Una asombrosa lección de aritmética
Hay datos aritméticos que ayudan a trazar el cuadro psicológico de un país, y también el de cualquier empresa o el de cualquier fulano que maneje y/o produzca datos aritméticos. Uno puede barruntar qué clase de país es aquel que acumula cada vez más menesterosos que habitan plazas y portales –en un contexto de inequidades que dan pena–, en tanto luce funcionarios públicos cada vez más prósperos y más patéticamente aferrados al mango de la sartén.
Uno puede sospechar que tal empresa es medio tramposa si, llamada a rendir cuentas, deforma cifras o las escabulle. Y, del mismo modo, uno puede creer que determinada persona es en exceso vivaracha si acomoda a su arbitrio cifras oficiales o si recurre a exóticas martingalas para deducir qué anda pasando o cuál fue la secuencia exacta de hechos ocurridos hace treinta años.
En sociología, todo dato aritmético que presuma de estadístico debe tomarse con pinzas, dado que los datos estadísticos son radiactivos, muy infecciosos.
Dos razones fundamentan tal prevención. Una: los datos estadísticos suelen ser urdidos por economistas y no por matemáticos, lo cual implica grave imprudencia. La otra: todo dato público que contiene cifras es bocadillo fácil de la especulación, o bien se presta a perverso escamoteo, o bien responde a la ley de Murphy. Un ejemplo: la cifra que indica la verdadera edad de una vedette quizá depare susurros sibilinos o ganas de llorar, según sea el ángulo de enfoque. La ley de la relatividad se basa en principios como éste.
Cuando las cifras invitan a atar cabos sueltos, hasta el más borrico de los estudiantes de matemáticas es capaz de procesar odiosas comparaciones.
No es raro que, a contar desde 2007, el delito haya crecido a la par que los bolsones de pobreza extrema, y que ciertas formas de promiscuidad social corran aparejadas al incremento de la drogadicción. Si los Kirchner y Amado Boudou difunden con plausible alharaca que el Banco Central acumula una cifra récord de divisas (más de 50.000 millones de dólares), entonces vale la pena consignar que, según The Wall Street Journal, las reservas del Banco Central de Brasil andan en los 260.000 millones de dólares y que el de China sobrepasó los 2,8 billones (un número que abarca trece dígitos).
De tanto en tanto, la aritmética da certeza de que alguna gente circula por la vida con una o dos chavetas flojas. Días atrás, un postulante anónimo adquirió en subasta, en Las Vegas, Estados Unidos, una simple placa radiográfica, la de un tórax humano, con sus costillas muy bien alineadas. Pagó 80.000 dólares por ese negativo, que muestra parte del esqueleto de Marilyn Monroe en 1954.
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