Un sínodo inédito
La organización de un próximo sínodo en la región Panamazónica provoca una cierta curiosidad desde el punto de vista eclesial: ¿qué importancia tiene esta región cuya población es pequeña en relación con otras notablemente más pobladas o con problemas significativamente mayores? Es una pregunta introductoria y capciosa, porque no existe un criterio meramente humano para discernir la importancia de un sector de la Iglesia: la Iglesia que peregrina en la región de Amazonia es tan valiosa como la que lo hace en otra parte del mundo.
Naturalmente, el interés de realizar este sínodo está relacionado con el sustrato territorial y biológico de la zona: las selvas amazónicas sostienen buena parte del equilibrio del planeta. Cobra aún más relevancia teniendo en cuenta la tragedia ecológica a raíz de los incendios de las últimas semanas.
El Instrumentum laboris de la Asamblea Especial para la Región Panamazónica del Sínodo de los Obispos, que se realizará del 6 al 27 de octubre en Roma, lo especifica: el territorio de la Amazonia comprende parte de Brasil, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, Guayana, Surinam y Guayana Francesa, en una extensión de 7,8 millones de km2, en el corazón de América del Sur. Los bosques amazónicos cubren aproximadamente 5,3 millones de km2, lo que representa el 40% del área de bosque tropical global.
Daría la impresión de que el Sínodo se ve como un "ensayo" para otras Iglesias locales. Una Iglesia que se reforme en su estructura para hacerse más misionera, en un contexto en el que la naturaleza cercana, nuestra biosfera, se muestra aceleradamente más finita y vulnerable. El sínodo bien puede ser un aporte para la conciencia ambiental general como también una vía de concreción de caminos misioneros ajustados a la fragilidad de la vida en el planeta.