Una destitución aleccionadora
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La destitución de la jueza en lo penal de Comodoro Rivadavia Mariel Suárez por mal desempeño y haber infringido normas éticas profesionales debe ser destacada. Suárez fue filmada dentro de un instituto penitenciario besándose con Cristian Bustos, condenado a cadena perpetua por el asesinato de su hijo de nueve meses y el de un policía que intentó capturarlo cuando se mantuvo prófugo. Suárez había integrado el tribunal que lo juzgó por el segundo de los hechos. Al ingresar al penal para encontrarse con el reo lo hizo, además, de manera furtiva, apelando a su condición de jueza, desatendiendo sus tareas, sin informar a sus pares y a horas de haberse conocido la condena a Bustos, una vergonzosa muestra de su descaro y desprecio por las víctimas.
El Tribunal de Enjuiciamiento de Chubut, que ordenó la destitución, le endilgó, además, ausencia de imparcialidad, realizar trabajos con provecho personal y falsear la verdad retrasando actos de su función. La misma jueza ya había sido destituida en 2013, pero apeló la medida y se la repuso en su cargo. Había sido acusada de liberar presos por teléfono.
Las repugnantes actitudes de la ahora exjueza fueron debidamente castigadas con la destitución. No haberlo hecho hubiera socavado la imparcialidad y la integridad del sistema judicial, como bien expresó uno de los jueces del tribunal que dio por finalizada la más que oprobiosa carrera profesional de Suárez.