Tucumán: desnutrición y clientelismo
A raíz de las recientes muertes de numerosos niños en Tucumán por los efectos derivados de problemas alimentarios, y ante versiones que dan cuenta de la probable malversación de fondos enviados por la Nación y que debieron ser destinados a planes sociales, varias organizaciones no gubernamentales pidieron el juicio político al gobernador de esa provincia, Julio Miranda.
Aunque se trata de una tarea por cierto difícil, dado que el mandatario provincial controlaría a la mayoría de los miembros de la legislatura tucumana, el movimiento Comprometerse, Cabildo Abierto, Foro Tucumano y el Grupo Alberdi intentarán que el cuerpo legislativo establezca que las muertes por desnutrición son consecuencia del desmanejo de los recursos y, por ende, responsabilidad del gobernador.
Corresponde que el pedido de las ONG tucumanas sea tomado en cuenta y que se investigue a fondo la cadena de responsabilidades que condujo a estas lamentables muertes, que llenan de vergüenza a los argentinos.
Pese a que seguramente no es algo exclusivo de la provincia de Tucumán, la cultura clientelista ha prendido fuerte en muchos distritos de nuestro país y en un vasto sector de nuestra dirigencia política. El clientelismo pasa por la manipulación de masas disponibles dispuestas a entregarse al mejor postor; es una aberrante metodología para no brindarles soluciones de fondo a los sectores más pobres de la población con la idea de que éstos dependan permanentemente del apoyo o de las dádivas del Estado y de los aparatos partidarios que viven de recursos públicos y de la corrupción.
En buena parte de la raíz de este mal está la falta de educación de la mayoría de los sectores pobres e indigentes de nuestro país. No sólo nos sorprende advertir hoy el grado de miseria en que viven familias enteras, sino mucho más su escasa capacitación para proveer de alimentos a sus hijos o para desarrollar pequeñas huertas familiares que ayudarían a resolver elementales problemas de los más necesitados.
En momentos en que -como lo acaba de señalar el responsable de la Red Solidaria, Juan Carr- se está generando en la Argentina un movimiento solidario de proporciones inusitadas entre la población con el propósito de auxiliar a los carecientes, una parte no pequeña de la clase política dirime otra clase de cuestiones y confictos: desde quiénes integrarán el binomio presidencial para los próximos comicios, hasta las mil y una vueltas en torno de la fecha de los comicios internos.
En cambio, ninguno de esos dirigentes políticos se preocupó por avanzar hacia la solución de problemas impropios de un país rico en alimentos por medio de la búsqueda de consensos duraderos que se transformaran en auténticas políticas de Estado, que quedaran al margen de cualquier disputa partidaria y de los mezquinos intereses que, lamentablemente, son hoy moneda corriente en nuestra vida política.
Por supuesto que la dirigencia política no es la única responsable de lo sucedido. Cierta indiferencia de la ciudadanía y la apatía que durante mucho tiempo exhibieron los medios de comunicación frente a los problemas de los sectores más empobrecidos guardan, sin duda, gran relación con las consecuencias que estamos viviendo hoy.
Sin embargo, la situación que actualmente se aprecia en distritos como el tucumano no puede eximir de responsabilidad a sus gobernantes. Que el mandatario provincial se muestre preocupado por asegurarse su reelección por medio de una reforma constitucional, para la cual -según denunciaron integrantes de ONG provinciales- "el gobierno compró el apoyo de legisladores que le garantizaron los votos necesarios", mientras todos los días muere algún niño de hambre, parece revelar que las prioridades están invertidas. Que en la misma provincia donde hoy se padecen altísimos registros de desnutrición infantil, hasta no hace mucho los legisladores percibieran ingresos cercanos a los 15.000 dólares, cuando todavía regía la convertibilidad, también nos da la pauta de que Tucumán es, desde hace tiempo, una suerte de reino del revés.
Si encima de todo esto surgen denuncias sobre malversación de fondos públicos que debían estar dirigidos a los sectores que menos tienen, se termina de redondear un negro panorama que debe ser aclarado encontrando y sancionando severamente a los responsables de tanta negligencia.