Un femicidio cada 72 horas
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Un informe de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodc) y ONU Mujeres asegura que 89.000 mujeres y niñas fueron asesinadas en 2022 en el mundo, la cifra anual más alta de las dos últimas décadas. El 55% de estos asesinatos (48.800) fue cometido por parejas o familiares. Es decir, cada día en el mundo 133 mujeres y niñas son asesinadas por alguien de su propia familia. El informe señaló que las consecuencias de las crisis económicas, los conflictos armados y el cambio climático exacerbaron la vulnerabilidad de mujeres y niñas.
En la Argentina, según un informe de la Defensoría del Pueblo de la Nación, durante 2023 se cometió un total de 322 femicidios en distintos puntos del país, entre ellos 30 vinculados, lo que implicó un aumento de 80 casos en comparación con 2022 y un salto del 33% anual.
En la mayoría de los crímenes, se utilizaron armas de fuego y, en segundo lugar, armas blancas. Cabe también señalar que un informe de Amnistía Internacional señala que una de cada tres mujeres sufrió violencia digital mediante publicaciones en redes sociales.
Los datos de la Defensoría indicaron que casi el 60% de las víctimas fueron asesinadas en su domicilio, en su trabajo o en la vivienda que compartían con el femicida; en un 74% se comprobó la existencia de una relación preexistente entre la víctima y el victimario. En cuanto al rango etario, la franja de 31 a 50 años se verificó en 125 de los casos.
Una de las caras más dramáticas de esta realidad son los niños que pierden a sus madres asesinadas.
Precisamente, el informe señaló que este fue el caso de 191 niños, incluso con algunos de ellos como víctimas colaterales por haber sido testigos presenciales de tremendos hechos.
Como indica la experiencia, el comportamiento del femicida suele anunciarse reiterada y anticipadamente. Los mecanismos de prevención fallan demasiadas veces y las víctimas, muchas que ya han sido anteriormente atacadas, encuentran inevitablemente la muerte. El 19% de las víctimas, de hecho, había realizado al menos una denuncia por violencia de género antes de protagonizar el femicidio.
La violencia contra las mujeres está reconocida como una violación de los derechos humanos en muchos acuerdos y tratados internacionales, regionales y compromisos nacionales que deberían servir como herramienta y garantía real para trabajar en la debida prevención de estos crímenes. Sin embargo, las violaciones, abusos y acosos sexuales, la violencia doméstica, la trata de mujeres y niñas, la prostitución forzada, la esclavitud sexual, la violencia en situaciones de conflicto armado, el embarazo producto de una violación y otras muchas prácticas persisten e incluso se extienden bajo la más absoluta impunidad.
El gobierno de Javier Milei reemplazó al ideologizado Ministerio de Mujeres, Género y Diversidad por una Subsecretaría de Protección contra la Violencia de Género bajo la órbita del Ministerio de Capital Humano.
Prevenir no es una opción, es una obligación de las autoridades y de la sociedad misma, que no debería ser indiferente ante una mujer en riesgo de ser violentada o, como lamentablemente sucede, ser asesinada. Se requiere, en consecuencia, un compromiso de tolerancia cero a la violencia contra la mujer. Ni un feminicidio más debe ser el objetivo.