Un escándalo que nos llama a la reflexión
La rápida y acertada reacción del presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa , y de los legisladores que decidieron suspender al diputado nacional Juan Emilio Ameri, tras la bochornosa escena que este protagonizó en medio de un debate en plena sesión virtual, no sirve de consuelo frente al papelón que se viralizó a través de las redes sociales y recorrió el mundo entero. Tampoco, la más que lógica renuncia a su banca parlamentaria presentada ayer por el protagonista de tan insólito como indecoroso episodio.
Las imágenes vistas y los primeros intentos del diputado de ensayar una explicación hablan por sí solas. Pero el verdadero escándalo no pasó por la escena íntima que mostró a Ameri junto a su novia –asesora rentada que cobraría unos 140.000 pesos mensuales como empleada de la Cámara de Diputados–, sin que aparentemente los protagonistas advirtieran que la cámara de su dispositivo los estaba grabando.
Lo realmente vergonzoso tuvo lugar después de difundido el hecho, cuando la ciudadanía conoció los antecedentes de este particular representante del pueblo por la provincia de Salta.
Ameri llegó a la Cámara de Diputados de la Nación casi por casualidad. Militante de la agrupación kirchnerista El Aguante, perteneciente al Frente de Todos salteño, accedió a integrar la lista de diputados nacionales en 2017, pero solo llegó a la banca parlamentaria el año pasado, luego de que tanto el entonces diputado Sergio Leavy como quien lo seguía en la lista fueran elegidos senadores nacionales. Ameri ocupaba el tercer lugar en la nómina de candidatos a la Cámara baja.
Según consta en el Sistema Informático del Ministerio Público Fiscal de Salta, en fiscalías penales comunes obran denuncias en contra del exdiputado nacional por supuestas amenazas, daños y otros delitos, de acuerdo con información publicada en La Voz, de Córdoba. Dirigentes de su propio partido dieron cuenta también de denuncias públicas en su contra, por acoso y abuso sexual, y por violencia física y verbal, en las redes sociales, hechos que provocaron incluso el repudio de sectores de defensa de los derechos de las mujeres. No obstante, fuentes del Ministerio Público Fiscal de Salta aclararon que no hay investigaciones penales abiertas ni denuncias radicadas por supuesto acoso o abuso de menores en contra de Ameri, según lo confirmó el fiscal penal de la Unidad de Delitos contra la Integridad Sexual, Federico Obeid.
Es probable que ni siquiera muchos de los ciudadanos salteños que votaron tres años atrás por una lista en la que Ameri figuraba colgado de una sábana tuvieran idea de sus pobres antecedentes como para aspirar a una banca legislativa.
Y no es improbable que, entre los 257 diputados nacionales, haya no pocos parlamentarios con un currículum tanto o más triste que el de Ameri. Se trata de una cuestión que nos invita a reflexionar tanto a los ciudadanos como a las dirigencias partidarias para elevar la vara a la hora de seleccionar y votar a quienes tendrán la honrosa tarea de legislar y de representar al pueblo.
En cualquier caso, será necesario entender que quienes mejor nos representen en el Congreso no serán nunca quienes más se mimeticen con los peores defectos que podamos exhibir como sociedad, sino quienes ofrezcan la mayor idoneidad moral y profesional.