histórico: “La primera y única ocasión en que la reina Isabel II visitó tierra panameña”, le dijo a BBC Mundo el historiador colonense Luis Javier Ceballos.
Su paso por Panamá fue parte de su primer viaje internacional en calidad de monarca. Isabel II había sido coronada casi seis meses antes, el 2 de junio, cuando tenía 26 años.
La travesía de seis meses la llevaría junto a su esposo a varios de los Estados Miembros de la Mancomunidad Británica de Naciones (Commonwealth). El Canal de Panamá estaba de paso y, aunque no fue una visita oficial de Estado, la sociedad panameña no perdió la ocasión de celebrarla por todo lo alto.
“Fue un privilegio para Panamá haber sido seleccionado en aquel entonces por la corona inglesa como el punto de tránsito del Atlántico al Pacífico en su ruta hacia Nueva Zelanda y Australia”, explicó Ceballos.
Hubo, además, una coincidencia cronológica: en noviembre de 1953, Panamá celebraba su 50 aniversario como república.
“El presidente panameño José Antonio Remón Cantera aprovechó la ocasión del cincuentenario para conciliar todas las partes políticas y rebajar las tensiones en el país. La gente se volcó con entusiasmo a aplaudir la iniciativa del gobierno de admitir todo el protocolo ceremonial para recibir a la reina Isabel II y a su esposo”.
“La reina y el príncipe pudieron simplemente haber pasado de largo. Pero la diplomacia panameña, en conversación con la embajada estadounidense -que administraba la Zona del Canal de Panamá- creó un itinerario para recibir a los distinguidos huéspedes”, indicó Ceballos.
“Era un mensaje claro de que Panamá no solamente tenía entonces una sólida relación con Estados Unidos”, sino que también la fortalecía con Reino Unido.
“Apoteósico”
El evento fue anunciado con fulgor en los medios de comunicación panameños. Así apareció en La Estrella de Panamá, el diario de mayor circulación en el país.
Al otro lado del Atlántico, la prensa inglesa también dio la noticia: “Hoy el Gothic llegará a Panamá. Y mientras el transatlántico atraviesa el canal, la reina y el duque aterrizarán y pasarán un tiempo como invitados del presidente panameño”, se lee en la portada del 29 de noviembre del diario londinense Weekly Dispatch.
Al día siguiente -que coincidió con el 79 cumpleaños de Winston Churchill, a quien la reina felicitó desde Panamá- más de 50 diarios británicos de tirada regional y nacional publicaron crónicas de la “entusiasta bienvenida” (Shields Daily News), de cómo la reina “capturó todos los corazones en Panamá” (Northern Whig) y de las “multitudes vitoreantes que rompieron los cordones policiales para correr junto al auto de la reina Isabel” (Dundee Courier).
En Colón, la reina y el duque de Edimburgo hicieron un recorrido en auto descapotable y visitaron el Palacio Municipal, donde la monarca recibió el collar de honor y las llaves de la ciudad.
“Fue apoteósico”, cuenta Ceballos. “El Ministerio de Educación ordenó que todos los niños de escuelas primarias formaran una fila de honor desde el puerto hasta el palacio. Además, aquí en Colón hay una gran cantidad de miembros de la Mancomunidad Británica de Naciones que se prepararon con sus mejores galas para recibir a la reina y a toda su comitiva”.
De Colón partieron en el crucero rumbo al puerto de Balboa, al otro lado del Canal de Panamá, donde fueron recibidos por el gobernador de la Zona del Canal, John States Seybold, con el que hicieron un recorrido hacia el barrio del Chorrillo, donde estaba el Límite con la Zona. Luego partieron a la capital.
“A dos metros de la reina”
Entre la muchedumbre que dio la bienvenida a la reina Isabel cuando llegó a Ciudad de Panamá se encontraba Alberto Luis Tuñón Núñez, un panameño apasionado por la historia que en 1953 era apenas adolescente.
“La visita fue el tema del día. En el vecindario, todo el mundo comentaba: ‘¡viene la reina, viene la reina!’ y se movilizó prácticamente toda la ciudad”, le contó a BBC Mundo en conversación telefónica.
“Yo escuché en la radio que llegaban y me fui al centro. Fue un viaje largo en bus desde mi casa, pero ver a una reina era una gran novedad, sobre todo a Isabel, con su juventud, su reciente coronación y la simpatía que irradiaba”.
“Me acuerdo que aquel día pegaba fuerte el sol y la reina abrió un parasol blanco muy elegante. En las calles, la gente agitaba pañuelos blancos”.
El momento más emotivo, rememora, fue cuando el descapotable pasó por delante de la icónica Casa Miller, un antiguo condominio de madera -hoy reconvertido en hotel- ubicado en Calidonia, en el casco urbano de la capital panameña.
El edificio de tres pisos estaba habitado en su totalidad por cientos de familias afroantillanas, descendientes de originarios de las islas de la Mancomunidad en el Caribe que llegaron a Panamá para trabajar en la construcción del canal.
“Agitando sus banderas, sin que hubiese un director de coro, las elegantes madames luciendo sombreros de plumas, guantes y abanicos comenzaron a entonar del himno ‘Dios salve a la reina’ desde sus amplios balcones”.
“Fue impresionante porque la reina no se esperaba ese recibimiento. El jefe de protocolo que los acompañaba mandó al auto que se detuviera y les explicó que el edificio estaba habitado por panameños que habían venido de las Antillas”.
“Mi privilegio fue poder verlo desde muy cerca. Estaba a apenas dos metros de distancia y pude notar que la reina, emocionada, le agarró la mano al príncipe Felipe y se la apretó. Todavía lo recuerdo como si fuera ayer”.
La jornada terminó con un banquete y una gala en el Club Unión. Recortes de prensa de la época detallan que la reina Isabel bailó con el presidente Remón, y el príncipe Felipe con la esposa del presidente panameño.
“Recuerdo hubo muchos comentarios populares, ya que en esa época se bailaba chachachá, guaracha y boleros, y el pueblo se preguntaba cómo habrían enfrentado la realeza los movimientos de salsa y la alegría caribeña”, dice Alberto y deja escapar una risita.
Después del baile, llegó la despedida. Cerca de la medianoche, la reina y el príncipe volvieron al Gothic para zarpar hacia las islas Fiji a la mañana siguiente. El viaje fue inolvidable para muchos panameños, y aparentemente también para la reina.
La embajadora de Panamá en Reino Unido, Natalia Royo de Hagerman, le contó a BBC Mundo que, en 2019, cuando tuvo lugar su ceremonia de presentación de cartas credenciales, Isabel II “compartió entre risas anécdotas de su viaje de 1953″.
Entre ellas, dijo la diplomática, un divertido momento cuando, a punto de comenzar el paseo en auto por Colón, un agente de seguridad se apresuró al coche y presionó el seguro de la puerta. Tratándose de un convertible, la reina le contestó con sarcasmo: “¡Gracias, ahora me siento mucho más segura!”
Fue, afirma Hagerman, uno de los muchos recuerdos que la monarca conservaba sobre el primer y último viaje que hizo a Panamá. “La visita de la reina Isabel II y el duque de Edimburgo fue recordada por su majestad -y es recordada por los panameños- con mucho cariño”.
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