Un parque nacional para San Martín
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En el sudoeste de la provincia de San Juan, se encuentra la Estancia Manantiales, un fantástico escenario a 3200 metros sobre el nivel del mar, propiedad del Ejército Argentino. Ubicada en el departamento de Calingasta, posee una superficie de 382 mil hectáreas por donde la columna principal del ejército al mando del general San Martín cruzó los Andes. Con registros de ocupaciones de comunidades aborígenes que datan de 9000 años atrás, por sus valores arqueológicos y ambientales el sitio fue incluido entre los bienes integrantes del Patrimonio Cultural y Natural de San Juan.
El Paso de los Patos, declarado Sitio Histórico Provincial y Lugar Histórico Nacional, atraviesa la estancia que alberga glaciares, ríos de agua cristalina, el icónico cerro Mercedario y una fauna digna de documentales, como el enigmático gato andino, un felino que parece un leopardo de las nieves en miniatura. Todo esto está reflejado en el flamante libro Un parque nacional para la historia, de los reconocidos naturalistas y museólogos Claudio Bertonatti y Carlos Fernández Balboa, de libre descarga (bit.ly/3y2hS1i).
Dado que el Ministerio de Defensa y la Administración de Parques Nacionales (APN) mantienen un convenio de cooperación para proteger áreas como la Estancia Manantiales, en diciembre de 2020 se anunció la creación de una nueva Reserva Natural de la Defensa en este territorio. Este anuncio y el anhelo de crear allí, como segunda instancia, un parque nacional, encendieron las alarmas en San Juan.
Hace días, el presidente de la Cámara Minera de esa provincia manifestó la oposición a la creación de nuevas reservas naturales nacionales o provinciales, dado que considera que inhiben el desarrollo y que son ya muchas. Sus expresiones no dejan de sorprender. Entender que los fascinantes ecosistemas silvestres puedan ser improductivos o inhibidores del desarrollo es tan incorrecto como tendencioso. Si se creara un parque nacional para proteger la ruta sanmartiniana, los sitios arqueológicos, los glaciares, arroyos, ríos y demás humedales frágiles de Manantiales, lógicamente la minería se toparía con un impedimento al que no está acostumbrada localmente.
Si bien la APN ha sido inspiradora para los distintos sistemas de conservación de la naturaleza en el interior del país y en América Latina, hoy es un organismo más abocado a problemas ideológicos, sindicales y políticos que a sus objetivos de conservación. No se trata de la actual gestión en particular, ya que lo mismo puede afirmarse de las recientes: basta saber quiénes son o quiénes han sido sus presidentes para comprender que los elegidos fueron distinguidos mucho más por sus amistades o compromisos políticos que por sus antecedentes y conocimientos en materia de conservación. Lógicamente, esas gestiones no han tenido la capacidad para instrumentar debidamente todas las áreas bajo su tutela. Tampoco para defenderlas de las intrusiones que de un tiempo a esta parte protagonizan violentos encapuchados en los parques nacionales de la Patagonia. Estas circunstancias también explican que los Parques Nacionales San Guillermo o El Leoncito no se hayan desarrollado de modo acorde con su enorme potencial turístico. Desde ese punto de vista, es razonable que las autoridades de San Juan manifiesten el temor de que la administración de la Estancia Manantiales se desarrolle de un modo similar, con criterios de protección a ultranza, que es la manera más fácil de proteger: sin permitir actividad alguna.
Aun así, la provincia presentó un plan alternativo consistente en que el Ministerio de Defensa conserve poco más de 121 mil hectáreas para la Reserva Natural de la Defensa y que la provincia obtenga y controle las 254 mil hectáreas restantes (67% del total) para crear un área protegida. Todo indica que el desvelo sanjuanino no pasa por dar las mayores garantías de protección al paisaje que contextualiza el cruce de los Andes, sino por buscar una figura legal más blanda y permisiva para una eventual explotación minera. En definitiva, el debate plantea qué tipo de desarrollo se prioriza y hasta qué punto los argentinos estamos dispuestos a proteger nuestras áreas naturales y culturales más valiosas.
La creación de un parque nacional en Manantiales es impulsada por ambientalistas y varias organizaciones que están dispuestas, incluso, a buscar y donar los fondos necesarios para su puesta en valor. Algo imprescindible para apreciar su patrimonio e impulsar un turismo inteligente y sensible para –entre otras cosas– revivir la epopeya del camino que realizó el libertador San Martín 200 años atrás.
En otras palabras, no se propone inhibir el desarrollo, sino promoverlo. Sería deseable que el sector minero se articulara inteligente y rápidamente con una iniciativa de este tipo. No solo para respaldarla, sino también para ser parte de la puesta en valor del Parque Nacional. Sería una forma concreta de demostrarle a la sociedad que esta industria puede asumir compromisos con la conservación de la naturaleza y la preservación del valioso patrimonio cultural de la Argentina. Si esa situación se diera, estaríamos ante un aprendizaje ejemplar que se traduciría en que todos ganemos, de la mano de un más que merecido homenaje al padre de la patria.