Vacunas y riesgo sanitario
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Los permanentes revuelos locales distraen el foco de lo que debería ser verdaderamente importante. A principios de noviembre, con la atención puesta en la contienda electoral, pocos repararon en el III Informe del Ministerio de Salud sobre coberturas nacionales de vacunación correspondiente a 2022.
La situación venía ya siendo reportada desde Unicef, cuando en 2021 destacaba que el 18% de los bebés menores de un año no habían recibido ninguna de las vacunas obligatorias, con un 6% de ese segmento con esquemas incompletos. Hablamos de una tendencia que arrancó en 2015 y que viene llevando a que aquel histórico 90% de población vacunada que tanto nos enorgullecía se redujera al 80 e incluso al 70%.
El impacto de la pandemia condujo a caídas en la vacunación pediátrica, totalizando unos siete millones de niños latinoamericanos que no recibieron sus vacunas. Diez puntos promedio de caída en 2020 respecto de 2019 en la cobertura de todas las vacunas afectaron así la vacunación de niños argentinos en edad escolar y adolescentes. Unicef reportaba para 2021 en la Argentina más de 112.000 niños con “cero dosis”; esto es que no recibieron ni una dosis en toda su vida, además de unos 37.000 subvacunados o vacunados en forma incompleta. En 2022 se dio una recuperación que no alcanzó los niveles prepandémicos. La Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) informaba en abril pasado que un millón de niños de entre 0 y 11 años no recibieron algunas de las vacunas del Calendario Nacional de Vacunación o tienen incompleto algún esquema de inmunización.
La BCG, que corresponde a bebés, por ejemplo, no llegó al 80% de cobertura y la de la hepatitis B apenas consiguió el 80,9%. En lactantes se alcanzó el 84%, pero las vacunas que corresponden al año de vida como la hepatitis A, la triple viral y el refuerzo de la antineumocócica cayeron respecto del año anterior. En polio, atravesamos un riesgo crítico ante el peligro de reemergencia con solo el 74,2% de cobertura, más de un punto porcentual de caída desde 2021. Solo las vacunas correspondientes al ingreso escolar alcanzaron porcentajes de coberturas del 90% a nivel nacional, según el reporte ministerial.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió recientemente sobre la amenaza que constituye el avance del sarampión precisamente por la ausencia de vacunación en niños. En 2022, los casos en el mundo aumentaron un 18% y las muertes un 43% en comparación con 2021, a pesar del aumento en la cobertura de vacunación. El número estimado de casos de sarampión trepó a 9 millones y el de muertes, a 136.000, en su mayoría niños.
Al sarampión se lo conoce como el virus de la inequidad, por lo que la OMS insta a ayudar a los países a vacunar a sus comunidades más vulnerables con el fin de prevenir su expansión a nivel global. Insuficientes niveles de cobertura dificultan alcanzar la inmunidad colectiva, el llamado “efecto rebaño”.
Vacunar es esencial para evitar el riesgo de muerte y proteger la salud individual y, también, desde un punto de vista comunitario, para evitar nuevos brotes de enfermedades bajo control o ya erradicadas. Con millones de compatriotas bajo la línea de pobreza y sin buena alimentación, sumado a dificultades de acceso a agua segura y medidas de higiene, no vacunar es encender una peligrosa mecha. Solo con el despliegue de estrategias conjuntas y planes concretos de acción podremos recuperar el terreno perdido y poner a salvo la salud y la supervivencia de vastos sectores de la población.