Tras furibundos ataques, el campo renueva la esperanza
Resulta edificante volver a pensar en un gobierno que apoye y defienda la producción agropecuaria, sin ideologizaciones y libre de prejuicios
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Mejores antecedentes no podrían avalar la designación del ingeniero Fernando Vilella para ocupar la flamante Secretaría de Bioeconomía. Esta cartera resumirá, desde una perspectiva moderna, las actividades concernientes a la agricultura, la ganadería y la pesca.
Exdecano de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires, tiene experiencia en funciones ejecutivas y amplio conocimiento teórico y práctico de los problemas del campo. Los ha analizado en más de una docena de obras curriculares y de consulta. Ha realizado, además, en los últimos cinco años, una función de análisis periodístico que lo ha mantenido actualizado en la disciplina que enseñó por más de cuatro décadas desde la perspectiva, más amplia aún, del profesional comprometido con la modernización y el desarrollo de la economía nacional.
A partir de esa visión general, Vilella ha sido crítico de las regulaciones de todo orden que traban la producción y los negocios generados por el campo, pero en el entendimiento de que poco se podría hacer si no se resuelven cuestiones macroeconómicas que han llevado al actual estado de inanición económica del país. La primera es combatir, hasta anularla, la inflación que ha destruido el peso argentino y originado una situación de imprevisibilidad que paraliza desde inversiones hasta decisiones de curso ordinario en cualquier economía estable.
Un ejemplo patético de esto último es que la compra de insumos dolarizados, como fertilizantes y agroquímicos, suele instrumentarse hoy con facturas con precio por fijar. No podría haber entonces una manifestación más elocuente de la anarquía con la que se despide una administración que llegó echando culpas por doquier a su antecesora y se va endilgando también culpas a quienes solo asumirán el poder de gobernar a partir del 10 del corriente mes. Una desaprensión insólita que pretende tomar a los ciudadanos por imbéciles.
La semana entrante, Vilella trazará ante los productores los lineamientos generales del programa que ejecutará en nombre del presidente. Lo que ya ha anticipado merece nuestra respetuosa consideración.
Ha planteado la eliminación inmediata de los impuestos a las exportaciones, mal llamados retenciones, para la carne y todos los productos agrícolas, con excepción de la soja, el maíz y el trigo. Para estos, contempla una política de reducción gradual, compensada, en la travesía hasta su eliminación total, con la entrega de un bono para amortizar impuestos e inversiones por parte del Estado.
Vilella apuesta también a la eliminación de las múltiples regulaciones que impiden importar insumos o maquinarias, y de los regímenes especiales, tantas veces arbitrarios, por los que se privilegia, en su imaginario fecundo, a Vaca Muerta, por ejemplo, y no a la “Vaca Viva” del campo. Cree en la reformulación de la ley de biocombustibles, a fin de maximizar los cortes provenientes del maíz, la caña de azúcar o la soja, y en la recuperación de un mercado financiero que financie al sector productivo y no a sectores parasitarios del Estado.
Sostiene que es urgente promover una ley de germoplasma, o ley de semillas, con el objeto de recuperar el liderazgo tecnológico, que se ha visto disminuido por la renuencia de una parte de los productores a pagar por los derechos de propiedad intelectual a quienes invierten fortunas en materiales de mayor productividad y sanidad. Ahora habrá que esperar sus definiciones finales cuando falta muy poco para la asunción del nuevo gobierno, que integrará en Bioeconomía acompañado por Pedro Vigneau, expresidente de Aapresid, y Germán Paats, que fue subsecretario del área.
Después de los infinitos padecimientos sufridos en parte considerable de los últimos veinte años, el campo ha abierto una esperanza frente a la renovación gubernamental. Confía en que los cambios que lidere Vilella hagan posible duplicar la producción agropecuaria en cinco años al cabo de un sostenido crecimiento anual. Lo hará con una política desideologizada y, sobre todo, libre de las prevenciones y los prejuicios que han dañado a un sector ejemplar en su grado de productividad, creatividad e innovación respecto de la economía nacional en su conjunto.