Urge vacunar a las personas con discapacidad
Pese a formar parte de un grupo de riesgo, quienes tienen discapacidades carecen hoy de prioridad inmediata en el calendario de vacunación
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Indudablemente, el plan oficial de vacunación enciende per se un sinfín de controversias, que se suman a las críticas frente al cúmulo de errores en los que han caído nuestros gobernantes en estos complicados tiempos. Sin embargo, hay algunas cuestiones sobre las que naturalmente debiéramos estar todos de acuerdo, como por ejemplo las prioridades a la hora de asignar las escasas dosis de vacunas de que disponemos ante el coronavirus.
Una resolución del Ministerio de Salud de septiembre último incluía como parte del grupo de riesgo a quienes tenían un certificado único de discapacidad (CUD). Sin embargo, se advierte que hoy no tienen prioridad inmediata en el cronograma de vacunación porque el sistema no los habilita a anotarse en función de su condición. Su falta de acceso prioritario a la vacuna expone otro grave y peligroso vacío, que suma dificultades y enormes riesgos para el tratamiento y la eventual internación de este grupo vulnerable: ¿quién se ocuparía de ellos si se contagiaran?
Asociada con las comorbilidades, la tasa de mortalidad en personas con discapacidad es tres veces superior a la de la población en general, y el riesgo de desarrollar problemas más graves de salud a raíz del virus es también mayor. Es cierto, además, que por su condición no pueden, en muchos casos, respetar el aislamiento, pues por sus dificultades físicas o mentales demandan asistencia para alimentarse, higienizarse o recibir tratamientos, dado que no pueden autocuidarse, lo cual incrementa para ellas el riesgo, a cualquier edad. Se da también el caso de que muchas personas que sufren patologías del espectro autista o discapacidad mental no solo no pueden cumplir el distanciamiento, sino que pueden ofrecer resistencia al uso del barbijo o tocarse la cara recurrentemente. Y quienes sufren síndrome de Down, sin ir más lejos, presentan complicaciones cardíacas y respiratorias asociadas. Por otra parte, no puede prescindirse del hecho de que, en muchos casos, este grupo se halla necesariamente en contacto estrecho permanente con trabajadores esenciales de la salud, cuyo nivel de exposición es mayor, cuando no están alojados en hogares y en residencias, sufriendo situaciones de estrés grave si deben ser separados para no contagiar y, a más de un año del inicio de la pandemia, incluso forzados al aislamiento y la exclusión para bajar su nivel de exposición.
Algunas jurisdicciones avanzaron en el desarrollo de protocolos de atención específica para este grupo de riesgo. Desde el Consejo Argentino para la Inclusión de Personas con Discapacidad (Caidis), se trabaja para dar visibilidad a estos urgentes pedidos.
Exigir que, de forma urgente e inmediata, se asigne prioridad de vacunación para las personas con discapacidad es trabajar por una salud integral e inclusiva, promoviendo el respeto por los derechos de los más vulnerables, evitando también una injusta discriminación.