Tragedias por cuatriciclos
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La temporada de verano en Pinamar comenzó con dos tragedias que tuvieron nuevamente a los cuatriciclos como actores principales. Una turista de 34 años murió cuando el vehículo que conducía se dio vuelta en el límite con Costa Esmeralda. Con un nivel de preocupante inconciencia, sin portar cascos ni protecciones, circulaba con sus hijos de 2 y 7 años y una amiga de 36 años, cuando el máximo a trasportar es de dos personas y nunca niños tan pequeños.
El segundo accidente sucedió a 2,5 kilómetros de La Frontera, muy cerca de donde ocurrió el trágico episodio anterior, cuando dos jóvenes en un cuatriciclo y también sin casco chocaron con un UTV, un vehículo similar pero con carrocería y más potencia popularmente conocido como “buggy”. La víctima resultó un joven de 31 años que iba como acompañante mientras el conductor quedó internado en grave estado. Cabe mencionar que la circulación fuera del corredor seguro, en cuatriciclos o en cualquier otro vehículo motorizado todo terreno (motos, camionetas o UTV) está prohibido por la Municipalidad de Pinamar. Sobre el particular la Secretaría de Seguridad advirtió que estos accidentes, muchas veces mortales, se dan porque los turistas se meten con sus cuatriciclos en zonas prohibidas de los médanos, lo cual los deja fuera del control del Estado.
Cada temporada de verano se estima que circulan en el balneario unos 25 mil vehículos de playa, sin identificación visible pues no hay obligación de patentarlos.
La legislación vigente exige que todo conductor de cuatriciclos y “buggies” lleve puesto el casco, cuente con licencia de conducir en la categoría respectiva, comprobante de titularidad de dominio, y comprobante de seguro vigente y al día.
Todos los rodados deben portar además una antena de dos metros de largo con un banderín en la parte superior para que los vehículos sean fácilmente distinguibles entre las subidas y bajadas de los médanos. En caso de incumplimiento de estas obligaciones, al titular se le iniciará una causa por infracción a la Ley Nacional de Tránsito.
La impunidad, la irresponsabilidad, la imprudencia y la temeridad son ingredientes habituales. Conducir vehículos cuyo funcionamiento muchas veces se desconoce, haciéndolo por lugares prohibidos, sin llevar los cascos correspondientes, asimilándolo a una simple vuelta en calesita, revela la liviandad que prima entre quienes buscan diversión y terminan pagando con vidas, propias y ajenas.
Estos luctuosos episodios tienen un denominador común: la inobservancia de las disposiciones vigentes, conducta que se inscribe en aquello que el recordado abogado y filósofo Carlos Nino describió como “anomia boba”.
De poca o ninguna utilidad serán los protocolos y requisitos que hacen a la seguridad y prevención de accidentes de cuatriciclos si las autoridades no están en condiciones de verificar y multar por su incumplimiento y si la responsabilidad individual sigue ausente. Nos cansamos de abordar estas cuestiones año tras año, pero las tragedias no cesan. Como siempre hemos sostenido, si se pueden evitar no son accidentes.