Una notable e ilustre precursora
A cien años de su nacimiento, corresponde recordar a quien promovió una mirada sobre el universo de la mujer sin tabúes ni arbitrariedades
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Un 14 de abril de 1922 nacía María Luisa Bemberg, una de las grandes y polifacéticas artistas argentinas del siglo XX que merece ser evocada. Su mirada sobre un mundo al que reconoció amplios horizontes y su manera de concebir el papel de las mujeres se destacaron por una libertad y ausencia de prejuicios claramente inusuales para su tiempo, dotando a su obra de una impronta lúcida y poderosa.
Como guionista, directora de cine, dramaturga o coleccionista de arte, su espíritu rebelde y autodidacta supo trasuntar su carácter a la hora de dar forma creativa a sus convicciones. Influenciada por el cine sueco de Ingmar Bergman, la nouvelle vague francesa e italiana, la obra de Simone de Beauvoir y del argentino Julio Cortázar, se lanzó como empresaria de espectáculos teatrales, fundando el icónico Teatro del Globo en 1959. Su pasión la impulsó a tomar clases con el maestro Lee Strasberg en Nueva York y con Beatriz Matar en Buenos Aires.
Con audaz valentía, incluso enfrentando la dura censura del proceso militar, destacó en cada una de sus obras los arquetipos femeninos que se oponían a sus tiempos
Llegará luego su inolvidable film Crónica de una señora (1970), protagonizado por Graciela Borges y premiado en el Festival de San Sebastián. En este perfil fue construyendo su propia historia una de las fundadoras en aquellas décadas de la Unión Feminista Argentina, institución pionera en promover una nueva mirada sobre el universo de la mujer, derribando tabúes, límites y arbitrariedades impuestos por acendradas tradiciones patriarcales en las que creció. Fue también cofundadora del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata.
Con Señora de nadie (1981), Miss Mary (1986) y Yo, la peor de todas (1990) forjó un camino cinematográfico reivindicativo de la figura femenina, que le valdría también renombre internacional. Su más emblemático trabajo, el film Camila (1984), protagonizado por Susú Pecoraro y el actor español Imanol Arias, merece un párrafo aparte. La trágica historia de amor de Camila O’Gorman fue nominada al Oscar como Mejor Película Extranjera.
La inclaudicable lucha por la igualdad y las libertades postergadas nunca apartó del respeto y los buenos modales a María Luisa Bemberg
Conoció las mieles de los premios y el reconocimiento nacional e internacional en ámbitos destacados como los Festivales de Venecia, Cartagena, La Habana, Huelva y Chicago, además de haber recibido el Premio a la Personalidad Emérita, otorgado por la Secretaría de Cultura en 1995, así como también el premio del Fondo Nacional de las Artes en 1996.
Con audaz valentía, incluso enfrentando la dura censura del proceso militar, destacó en todas y cada una de sus obras aquellos arquetipos femeninos que se oponían a sus tiempos. No tuvo temor al adentrarse en controvertidos ámbitos como los religiosos, reflejando situaciones de machismo, infidelidades o adulterio sin ambages. Con un estilo naturalmente elegante, discreto y por demás refinado, se adelantó a su tiempo y trazó una senda precursora que inspira incluso hoy a las jóvenes generaciones. “Hice una introspección acerca de la manera en que yo podía, de alguna manera, intentar modificar la conciencia colectiva de mi país”, afirmaría. Fue coherente y sobria en la defensa de incipientes modelos femeninos que asomaban en la sociedad argentina. Mucho deberían aprender de ella quienes hoy pretenden continuar –muchas veces de manera burda e irrespetuosa– aquella tan justa como inclaudicable lucha por la igualdad y las libertades postergadas que nunca apartó del respeto y los buenos modales a María Luisa Bemberg. Una ilustre precursora.