Una plaza sin muros
Tras 18 años y un común acuerdo alcanzado entre el presidente Alberto Fernández y el jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, fueron retiradas, un día antes del traspaso presidencial, las rejas que dividían la Plaza de Mayo y protegían la Casa Rosada.
Debe celebrarse que ambos dirigentes políticos, de signos diferentes, hayan podido actuar en pos de restablecer un bien común, un espacio público que vuelve a estar a disposición de todos. Ahora será necesario concientizar sobre la necesidad de mantenerlo de manera adecuada, evitando los atropellos, los vandalismos.
Las rejas en la Plaza de Mayo comenzaron siendo una valla, una decisión de emergencia que imponía la crisis social, económica y política de 2001 y que marcó el final del gobierno de la Alianza. Fue un pedido de la Casa Militar, que tiene a su cargo la seguridad de la sede del Gobierno.
Con el correr de los años, incluyendo las gestiones presidenciales de Eduardo Duhalde, Néstor Kirchner, Cristina Fernández de Kirchner y Mauricio Macri, las vallas móviles no solo no se removieron, sino que se transformaron en rejas y fueron avanzando también sobre las calles laterales.
Durante el año pasado, las rejas partían la Plaza de Mayo a la mitad, un triste reflejo de lo que estaba atravesando nuestra sociedad. Por eso, con la meta de dejar atrás las divisiones, Fernández había expresado, antes de su asunción, que haría sacar esa barrera física y ordenó volver a retirarlas el fin de semana último cuando sectores policiales las repusieron en una medida "inconsulta", según el jefe del Estado.
Se ha eliminado así un muro físico que separaba al Poder Ejecutivo de los ciudadanos. Cabe esperar que constituya también una apertura a la discusión y al diálogo, a un clima de pacificación y armonía, alejado de cualquier expresión de violencia. La Plaza de Mayo, al igual que tantos otros espacios públicos, nos pertenece a todos. Y todos debemos respetarnos en nuestros derechos, así como comprometernos con la obligación de no vandalizar ningún entorno, bajo ninguna circunstancia.
Es de desear que la quita de las rejas y la recuperación de los alrededores de la Plaza de Mayo como espacio público para todos sea el primer paso para construir esa Argentina inclusiva que todos soñamos. Una Argentina en la que el respeto por la ley y el orden sean también la base de nuestra convivencia.