Una transformación que llegó para quedarse
El nuevo escenario instalado por la pandemia aceleró la necesidad de un nuevo marco normativo en materia laboral que contemple el universo digital
Nunca es fácil adaptarse a cambios de paradigma. Y a la hora de la transformación digital, acelerada vertiginosamente en estos tiempos, no se da la excepción. Al superar temores instalados desde hace tiempo, muchos empresarios se volcaron al modelo de negocio online en sintonía con la economía 4.0 como salvoconducto para asegurar la supervivencia de sus organizaciones y las fuentes de trabajo.
La llegada de la pandemia impuso el teletrabajo, o home office, y dejó casi sin efecto la discusión sobre si la digitalización crearía o destruiría empleos. La transformación hacia el mundo virtual asegura que muchas industrias sigan operativas y que se cuide la salud de los colaboradores.
Una dificultad se presenta en lo poco preparadas que estaban la población y las empresas para encarar este nuevo sistema laboral. Según un estudio presentado por Adecco, para el 56% de los argentinos trabajar en modalidad home office es algo totalmente nuevo. A su vez, el 65% de las empresas no tenían empleados haciendo teletrabajo antes de la cuarentena, según una encuesta realizada por la IAE Business School de la Universidad Austral. Este informe va incluso más allá: el 80% de las empresas de más de 400 empleados no tenían a ninguno de ellos trabajando de manera remota antes de la crisis.
Esto nos enfrenta a un enorme desafío: aprender los códigos de una nueva virtualidad. Aunque parezca simple, no se trata solo de trasladar el formato tradicional de trabajo al flamante online, sino de registrar las nuevas necesidades que demanda el contacto a través de las pantallas.
A esto se suman los beneficios de conservar la productividad, pero desde el propio hogar, una novedad para muchos empleados, docentes y profesionales de distintas disciplinas. Es por eso que ya se prevé que, cuando el aislamiento social empiece a abrirse, muchos no querrán volver al formato anterior. Esto se amalgama con un reclamo de los trabajadores freelance en su afán por ser considerados parte indivisible del talento que les daba valor agregado a las organizaciones.
Por eso se requerirá, en el futuro cercano, una nueva reforma laboral que contemple la mirada de las empresas, pero también la de los trabajadores que deseen desarrollarse de un modo independiente. Sin dudas el Covid-19 trae la inigualable oportunidad de repensar este aspecto tan importante de nuestra vida en sociedad y por ello despierta grandes expectativas. Construir una Argentina que respete y promueva el talento, que tantas veces debió buscar mejores oportunidades fuera del país, será uno de los desafíos.
Hace años que el mundo laboral reclama cambios. El nuevo escenario que instaló la pandemia aceleró la necesidad de un marco normativo acorde que contemple el universo digital. Desde las contrataciones part time hasta los profesionales que deciden ser independientes, pasando por cómo brindar contención a los colaboradores que no tengan jornadas laborales presenciales, las leyes y las organizaciones deberán adaptarse a un nuevo modelo que parece ganar aceptación entre los trabajadores.
La incertidumbre actual no puede ser vista solo desde su costado negativo, sino también como el motor de la creatividad y de cambios beneficiosos. Por todo esto, el contrato laboral deberá repensarse. Debemos exigir al Congreso que no demore más el diseño y la aprobación de un proyecto de reforma laboral capaz de superar diferencias partidarias. Y que se sume también al debate la instrumentación de la ley de economía del conocimiento, que podrá darles a muchas empresas previsibilidad para cimentar las bases de lo que viene.
La transformación digital se ha acelerado de modo exponencial en estos meses. A quien no pueda repensar su actividad económica ligada al mundo virtual le será difícil subsistir. Este momento puede ser fundante para dotar a la Argentina de una plataforma de despegue acorde con los tiempos y las necesidades que enfrentamos.