Venezuela, sin oposición
La oposición venezolana está claramente dividida y el liderazgo de Juan Guaidó muy seriamente amenazado, pese al sostenido apoyo que le han brindado los Estados Unidos, la Unión Europea y el llamado Grupo de Lima.
Ocurre que otros dos de los principales líderes opositores venezolanos, Henrique Capriles y Stalin González, parecen haber mantenido conversaciones secretas con Nicolás Maduro a espaldas de Guaidó, como resultado de las cuales presentarían candidaturas opositoras propias en las elecciones parlamentarias a las que el dictador ha convocado para diciembre.
La división de la oposición juega claramente a favor de Maduro, quien pretende con estas elecciones vaciar de poder a la mayoría opositora –víctima de persecuciones, agresiones y detenciones que no respetan las mínimas garantías procesales–, que actualmente integra la Asamblea Nacional.
Mientras tanto, Venezuela sobrevive a duras penas con una economía quebrada. Maduro está secundado abiertamente en su acción de gobierno por el régimen comunista cubano, beneficiado directo, y exporta hidrocarburos con el indispensable apoyo y la intermediación de Irán y China, países que, junto con Rusia, le posibilitan eludir las fuertes sanciones económicas que le fueran impuestas por los gobiernos occidentales ante la violación flagrante y constante de los derechos humanos del pueblo venezolano.
Es de esperar que las fuerzas políticas y organizaciones sociales que se oponen al gobierno de Maduro den muestras de responsabilidad y deber patriótico, y adviertan que su división entorpece el camino hacia un cambio de gobierno que ponga fin al régimen claramente autoritario que asfixia sus libertades y empobrece hasta la miseria al castigado pueblo venezolano.